Sufijos Prefijos
Enviado por ivetterojas • 6 de Agosto de 2014 • 398 Palabras (2 Páginas) • 423 Visitas
EL NIÑO CALABRÉS
SÁBADO 22. AYER TARDE, MIENTRAS EL MAESTRO nos daba noticias
del pobre Roberto, que deberá andar con muletas, entró el director
con otro alumno, un niño de cara muy morena, de cabello
negro, ojos también negros y grandes con las cejas espesas y juntas.
Toda su ropa era de color oscuro y llevaba un cinturón de
cuero negro alrededor del talle. El director, después de haber
hablado al oído con el maestro, salió dejándole a su lado al muchacho,
que nos miraba espantado. Entonces el maestro lo tomó
de la mano, y dijo a la clase:
–Alégrense. Hoy entra en la escuela un nuevo alumno, nacido
en Calabria, a muchos kilómetros de aquí. Quieran a este
compañero que viene de tan lejos. Ha nacido en la tierra gloriosa
que dio a Italia hombres ilustres, y hoy le da honrados trabajadores
y valientes soldados; es una de las comarcas más hermosas
de nuestra patria, en cuyas espesas selvas y elevadas montañas
habita un pueblo, lleno de ingenio y de coraje; háganle ver que
todo chico italiano encuentra hermanos en toda escuela italiana
donde ponga el pie.
Dicho esto, se levantó y nos enseñó en el mapa de Italia el
punto donde está la provincia de Calabria. Después llamó a Ernesto
Derossi, que es el que saca siempre el primer premio. Se
levantó.
–Ven aquí –añadió el maestro.
Derossi salió de su banco y se colocó junto a la mesa, enfrente
del calabrés.
–Como el primero de la escuela –dijo el profesor–, da el
abrazo de bienvenida, en nombre de toda la clase, al nuevo compañero;
el abrazo de los hijos del Piamonte al hijo de Calabria.
Derossi murmuró con voz conmovida: «¡Bienvenido!», y
abrazó al calabrés, éste le besó en las mejillas con fuerza. Todos
aplaudieron.
–¡Silencio!... –gritó el maestro–. En la escuela no se aplaude.
Pero se veía que estaba satisfecho, y hasta el calabrés parecía
hallarse contento. El maestro le designó sitio y le acompañó
hasta su banco. Después, repuso.
–Recuerden bien lo que les digo. Lo mismo que un muchacho
de Calabria está como en su casa en Turín, uno de Turín
debe estar como en su propia casa en Calabria; por eso lidió
nuestro país cincuenta años y murieron treinta mil italianos. Se
deben respetar y querer todos mutuamente cualquiera de ustedes
que ofendiese a este compañero por no haber nacido en nuestra
provincia, se haría para siempre indigno de mirar con la frente
en alta la bandera tricolor.
Apenas el calabrés se sentó en su sitio los más próximos le
regalaron lápices y estampa, y otro chico, desde el último banco,
le mandó
...