San Agustín: La Ciudad De Dios
Enviado por zectu07 • 14 de Mayo de 2013 • 1.015 Palabras (5 Páginas) • 700 Visitas
Es la principal obra de San Agustín. Fue escrita entre los años 413 y 426 para refutar la opinión de que la caída de Roma en poder de los godos de Alarico (año 410) había sido causada por la aceptación del cristianismo y por el abandono de los dioses del Imperio, que en castigo habían dejado a Roma desamparada en manos de los bárbaros mostrando que Roma había caído por su egoísmo y por su inmoralidad. Además, demuestra que ni el politeísmo popular ni la filosofía antigua fueron capaces de preservar el Imperio y dar la felicidad a sus habitantes.
Agustín presenta el nacimiento, desarrollo y culminación del enfrentamiento entre las dos ciudades, la terrenal y la celestial, encarnada ésta en la Iglesia de Cristo.
San Agustín expresa diferentes idea y pensamientos por ejemplo, que los filósofos del pasado por alguna razón no habían errado tanto en hallar que es lo que hace al hombre bienaventurado, eso que hace al hombre feliz: el bien por lo tanto el hombre tiende siempre a desear el bien en los demás y por sí mismo, lo desea en su forma completa y evitando caer en todo mal y para la filosofía tendría como fin "el bien".
Agustín cita a Marco Varrón en las cuatro cosas que apetecen los hombres: el deleite, con que se mueve gustosamente el sentido sensual del cuerpo; la quietud con la cual uno está libre y sin padecer molestia alguna del cuerpo; la una y la otra, tanto el deleite como la quietud juntas; y los principios de la naturaleza, en donde se halla el deleite, la quietud y varias otras cualidades tanto en el cuerpo como en el alma.
Agustín repudia a los filósofos que creían que la felicidad del hombre se podría conseguir en la vida terrena, cuando la misma sólo es posible hallarla en la vida eterna. Para el autor, estos filósofos pretendieron con mucha soberbia e ignorancia, ser felices en la tierra y cree que el cuerpo, Agustín dice “el cuerpo y el alma no se corresponden, sino que el alma es superior al cuerpo, de hecho, es evidente que si el alma se guiara o correspondiera al cuerpo, obligaría al hombre a ceder hacia el pecado”
El hombre es, por designio divino, un animal social que ha sido agraciado con el lenguaje. Incluso en un estado de inocencia, el hombre habría buscado a sus congéneres. La justicia es la base de la sociedad. Sin embargo, esta justicia no puede ser alcanzada mediante las recetas de los filósofos clásicos. Los filósofos no cristianos han reconocido que la justicia es la medida de una buena ciudad. Sin embargo reconocen que la justicia está ausente. Por ello revelan su limitación. El medidor de la justicia y, por lo tanto de la asociación humana, está fuera de la ciudad.
Los fines humanos residen en un espacio más allá de la historia. La historia humana es vista como un drama en el que combaten la redención y el pecado. La resolución a este conflicto no está en el tiempo sino fuera de él. No existe fórmula
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