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Trastorno de identidad


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2015  •  Resumen  •  4.710 Palabras (19 Páginas)  •  246 Visitas

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En un mundo en el que lo único permanente es el cambio ¿la identidad puede permanecer estática, inmutable, sin transformación alguna? Pareciera que la incertidumbre del entorno en el que habitamos también trasciende las fronteras personales de la construcción subjetiva de la identidad y, sin embargo, hay algo que pareciera quedar inalterado, a salvo de la confusión que impera alrededor. Erikson ha llamado a dicho factor de continuidad interior como mismidad1 , es decir el sentido del ser que va unido a la percepción de continuidad de la propia existencia en el tiempo y en el espacio, unida a la noción de que otros reconocen tal existencia. La permanencia en el tiempo de la identidad es un factor relevante. Laing (1961) define a la identidad como “ aquello por lo que uno siente que es “él mismo” en este lugar y este tiempo, tal como en aquel tiempo y en aquel lugar pasados o futuros; es aquello por lo cual se es identificado”2 . 1 Erikson la denomina Inner sameness (o mismidad interna) que significa la capacidad de seguir siendo la misma persona internamente, independientemente de las circunstancias. 2 Citado por RODRIGUEZ SANCHEZ, J.L., 1989, Trastorno de identidad , factor común en los alumnos “problema”, de bachillerato, Tesis maestría de Psicología Clínica, Departamento de Psicología, Universidad de las Américas-Puebla, México. “Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran: la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez, a modelarse, a transformarse, a interrogarse (a veces sin respuesta) a preguntarse para qué diablos han llegado a la tierra y qué deben hacer en ella.” Gabriel García Márquez La identidad 18 Capítulo 2 La identidad es considerada como un fenómeno subjetivo, de elaboración personal, que se construye simbólicamente en interacción con otros. La identidad personal también va ligada a un sentido de pertenencia a distintos grupos socio- culturales con los que consideramos que compartimos características en común. Ello, en correspondencia con un proceso dialéctico de formación de la propia identidad, a partir de la representación imaginaria o construcción simbólica de ella (autodefinición) y la identidad social que se elabora a partir del reconocimiento, en la propia identidad, de valores, de creencias, de rasgos característicos del grupo o los grupos de pertenencia, que también resultan definitorios de la propia personalidad. Es una especie de acuerdo interior entre la identidad personal que se centra en la diferencia con respecto a los otros y la identidad social o colectiva que pone el acento en la igualdad con los demás. Tajfel (1981) ha definido a la identidad social como aquella parte del autoconcepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia. Asimismo, asocia esta noción con la de movimiento social, en la que un grupo social o minoría étnica promueve el derecho a la diferencia cultural con respecto a los demás grupos y al reconocimiento de tal derecho por las autoridades estatales y los exogrupos. Carolina de la Torre plantea la siguiente definición de identidad personal y colectiva: “Cuando se habla de la identidad de un sujeto individual o colectivo hacemos referencia a procesos que nos permiten asumir que ese sujeto, en determinado momento y contexto, es y tiene conciencia de ser él mismo, y que esa conciencia de sí se expresa (con mayor o menor elaboración) en su capacidad para diferenciarse de otros, identificarse con determinadas categorías, desarrollar sentimientos de pertenencia, mirarse reflexivamente y establecer narrativamente su continuidad a través de transformaciones y cambios. […]…la identidad es la conciencia de mismidad, lo mismo se trate de una persona que de un grupo. Si se habla de la identidad personal, aunque filosóficamente se hable de la 19 La identidad igualdad consigo mismo, el énfasis está en la diferencia con los demás; si se trata de una identidad colectiva, aunque es igualmente necesaria la diferencia con “otros” significativos, el énfasis está en la similitud entre los que comparten el mismo espacio sociopsicológico de pertenencia.”3 Asimismo, De La Torre hace referencia a la necesidad de las personas de construir una identidad individual y colectiva, sobre todo por la sensación de seguridad y estabilidad que proporcionan. Resulta gratificante el sentido de pertenencia a diversos grupos humanos, “que se ven a sí mismos con cierta continuidad y armonía, dadas por cualidades, representaciones y significados construidos en conjunto y compartidos.” Además, con la siguiente aclaración: “…la durabilidad, profundidad y sentido de estas identificaciones puede ir desde pertenecer al club de fans de la Charanga Habanera, hasta sentirse parte de los sin tierra, de la comunidad latinoamericana, o de la identidad universal del ser humano. Pero las grandes identidades no necesariamente se contradicen con las otras, por más complejas que sean las maneras en que se relacionen.”4 Se puede decir que la identidad colectiva o social por excelencia es la humana. Pertenecer al equipo humano debería ser tenido como punto de partida (o de llegada) de toda construcción identitaria o autoconcepto de identidad. A partir de allí, cada uno puede identificarse con el resto de los grupos sociales y culturas que colorean este mundo. De este modo, se evitarían muchos prejuicios y discriminaciones. En el mismo sentido y en contra de la discriminación entre grupos, Pettigrew (1986) ha elaborado la hipótesis del contacto, afirmando que el trato entre los miembros de grupos diferentes lleva a actitudes más positivas de unos hacia otros. Para ello, se debe fomentar la cooperación entre ellos y una 3 DE LA TORRE, Carolina, 2001, Las identidades, una mirada desde la psicología, La Habana: Centro de Investigación y Desarrollo de la cultura cubana Juan Marinello. 4 DE LA TORRE, Carolina, 2007, “Identidad, identidades y ciencias sociales contemporáneas: conceptos, debate y retos”, disponible en: http://www.psicologia-on line.com/articulos/ 2008/05/identidad_identidades_y_ciencias_sociales.shtml. 20 Capítulo 2 posición social aproximada (sentido de la condición de iguales, de posibles interlocutores).5 Marcela Lagarde define a la identidad personal enfatizando el carácter activo del sujeto en su elaboración, que toma lo que considera necesario y deja a un lado lo que no precisa, del siguiente modo: “ la identidad tiene varias dimensiones: la identidad asignada, la identidad aprendida, la identidad internalizada que constituye la autoidentidad. La identidad siempre está en proceso constructivo, no es estática ni coherente, no se corresponde mecánicamente con los estereotipos. Cada persona reacciona de manera creativa al resolver su vida, y al resolverse, elabora los contenidos asignados a partir de su experiencia, sus anhelos y sus deseos sobre sí misma. Más allá de las ideologías naturalistas y fosilizadoras, los cambios de identidad son una constante a lo largo de la vida. Sus transformaciones cualitativas ocurren en procesos de crisis. Por ello, la identidad se define por semejanza o diferencia en cuanto a los referentes simbólicos y ejemplares. Cada quien es semejante y diferente. Finalmente, cada quien crea su propia versión identitaria: es única o único.”6 Los cambios de identidad como una constante a lo largo de la vida, que menciona Lagarde, nos recuerda a Heráclito y su teoría del devenir. Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. El río fluye constantemente y nosotras cambiamos inevitablemente con él. Asimismo, menciona las crisis personales como promotoras de esos cambios de identidad que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Tales crisis pueden ser impuestas por el entorno y, por ello, se las denomina crisis externas o puede provocarlas el propio sujeto, con su crecimiento, a veces ligado a las edades críticas o ciclos vitales. Estas últimas crisis reciben la denominación de internas. González de Rivera, además, hace referencia a “…situaciones intermedias que, sin ser propiamente 5 WORCHEL, COOPER, GOETHALS, OLSON, 2002, Psicología Social, Thomson, Gengage Learning Editores, ISBN: 9706860789. 6 LAGARDE, Marcela, 2000, Claves feministas para la mejora de la autoestima, Madrid: Horas y Horas, p. 61. 21 La identidad externas, tampoco son exactamente causadas por nosotros mismos ni forman parte inevitable del desarrollo vital…”, como meras actividades que tienen un principio y un fin, ya sea terminar los estudios, cambiar de trabajo, para citar algún ejemplo. También, refiere que las crisis humanas vienen en todos los tamaños, desde el más estrictamente individual hasta el más universal (2006,44). Además se han descrito las crisis sociales como aquellas situaciones en las que las creencias y normas habituales en las que se apoya el entramado social de una comunidad han dejado de ser operativas, no propician la cohesión social y se va generando la desintegración de los individuos de sus colectivos de pertenencia, según Durkheim. En la actualidad, se presencian crisis globales, como la financiero-económica, generadora de recesión, de desempleo y, en definitiva, de situaciones de exclusión social. Ante ello, la percepción social es de inseguridad, de incertidumbre y el entramado social se resiente. En este punto, corresponde preguntarse cómo las recurrentes crisis influyen en las conformaciones identitarias de las personas. Sin duda, las crisis tienen incidencia en la personalidad. Cuando los sentimientos de incertidumbre y las situaciones difíciles o que entrañan sufrimiento se apoderan de la vida personal, los sujetos pueden experimentar un estado que Viktor Frankl denomina “vacío existencial”, como la percepción de que la vida carece de sentido. Pero, “…cuando nos encontramos sin remedio y sin esperanza, enfrentados a situaciones que no podemos modificar, incluso entonces estamos llamados y se nos pide que cambiemos nosotros mismos.”7 La pregunta de 7 FRANKL, Viktor, 1977, Ante el vacío existencial, Barcelona: Herder Editorial, ISBN: 978- 84-254-1090-1, p.37. 22 Capítulo 2 un sentido de la vida se impone en la conciencia de los individuos precisamente cuando las cosas van de mal en peor, sobre todo, porque el ser humano no es un simple sujeto pasivo de su entorno, él siempre interpreta y elabora los hechos o acontecimientos sociales. En efecto, el ser humano no es un mero producto o resultado de los condicionantes sociológicos, psicológicos y bioló- gicos de su entorno y las crisis pueden ser oportunidades de propia realización y de encontrar el sentido de la propia vida.8 De hecho, el ser humano goza de la suficiente libertad para adoptar una postura personal ante tales condicionantes. El nos aclara: “ El hombre no está absolutamente condicionado ni determinado; al contrario, es él quien decide si cede ante determinadas circunstancias o si resiste frente a ellas. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sí mismo. […] no se limita a existir sino que decide cómo será su existencia, en qué se convertirá en el minuto siguiente.”9 Y plantea que “ la esencia de la existencia es la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular.”10 Nietzche decía que todo lo que no acaba conmigo me hace más fuerte. Por vía del sufrimiento siempre se tiene la oportunidad de aprender y conquistar algún valor. En igual sentido, en China, la palabra crisis es designada con un vocablo con dos significados: el de peligro y oportunidad, como si se tratara de las dos caras de una misma moneda. La buena noticia es que las crisis personales se superan y el dejarlas atrás, sin duda, transforma al sujeto. Ya no es igual a como solía ser antes de la crisis, quizás, ha elaborado otra concepción del mundo. No hay que olvidar que la identidad es un “devenir constante”: una parte admite cambios y otra, perma- 8 FRANKL, Viktor, 1946, El hombre en busca de sentido, Barcelona: Herder Editorial, ISBN: 84-254-2331-7, p.149. 9 FRANKL, Viktor, 1946, El hombre en busca de sentido, Barcelona: Herder Editorial, ISBN: 84-254-2331-7, p.150. 10 FRANKL, Viktor, 1946, El hombre en busca de sentido, Barcelona: Herder Editorial, ISBN: 84-254-2331-7, p.131. 23 La identidad nece inalterable. Lagarde recuerda que asumir una identidad es un proceso de construcción subjetivo y, a la vez, creativo. González, en consonancia, expresa que: “ para superar con éxito una crisis, tenemos que ser, ante todo, honestos y exactos en la percepción de lo que nos ocurre. Es cierto que no basta con eso, sino que, además, hay que ser creativos en la búsqueda de las soluciones, certeros en la toma de decisiones y efectivos en su aplicación práctica.”11 Y, más adelante, agrega que “ La conciencia personal se va construyendo gracias al descubrimiento de que en medio de cambios, rupturas y separaciones, algo permanece constante.[ ] la unificación de una consciencia y la constitución de una identidad autodefinitoria, cuyo nú- cleo conseguimos mantener constante a lo largo de toda la vida, a pesar de que el resto esté en continúo proceso de cambio.” (2006:50) Desde el punto de vista del proceso evolutivo, las crisis pueden ser clasificadas en cuatro etapas, cuya comprensión puede ser de ayuda en el momento de enfrentarlas y superarlas. Las etapas son explicadas brevemente en el siguiente cuadro, que sigue el esquema que plantea González de Rivera12. 11 GONZALEZ DE RIVERA, José Luis, 2006, Crisis emocionales, Madrid: Editorial Espasa Calpe, ISBN: 84-670-2014-8, p. 14. 12 GONZALEZ DE RIVERA, José Luis, 2006, Crisis emocionales, Madrid: Editorial Espasa Calpe, ISBN: 84-670-2014-8, p. 62-64. 24 Capítulo 2 Cuadro 2 .1 . Clasificación evolutiva de las crisis Primera fase: shock o de fuerte impacto Se evidencia un cambio brusco y sustancial en la situación vigente en la vida del sujeto, quien se siente afectado profundamente, con un fuerte estrés. Experimenta sensaciones de confusión, impotencia y desamparo. Segunda fase: desorganización crítica Sentimiento de indefensión y desorientación del sujeto. Siente que no dispone de los recursos necesarios para afrontar la crisis y puede asumir conductas autodestructivas o encaminadas a solicitar ayuda. Se emprenden actividades como consecuencia de la crisis. Tercera fase: resolución Si alguna de las actividades emprendidas resuelve la crisis, aquí se termina el ciclo, pero lo habitual es que las actividades fallen y la presión que siente el sujeto por resolverla, se acreciente. Se encuentran nuevas formas de hacer frente a los problemas que suscita la crisis o a buscar nuevas fuentes de ayuda. Esta fase representa el núcleo central de la crisis, momento en el que se toman las decisiones importantes. O se estimula la creatividad del individuo para resolver la crisis o se avivan mecanismos de evitación o retraimiento. Cuarta fase: retirada final Se llega a esta fase final si la crisis no se ha resuelto en las fases anteriores, aquí se termina de un modo u otro, en forma de retirada: por la muerte (suicidio), por la negación de uno mismo (psicosis) o por un cambio de vida radical. Fuente: GONZALEZ DE RIVERA, José Luis, 2006, Crisis emocionales, Madrid: Editorial Espasa Calpe, p. 62-64. 25 La identidad La Identidad de género La perspectiva de género pretende que la sociedad sea consciente de que los roles que se asignan al hombre y a la mujer, a raíz de su diferencia sexual, y que son considerados “naturales”, sean asumidos, en realidad, como meras conceptualizaciones socioculturales con raíces profundas en la sociedad contemporánea. Los roles de género son construcciones culturales de los roles sociales que una determinada sociedad le atribuye a los hombres y mujeres de forma diferenciada, en un cierto momento histórico. En palabras de Marta Lamas: “Si bien las diferencias sexuales son la base sobre la cual se asienta una determinada distribución de papeles sociales, esta asignación no se desprende “naturalmente” de la biología, sino que es un hecho social.” Las mujeres gitanas están sumidas en comunidades patriarcales dentro de una sociedad que aún reproduce un sistema tradicional de patriarcado, no obstante notables cambios hacia la equidad de género. Según Lagarde: “la pertenencia a una etnia minorizada [ ] dificulta aún más el desarrollo personal de las mujeres. Lo personal es un universo conectado con la sociedad, y es preciso lograr transformaciones macrosociales, que abarquen a todas las mujeres, para hacer ese universo menos ominoso y crear el marco de oportunidades para todas las mujeres, y evitar que para ello deban emprenderse los mismos caminos cada vez.”13 La cultura de un grupo social condiciona los comportamientos subjetivos de las personas que lo integran. La modifica- 13 LAGARDE, Marcela, 2000, Claves feministas para la mejora de la autoestima, Madrid: Horas y Horas, p. 54. 26 Capítulo 2 ción de ciertas pautas de conducta que coinciden con roles socio-culturales adjudicados en forma de mandatos, por el propio grupo de pertenencia, puede generar que la persona o personas responsables de dicho cambio sean estigmatizadas o discriminadas por dicho grupo. Las mujeres gitanas han seguido, por generaciones, reproduciendo las mismas tareas que realizaban las mujeres significativas de su entorno y de lo que aquí se trata es que no lo hagan por inercia, sino que cada una busque lo que quiere hacer y lo que quiere ser en su vida, por sí misma. Siempre intentando de que su cambio, el asumir la responsabilidad de su propia vida, no cause el efecto no deseado de ser discriminada por su familia ni por la comunidad gitana de la que forma parte. El reconocimiento por parte del grupo de pertenencia Todo ser humano, para la construcción de su dimensión individual y colectiva, busca el reconocimiento por parte del grupo. Ello, lleva aparejado el cumplimiento de determinadas expectativas del grupo. El riesgo de cumplir con las expectativas de los demás es que las mismas se encuentren en franca contradicción con los propios deseos o metas de desarrollo del individuo. Para empezar, se debe dejar en claro que la familia es la institución por excelencia de la comunidad gitana, desde donde se imponen los mecanismos de reconocimiento. Ellos se distinguen según estén dirigidos a los hombres o a las mujeres gitanas. Los mecanismos de reconocimiento para las mujeres gitanas son los que se describen a continuación: • Autoridad: depende de las variables sexo y edad, otorgando mayor autoridad al sexo masculino y a las edades más avanzadas, por lo que la mujer frecuentemente se encuentra en una posición de subordinación frente al hombre. 27 La identidad • Conyugalidad: posiciona a las mujeres en un estatus de mayor reconocimiento dentro de la comunidad, frente a una mujer soltera. • Maternidad: rol fundamental que, incluso, es asignado desde antes de ser madres debido a que desde edades tempranas las niñas gitanas se responsabilizan del cuidado de sus hermanos/as y familiares dependientes. • Fidelidad: siendo considerada como “un don divino” de la feminidad gitana, minimizándose el castigo si es el hombre el que rompe el pacto. • Protagonismo: las funciones principales se desarrollan en el ámbito privado o intra-comunitario, el espacio público no preocupa ni debe preocupar a la mujer gitana.14 No obstante lo aquí expuesto, actualmente, se viven momentos de profundas transformaciones en los que sostener a rajatabla algunas de las reglas mencionadas, resulta muy complicado para las familias y la comunidad gitana en general. En efecto, se están aceptando ciertos cambios que la realidad impone, como los que se señalan a continuación: • Los oficios a los que la comunidad gitana se ha dedicado tradicionalmente están en declive, por lo que se hace necesario salir a formarse para conseguir un trabajo digno. • El nivel de vida ha subido y el poder adquisitivo se ha estancado, por lo que se hace preciso que más de un miembro aporte ingresos económicos a la unidad familiar, favoreciendo la inserción laboral de las mujeres. • La “democratización de las relaciones” ocasiona que se contemplen las separaciones y los divorcios como una opción más, obligando en algunos casos a que las mujeres sean el único soporte económico de la familia. • La planificación familiar y económica es necesaria, ya no se puede vivir el día a día, sino que hay que pensar en el futuro, planificarlo y actuar en consecuencia, con la intención de que éste sea mejor. 14 GONZÁLEZ CORTÉS, Carmen, en “Romipen en femenino. Gitaneidad en femenino.” 28 Capítulo 2 • La vida misma obliga a tomar decisiones a favor de comportamientos modernos, a veces cuestionadas por el entorno comunitario, al ser incompatibles con los mecanismos de reconocimiento tradicionales.15 En el intento de responder a los mandatos tradicionales y a las tendencias modernas, las mujeres gitanas contemporáneas viven una doble vida, de trabajo visible e invisible, de esfuerzos reconocidos y no reconocidos. En ocasiones, al intentar salvaguardar la identidad gitana, se producen radicalizaciones de los modelos femeninos tradicionales, las mujeres se apropian de rasgos culturales típicamente gitanos que permitan una diferenciación cultural con el exogrupo como estrategia de resistencia: para que el grupo de pertenencia vea que no dejan de ser gitanas aunque asuman algunos comportamientos “más modernos”. Esto ocurre, sobre todo, en los casos en que aún se considera que la formación de las mujeres está reñida con el ser una “buena gitana”. Impera una doble moral que, por un lado, alienta a seguir con los procesos individuales de superación, y por otro, cuestiona el que se abandonen rasgos tradicionales de la identidad cultural gitana. Pese a todas las dificultades, las mujeres gitanas se atreven a construir sus identidades, intentando compaginar las tendencias modernas junto a las tradicionales. Los ciclos vitales Las identidades no son estáticas sino que el individuo las va construyendo según las circunstancias y las diferentes etapas de desarrollo. Tener en cuenta el ciclo vital en el desarrollo de la propia identidad es un legado de Erikson, quien ha sido el primero en comprender que la maduración de la personalidad de un sujeto se efectúa por fases de desarrollo que son consideradas universales, es decir que rigen para todos los seres humanos. No obstante, la existencia de particularidades 15 GONZÁLEZ CORTÉS, Carmen, en “Romipen en femenino. Gitaneidad en femenino.” 29 La identidad propias de cada cultura provocan que el sujeto deba adaptar su crecimiento a los significados particulares que su entorno socio-cultural la asigne a cada fase del ciclo vital. En otras palabras, según González de Rivera: “el desarrollo psicológico sigue un esquema general que se completa en etapas críticas sucesivas. El conjunto tiene que formar siempre un todo armónico e integrado y un fallo en alguna de las etapas inevitablemente repercute en todas las demás. Cada una de ellas tiene su momento y su entorno apropiado. No es bueno retrasarse mucho, porque la persona clave en cada momento puede dejar de estar disponible al cabo de cierto tiempo. Tampoco es bueno adelantarse, porque una maduración prematura puede dificultar la solidificación de los logros de la fase anterior.”16 Ahora bien, Erikson ha denominado a las crisis propias de cada etapa de desarrollo como crisis normativas. Estas crisis del ciclo vital o crisis normativas reúnen las siguientes características: 1 . Son normativas: todo ser humano debe afrontarlas para el desarrollo de su personalidad. 2 . Deben facilitar la epigénesis de la personalidad: el desarrollo de la personalidad del individuo tiene lugar a través de fases o etapas en el que sus potencialidades innatas deben encontrar un entorno que propicie un crecimiento saludable. 3 . Son secuenciales: cada crisis permite el aprendizaje de un recurso interior o capacidad que va a ser necesario para afrontar la etapa siguiente. 4 . Pueden resolverse en éxito o en fracaso: cada crisis puede resultar en un éxito o en un fracaso del sujeto en superarla, según alcance (o no) los objetivos propios de cada fase o, en otras palabras, logre (o no) desarrollar las capacidades que requiere cada etapa.17 16 GONZALEZ DE RIVERA, José Luis, 2006, Crisis emocionales, Madrid: Editorial Espasa Calpe, ISBN: 84-670-2014-8, p. 159. 17 GONZALEZ DE RIVERA, José Luis, 2006, Crisis emocionales, Madrid: Editorial Espasa Calpe, ISBN: 84-670-2014-8, p. 159. 30 Capítulo 2 En el ciclo vital del ser humano se diferencian la etapa de la gestación, la niñez, la adolescencia, la edad adulta joven y la edad madura. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), establecer con exactitud los períodos de edades que comprende cada etapa es prácticamente imposible, ya que los ciclos de inicio y fin son variables según las circunstancias psicosociales, dependiendo de cada persona y de su contexto.18 En el modelo socio-cultural de la comunidad gitana, reviste una especial importancia las etapas de la adolescencia y de la juventud, sobre todo, porque se estimulan el empleo y el matrimonio a una edad temprana, cuando aún no ha finalizado la construcción de la identidad del individuo. Correspondería preguntarse cómo repercute la asimilación de semejantes responsabilidades en la construcción de la propia identidad. Entonces, dentro de la comunidad gitana, el período de la adolescencia (10-15 años) se caracteriza por ser la etapa del aprendizaje, de la definición del sí mismo. Se invierte el tiempo en la formación, en la capacitación, en los eventos lúdicos. Los índices de responsabilidad no son altos. En cambio, en el ciclo de la juventud (15-24 años) se comienza la fase de la producción, bien sea económica o familiar. Producción hacia el sistema, perpetuarlo y mejorarlo en la medida de lo posible. La responsabilidad es alta y con repercusiones comunitarias. A estas etapas corresponde el inicio de la construcción de la identidad personal que se relaciona con la búsqueda de la propia definición de sí mismo del sujeto (autodefinición) y la aceptación o reconocimiento del entorno significativo de la identidad que va adquiriendo. La decisión crítica de quién se es y de qué se quiere hacer con la vida personal es la más difícil de tomar y, según la cultura de pertenencia, esta decisión se posterga, por lo menos, hasta los dieciocho años aunque generalmente se tarda más. Pero en la comunidad gitana, generalmente, las tradiciones han impuesto tiempos más cortos y los mandatos dictan que la elección de un oficio en los hombres o la necesidad en las mujeres de contraer matrimonio a 18 GONZÁLEZ CORTÉS, Carmen, en “Romipen en femenino. Gitaneidad en femenino.” 31 La identidad una edad temprana para cumplir con las tareas reproductivas. No obstante, ahora se viven tiempos de cambios en las tradiciones y de menor presión en los mandatos culturales, sobre todo, porque la comunidad gitana está siendo permeable a las exigencias de modernidad provenientes del entorno socio-cultural con el que convive. Quizás como producto de la complejidad de la vida actual, las costumbres más férreas están cediendo espacio a comportamientos más flexibles y abiertos, a transformaciones y adaptaciones al entorno que parecen necesarias para la propia supervivencia. Por ejemplo, se puede mencionar la búsqueda de mayor cualificación laboral por lo cual se empieza a aceptar la importancia de los estudios secundarios y universitarios, retrasando por ello la inserción laboral de los menores. O, asimismo, el mandato de que la mujer debe ser únicamente madre y esposa devota está empezando a admitir como peculiaridad (hasta que tal vez, en lo futuro, sea aceptado como normalidad) la formación y capacitación profesional de las mujeres. 32 Propuesta de Trabajo 1: Autonombrarse Objetivos: v Reflexionar sobre nuestra identidad v Tomar conciencia de la integralidad de nuestra identidad v Trabajar la afirmación de nuestra identidad y sentirnos orgullosas de quiénes somos v Conocer en profundidad a nuestras compañeras de viaje Desarrollo: Marcela Lagarde, antropóloga mexicana (entre otras cosas) en su publicación: “Cuadernos inacabados nº 48: Para mis socias de la vida “19 nos propone que para desarrollar liderazgos tenemos que presentarnos en todo nuestro esplendor. Ya que cada una de nosotras somos muchas cosas y debemos tomar conciencia y sentirnos orgullosas de ello. La dinamizadora da la bienvenida a las participantes del taller y les provee de hojas y bolígrafos, posteriormente les informa que tienen unos minutos para hacer un listado de los aspectos que consideren más relevante en sus historias vitales, no solo aquello que les gusta o disgusta, sino especialmente qué y quién es cada una de ellas. Por ejemplo: - Nombre - Edad - Genero - Orientación sexual 19 Lagarde y de los Ríos, Marcela: “Cuadernos inacabados nº 48 para mis socias de la vida…” Ed. Horas y Horas. Madrid. 33 - Cultura - Estado conyugal - Profesión / Oficio - Estudios - Estado de salud, enfermedades importantes de su vida - Grupos en que participan - Aspectos familiares: aún tienen padres, hijos o hijas, hermanos, tíos y tías, etc. - Con quién viven y en donde - Capacidades y habilidades que destacan de sí mismas - Otros Cada una de las participantes del taller tiene 5 minutos para presentarse de viva voz Se puede reflexionar sobre los aspectos que hayan coincidido, cómo se han sentido al escucharse a sí mismas, Recursos: Hojas y bolígrafos suficientes para el grupo Duración: Para grupos de 10 personas unos 60 min.

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