Sebastian Perez
Enviado por garay1990 • 9 de Junio de 2014 • 395 Palabras (2 Páginas) • 237 Visitas
Bebió trago y gritó su fuerza.
—Aquí naiden tiene miedo.
A todos les dijo:
—Aquistá Encarnación Salvatierra.
Y todos le vieron con desconfianza.
—Aquí se va a decir todo lo que el camino sabe —gritó—, Encarnación Salvatierra no
tiene miedo. Encarnación Salvatierra dice todo lo ve. No escuende nada.
Y dijo todo lo que sabía. Lo que averiguó en el llano. Lo que vio en el río. Lo que le
confiaron los rastros. Lo que la loma oculta. Todo lo dijo el Benzulul. Lo que siempre tuvo en
el fondo, como piedritas redondas, lo fue dejando salir con fuerza.
—Es la acabalación del tiempo —gritaba—, ya las piedras son cerros y a los cerros
naiden los detiene.
Los hombres miraron fijamente, asombrados, al Benzulul.
No miren a los ojos porque se mueren amenazó,
—Es ocurrente el Encarnación —dijo alguien en voz baja.
Todos supieron que era el Encarnación Salvatierra.
Tanto lo dijo, tanto lo oyeron, que se lo fueron a contar al otro Encarnación.
Todo día Benzulul anunció su nuevo nombre. Quiso que todos conocieran que tenía
pantalones. Que supieran que llevaba mágico cuidándole los pasos.
Todo el día lo anduvo gritando. Todos lo supieron.
Tanto lo dijo, tanto lo oyeron, que se lo fueron a contar al otro Encarnación.
La noche enfrió las piedras de Tenejapa. El camino estuvo triste. Las lomas, los
árboles, las encinas y los conejos conocieron otro suceso aquella noche.
—Abrí Chema, o te capo.
—Este Encarnación siempre tan ocurrente.
La botella llenó las gargantas de los Salvatierra y de los acompañantes.
—Oí vos Encarnación. ¿A quién colgaste hoy en la tardecita? Me llegó el rumor.
—¡Ah que gente tan chismosa! No pueden ver una cosita de nada porque luego luego
él echar argüende.
—Cosita de nada. Ocurrente siempre el Encarnación.
—Fue al Benzulul que te colgaste, ¿verdad?
—No vayas a creer que lo ahorqué. Nomás lo colgué de los brazos. Fue que el muy
maldecido me andaba robando el nombre. Y así uno se queda sin defensa. Si me hubiera
robado un caballo, o un toro, o hasta la misma Rosa, tal vez ni le hubiera dicho nada. Me
hubiera caído en gracia que se estuviera haciendo el macho. Pero quiso robar el nombre.
Andaba diciendo que él era el Encarnación y eso no lo permito. A naiden se lo consiento.
—Bien dicho, hermano. Bien dicho.
—Por eso fue que me lo llevé pal camino. Al mismo roble que ya me conoce. Desde
que lo saqué del pueblo empezó la aburrición. Que si él era respetuoso. Que si él no
contaba no sé qué cosas. En fin, una
...