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Rol De La Mujer - Miradas De Bécquer & Shakespeare


Enviado por   •  16 de Enero de 2015  •  2.139 Palabras (9 Páginas)  •  522 Visitas

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Tema: Rol de la Mujer - Miradas de Bécquer & Shakespeare

Alumno: Rodolfo de la Rosa

E-mail: ralfjus@yahoo.com

PRÁCTICAS DISCURSIVAS

Prof. Emma Brudezan

ABSTRACT

El rol de la mujer a través de la literatura, mitos, leyendas, obras de teatro. Enigmática, oculta, etérea, impetuosas, decisivas.

INDICE

Abstract 2

Introducción 3

Gustavo Adolfo Bécquer 3

William Shakespeare 6

Desde el principio 9

Síntesis 11

Bibliografía 12

Introducción

Gustavo Adolfo Bécquer

Como musa de inspiración a lo desconocido, con un halo de misterio los autores toman a la como figura de importancia narrativa a la mujer. Durante el Romanticismo, el sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer tanto en su obra “Leyendas” como en “Rimas”, le otorga gran protagonismo a la mujer signada de enigmas. Del periodo del Renacimiento y Barroco William Shakespeare, escritor nacido en Stratford-upon-Avon (Reino Unido) a lo largo de su extensa obra, la mujer cobra un papel preponderante, de inflexión en su fructífera pluma.

Bécquer en “Ojos Verdes”, el personaje Fernando de Argensola se interna en el bosque hacia la fuente de los Álamos, para ver aquella mujer dueña de los más bellos y profundos ojos verdes, descripta en principio por Iñigo el montero y que para Fernando ella era la más hermosa y pálida, como una estatua de alabastro, uno de sus rizos –describe Fernando- caía sobre sus hombros deslizándose entre los pliegues del velo, como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas, como dos esmeraldas sujetas a una joya de oro. Fernando se siente como en un sueño, siente un amor que se le escapa del pecho, necesita saber si es una mujer o un demonio…sin embargo, no duda cuando dice que le amaría como la ama ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más allá de ella. Ella se confiesa al decirle que vive en el fondo de estas aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues, yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro – cuya precaución le habían hablado, no deben turbar las aguas de la fuente de los Álamos bajo riesgo de muerte – antes lo premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi cariño extraño y misterioso. Finalmente, Fernando da un paso para besarla entre las aguas, y siente unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve….pierde el equilibrio y cae al agua con un rumor sordo y lúgubre.

En “La ajorca de oro”, Pedro Alfonso de Orellana enamorado de María Antúnez, aquél que por amor a ella deja de lado principios morales como el de sacarle la ajorca de oro de la patrona, Virgen de Toledo con la que en sueños había visto su amada, como no puede ver triste a su prometida, le arranca la ajorca de oro tras hacerlo, ve a todos los santos, estatuas, habían descendido de sus huecos y ocupaban todo el ámbito de la iglesia mirándolo con sus ojos sin pupilas, a Pedro sus sienes le latieron con gran violencia una nube de sangre oscurece sus pupilas, arroja un segundo grito, desgarrador y sobrehumano, cae desvanecido sobre el ara.

En “La corza blanca”, el personaje de Constanza en esta leyenda tiene una doble naturaleza, de humana y corza blanca, a la que pocos habían creído ver, pero de la que el montero Gracés enamorado de Constanza y turbado por lo que ve hiere en una pata a la corza.

En la obra “Rayo de luna”, el amor que siente Manrique es más etéreo va tras una mujer alta, de ojos azules, de cabellera suelta, flotante y oscura, de una voz dulce suave como el viento, él la cree su espíritu hermano, tras algunos años de su búsqueda, su madre le pregunta ¿por qué te consumes en la soledad? ¿Por qué no buscas una mujer a quien ames, y que amándote pueda hacerte feliz? ¿Por qué no despiertas de ese letargo, te vistes de hierro, de escudero, marchas a la guerra, allí se encuentra la gloria? Él sin dudarlo le responde que el amor, la gloria son como un rayo de luna, Manrique lejos de perder el juicio lo había recuperado. Aquí personifica en el rayo de luna a la fugacidad del amor, la gloria, la felicidad, que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, solo para encontrar un rayo de luna.

Por último en “Maese Pérez, el organista”, si bien el hecho sobrenatural esta en cabeza del personaje que le da nombre a la leyenda, la misma es contada desde la mirada de mujeres, quizás las más acertadas para realizar una descripción tan precisa de los fenómenos ocurridos.

Como se ha visto en Bécquer los personajes femeninos guardan una relación con el misterio, aunque lo sobrenatural o maravilloso sea propio de las leyendas , el sevillano encuentra en la figura de la mujer la delicada vasija capaz de contener los misterios que el hombre, como género de la naturaleza, se ha preguntado por siglos.

William Shakespeare

Este escritor inglés en la mayoría de sus obras ha creado siempre algún personaje femenino de gran presencia, en muchos de los casos con un halo de misterio y seducción.

Algunos ejemplos los podemos encontrar en la obra “Trabajos de amor perdidos” en donde el personajes, Rey de Navarra y tres de sus séquitos, Berowne, Longaville y Dumain, han jurado no querer ver a ninguna mujer durante tres años y vivir una secreta vida de estudio y de sobriedad. La llegada de la princesa de Francia con una embajada para recobrar la Aquitania para el rey de Francia, su padre, obliga a los profesos a infringir sus votos consintiendo en recibir a la princesa y a sus damas, Rosalinda, María y Catalina. Las damas, sin embargo, deben alojarse fuera de la corte.

Al conocerla, el rey de Navarra se enamora de la princesa, y sus compañeros, de sus damas; todos ellos, dominados por la vergüenza, se espían mutuamente En un lugar del parque desahogan en voz alta sus pasiones leyendo cantos de amor que se han sentido movidos a escribir. Longaville descubre al cantor Dumain mientras éste le amonesta,

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