San Manuel Bueno
Enviado por 1682955 • 25 de Agosto de 2014 • 1.286 Palabras (6 Páginas) • 343 Visitas
“La raíz de toda buena acción es la esperanza en la resurrección”
Miguel de Unamuno, “Diario inédito”
No se trata de un santo real, como pueden haber pensado al leer el título, sino de un libro de Miguel de Unamuno. Brevemente, éste es el argumento de la obra: Ángela Carballino, una joven de Valverde de Lucerna, aldea de la diócesis de Renada se dispone a escribir la biografía del párroco don Manuel (santo para ella y los HABITANTES de la aldea), que se dedicó a consolar y a ayudar a sus feligreses, sobre todo a los más débiles. Pero Ángela sospecha que detrás de ese compromiso hay una tragedia interior, una honda tristeza en sus ojos, azules como las aguas del lago.
Y así vuelve al pueblo Lázaro, el hermano de Ángela, progresista y anticlerical, que cambia de ideas al comprobar la entrega de don Manuel. E inician una intensa relación hasta que el sacerdote le revela el secreto: no tiene fe, no puede creer en la resurrección de los muertos. Pero ante el pueblo finge esa fe y mantiene su piadoso fraude porque no quiere que pierdan la felicidad de la vida eterna. Lázaro termina colaborando con don Manuel fingiendo convertirse. Y morirá don Manuel sin que nadie más conozca el secreto pero considerado un santo; también muere Lázaro y su hermana se pregunta por la salvación de los dos.
La obra tiene cierta semejanza con los relatos evangélicos, de los que además toma citas. La intención de Ángela es que no se pierda la memoria del párroco y que todos lo conozcan.
Analizemos ahora los símbolos: la aldea, el lago y la montaña. Estos dos últimos van juntos. Unamuno los utiliza creando un significado único que logra transmitir plásticamente la tragedia que desarrolla el libro, la tragedia del autor, personificada en el párroco. Esta tragedia es la de la duda y la fe.
La aldea se encuentra entre el lago (duda) y la montaña (fe). Se puede ver el significado de ambos símbolos en un fragmento:
Y no era un coro, sino una sola voz, una voz simple y unida, fundidas todas en una y haciendo como una montaña, cuya cumbre perdida a las veces en las nubes, era don Manuel. Y al llegar a lo de “creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable”, la voz de don Manuel se zambullía, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que él se callaba.
La voz del del pueblo es como la montaña, y el silencio de don Manuel, su falta de fe, es el lago. También está la nieve, la que cae en la montaña tiene apariencia de perdurar, pero la que cae en el lago se disuelve: así el pueblo, con la fe está unido, pero sin ella se diluye en el lago de la duda.
Por eso la aldea está en medio de la fe y de la duda, de la montaña y del lago. Permanece sostenida por don Manuel, y aquí aparece otro de los motivos de su título de “mártir”: él es quien carga con la incredulidad de todo el pueblo y sus consecuencias. Es el personaje principal, que da título al libro: don Manuel Bueno, el párroco que vive y muere en fama de santidad, porque ¡no, no es como los otros -decía-, es un santo! Unamuno pone empeño en resaltar su identificación con Jesucristo, el Siervo sufriente de Yahveh de los cánticos de Isaías (cita varias veces el grito en la cruz: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?); también lo identifica con Moisés, conductor del pueblo por el desierto, que no entra en la tierra prometida y deja como Josué sucesor a Lázaro.
Es muy significativa la descripción que hace Ángela: Tendría él, nuestro santo, entonces unos treinta y siete años. Era alto, delgado, erguido, llevaba la cabeza como
...