Vida Y Obra De Homero
Enviado por wanc • 28 de Septiembre de 2012 • 1.704 Palabras (7 Páginas) • 3.434 Visitas
Homero, nombre que en griego significa rehén; es una leyenda y las pocas esculturas que se conocen representándolo generan gran desconfianza entre los especialistas que dudan realmente de si existió o no, algunos suponen que era natural de Asia menor e hijo de Meón; otros le hacen natural de Eólida e hijo de Cretis y Meles. Era un rapsoda (en lengua Griega, surtidor de cantos) y andaba de pueblo en pueblo hacia el siglo X antes de cristo, por las aldeas griegas, contando las historias, materia de sus libros Iliada y Odisea. La gente lo oía fascinante porque empleaba el lenguaje como los cantores orales de hoy; desde los copleros y trovadores populares, hasta los diablos del rock, pasando por los decímeros, los Bluesmen del jazz y demás juglares. Homero es, en el mundo occidental (el nuestro), el primer contador de historias.
Como pocos personajes en la historia de la cultura humana; la figura de Homero, el poeta ciego, ha sido rodeada por un aura legendaria, casi divina. Herodoto creía que Homero había vivido cuatro siglos antes que él.
Si tal cosa fuese cierta, podríamos situar a Homero en el siglo IX a.C. no obstante, hay tantas versiones acerca de su vida, que este o cualquier otro dato debe considerarse como una referencia puramente hipotética. Incluso, existen siete ciudades Griegas que se disputan el honor de haber sido la cuna del poeta. Colofón, Cumas, Pilos, Itaca, Esmirna, Argos y Atenas le discuten a Quios, la primera opcionada tal privilegio.
Sobre su nacimiento en la ciudad de Salamina de Chipre, se conserva el siguiente epigrama, atribuido al poeta helenístico Alceo de Mesene, en el que Homero protesta sobre su origen salaminio, y niega que se erigiera una estatua suya en esta ciudad y que su padre fuera un tal Demágoras.
Hoy por hoy se ha abierto paso entre los estudios de la hipótesis de que el nombre de Homero no corresponde a un ser humano común y corriente. Se cree con este apelativo la tradición ha simbolizado a un grupo de poetas que tuvieron la responsabilidad de armar en común la enorme estructura poética que ha llegado hasta nosotros; sean cuales fueren la cuna, la época en que vivió y el origen del nombre del rapsoda, lo importante es que los poemas existen y son bellos. Queden esas rebuscas y sutilezas para los eruditos. Entre tanto evoquemos con la imaginación al andrajoso trovador ciego que va, de mano del lazarillo, cantando sus epopeyas y sonoros versos. En versos tan puros, tan llenos de armonía, de contenido heroico y de ática gracia que han perdurado triunfal y gloriosamente a través de los siglos.
Sin embargo, y mas allá de cualquier disputa historicista, la Iliada y la Odisea únicos poemas conservados entre los tantos que se suponen creados mas alto de la expresión épica humana. Profundamente emparentados con el mito, y enraizados en una sociedad altamente humanista respetuosa del individuo y de su excelencia, las dos obras se consideran, sin llegar a dudas, verdaderas descripciones simbólicas de su tiempo.
En ellas, el heroísmo, virtud propia de nobleza, nos habla de un universo humano extremado y poderoso.
Y al fin de cuentas de estas dos obras deriva una manera vital y la historia humana en su totalidad, que hasta nuestros días, tan distantes del alma de lo Homérico, configuran un espíritu colectivo, un modelo de belleza social, o cuando menos, la posibilidad de concebir un mundo profundamente sagrado y majestuoso.
Homero es, de manera directa, el padre de toda la literatura griega posterior: el teatro, la historiografía e incluso la filosofía, llevan la huella de los temas, cómicos y trágicos, planteados en estas epopeyas, así como de las técnicas homéricas. Para los últimos poetas épicos de la literatura occidental Homero ha sido siempre el maestro indiscutible (aun cuando, como en el caso de Dante, no conocieran sus obras directamente). Pero curiosamente, para sus más notables seguidores, la obra de Homero fue tanto modelo como objetivo. Así por ejemplo, la Eneida de Virgilio viene a refutar el sistema individualista de valores de la épica homérica; y en las escenas más homéricas de El paraíso perdido, del poeta inglés John Milton, las estrofas que describen la batalla en el cielo, son esencialmente cómicas. En lo que respecta a la novela, Don Quijote de La Mancha (1605), de Miguel de Cervantes, o Ulises (1922) del irlandés James Joyce, cuanto más homéricas son más tienden a la parodia y la burla de la épica. Lo cierto es que desde los tiempos de Homero, ningún autor ha logrado reunir su genio épico y su erudición.
Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero. La muerte, siempre según el seudo Herodoto, lo sorprendió en Íos, en el curso de un viaje a Atenas. Los problemas que plantea Homero cristalizaron a partir del siglo XVII en la llamada «cuestión homérica», iniciada por François Hédelin, abate de Aubignac, quien sostenía que los dos grandes poemas a él atribuidos, la Ilíada y la Odisea, eran fruto del ensamblaje de obras de distinta procedencia, lo que explicaría las numerosas incongruencias que contienen. Sus tesis fueron seguidas por filólogos como Friedrich August Wolf. El debate entre los partidarios
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