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Simbolos Patrios


Enviado por   •  28 de Diciembre de 2012  •  865 Palabras (4 Páginas)  •  344 Visitas

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MIS SIMBOLOS PATRIOS, LOS MAS HERMOSOS DEL MUNDO

Era un día domingo. Día de visitar a los abuelos. Después de comer y saborear un rico postre, José, su nieto, le pidió a su abuelito le contara algo emocionante que hubiera vivido cuando fue joven.

El abuelo le dijo que le contaría algo increíble que le sucedió.

Hace muchos años, cuando yo era joven, regresaba de la escuela. Iba a tomar el pesero; “pesero” se le decía al transporte colectivo porque solo costaba un peso. Yo traía un peso en la bolsa del pantalón.

Entonces, cuando caminaba por la calle hacia el paradero, escuché de repente un ruido ensordecedor proveniente de arriba, desde el cielo, volteé   y repentinamente,   de entre las nubes, apareció un platillo volador que me lanzó un rayo, llevándome al interior del artefacto volador.

Esta nave estaba tripulada por un ser extraterrestre de color naranja con los ojos en los extremos y unos colmillos puntiagudos, quien me miró de arriba abajo y me   encerró   en una pequeña jaula de múltiples rayos láser, los cuales eran intraspasables. Yo estaba aterrado, porque me fijé por los cristales de la nave que salíamos del planeta y condujo hacia la galaxia de Andrómeda dirigiéndose al planeta “Reach”. Esto lo se porque en la escuela habíamos estudiado algunas galaxias. Increíblemente

en ese planeta respiraban oxígeno igual que yo.

Al llegar, me di cuenta de que al parecer, en ese planeta estaba prohibido llevar humanos, porque al bajar de la nave, el Reachnoide se proponía llevarme a su solar galáctico, yo creo que para disecarme y estudiarme; pero unos guardias   que hacían su rondín matutino, se dieron cuenta de que el Reachnoide   traía consigo a un niño humano.

Los guardias lo aprehendieron y nos llevaron a la Corte Suprema, donde el máximo Emperador del planeta Reach, en audiencia pública juzgó y sentenció al Reachinoide   a una pena de muerte segura dentro del cuarto de desintegración Reachiana, por el delito de Secuestro de humanos.  

El emperador   de inmediato se dirigió a mí y casi me desmayo pues todavía me encontraba   impactado por lo que acababa de presenciar, pensando que a mi también me desintegrarían como a mi secuestrador, pero sorprendentemente el Emperador, en un tono amable y cordial, intentó disculparse conmigo, pero yo no podía entender   lo que decía el juzgador, pues hablaba un lenguaje Reachinoide, muy diferente y extraño al español. Sin embargo, por la forma amable con que me hablaba, sospeché   que me concedería conservar la vida.

Así, intenté expresar con movimientos, señas, gestos y como pude,   quién y de dónde yo era para que me devolvieran

a mi casa, sin lograr que ellos tampoco me entendieran.

Me puse a meditar una forma certera para que me identificaran y me pudieran situar, ocurriéndoseme cantar:

“Mexicanos, al grito de

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