Vargas
Enviado por fguj • 21 de Mayo de 2014 • Informe • 653 Palabras (3 Páginas) • 371 Visitas
Los pioneros del Arte Corporal y del Performance Art en Venezuela, (aunque ellos nunca lo llamaron así) fueron los maestros: Armando Reverón y Nicolás Ferdinandov… pero quienes en verdad amaron en los 70s y 80s el Performance Art en Venezuela fueron: María Luisa González (Nan), Jennifer Hachshaw (Yeny), Pedro Terán, Alfred Wenemoser, Claudio Perna, Diego Barboza, Antonieta Sosa, Ángel Vivas Arias, Héctor Fuenmayor, Diego Rísquez, Carlos Castillo, Juan Loyola, Marco Antonio Ettedgui, Rolando Peña y Carlos Zerpa…
De todos ellos me identifico con Juan Loyola, considero que el hizo lo mismo que los artistas del happening, Fluxus y el accionismo vienés, romper con las convenciones sociales, políticas y formales a través del arte. Por eso lo tomo como mi antecedente venezolano. En cierta ocasión satirizo a Paulina Gamus ministra de cultura, vestido de mujer y con una peluca que imitaba el peinado de la funcionaria y en ridiculizante caricatura de franco desafío al poder y las autoridades, pronunció un “discurso” en un salón del que lo habían excluido.
Las acciones de Juan las llamaría Happening, porque el irrumpía, protestaba en los salones de arte sin ser invitado y en las calles, dijo en una oportunidad haber cultivado el arte del performance como respuesta natural a la actitud generalmente intransigente de "esas personas que tienen cuotas de poder dentro del arte", continua "Yo no soy un artista que ha llegado al performance porque lo haya decidido así, porque me da nota; yo llegué al performance porque me empujaron a la calle".
Me gusta el HAPPENING como técnica porque me permite intervenir en el mito de la experiencia directamente de lo vivido; no se contenta con interpretar la vida, participa en su desarrollo, en la realidad. Tal actitud postula un lazo profundo entre lo vivido y lo alucinatorio, lo real y lo imaginario. Es un lenguaje, en el cual cada artista aporta un contenido diferente, es un lenguaje en acción, que se busca a sí mismo, un lenguaje cuya forma y contenidos abiertos se fundan en el juego dialéctico inmediato de los tres elementos permutables a la voluntad: El autor, los ejecutantes y el público. Tanto como lenguaje alucinatorio o como medio de expresión colectiva, el happening exige un modo de percepción plurivalente, una total apertura a los instintos. Cada happening posee una maraña de significaciones ligadas a un contexto psicológico y social preciso. Requiere un estado de espíritu especial y libre de prejuicios. Sin ello el espectador corre el riesgo de ser víctima de la mecánica de su propia mirada.
Esta mecánica tiene tendencia a erigirse en dogma y entonces empuja con toda su fuerza de inercia hacia la incomunicabilidad, la censura y otras convenciones culturales. No hay juicio estético o moral que no dependa estrechamente del estado afectivo de quien lo juzga. Todo acontecimiento percibido y vivido por muchas personas como
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