Ética y política (Ensayo final)

Ética y política (Ensayo final)

La gestión de la complejidad requiere sabiduría y capacidad. Si por sabiduría entendemos la comprensión de la realidad y por capacidad, las estrategias y habilidades para solucionar problemas complejos de esa misma realidad, habremos formulado el perfil idóneo del político como el delegado por la sociedad para solucionar sus problemas. Como la sociedad es plural en sus perspectivas, intereses e ideología ética, existen varios proyectos políticos que intentan dar soluciones a los problemas. Y cada ciudadano vota en función de lo que piensa que son sus intereses.

Sin embargo, no se puede atender a las creencias de más de 130 millones de personas que habitan México, porque se sabe que cada una tiene diferencias en su pensamiento. Por eso la línea ética por la que un político debe cumplir su función tiene que ser universal, es decir, que aplique para todos, pero también debe ser buena para todos. A pesar del rechazo total que puedan tener las personas acerca de una ley, si esta tiene su fundamento valido en el bien común y es justa  entonces debe seguirse.

El problema se presenta cuando la ética universal y del bien común no es conocida, ni siquiera investigada por los políticos. Una persona que no es ética y que tampoco conoce a fondo el tema, sus acciones se verán limitadas a su perspectiva personal, lo cual contribuiría a la injusticia social y al desgarramiento del tejido social. Ejemplos existen muchos, todas aquellas reformas que benefician a unos pocos u observar el nivel de dinero que se gasta en campañas comparado con la deuda del país o con las aportaciones del país a la ciudadanía.

1. Unión inherente entre política y ética

Es ilógico hablar sobre desunión en estos dos ámbitos, aunque actualmente gran parte de la población no ve congruencia en esto, de hecho, desde Maquiavelo se ha generado una visión política como si fuera un arte de conseguir y conservar el poder. El poderoso primer ministro de la Reina Victoria de Inglaterra, Disraeli, solía repetir “en política no existe el honor”^[1]. Por eso la idea de política sin ética no es nueva y tampoco incomprensible no es una novedad.

Ahora bien, si la ética tiene como fundamento primero la naturaleza humana, es imposible separar esa naturaleza de las actividades que se realicen, un político no deja su naturaleza humana para ingresar a un puesto. Por tanto todas las acciones, por mínimas que sean perfeccionan o alejan al ser humano en su modo natural de ser, que ese es el objeto formal y material de la ética. La política es una acción y afecta de modo directo a la sociedad. Se puede concluir entonces que la ética siempre estará en todas las acciones que el ser humano realice, proponiendo las mejores, el hecho de que no se apliquen, ese ya es otro problema.

Otro argumento para afirmar que son inseparables es que, cualquier actividad humana, ejercida libremente tiene intrínsecamente una dimensión ética. En cualquier lugar donde la toma de decisión toma lugar entra la ética. El hombre es esencialmente un animal ético^[2].

Suponer que la política no tiene nada que ver con la ética implica que la vida pública no tiene nada que ver con la vida privada. Algunos piensan que las convicciones y comportamientos morales privados nada tienen que ver con las decisiones de gobierno. La decisión de embriagarse es del ámbito ético y no tiene ninguna relación con el gobierno del pueblo. Esta postura no es del todo exacta, la vida pública influye en la privada, y la vida privada en la pública. La pobreza generada en México a causa del enriquecimiento de otros por corrupción es un ejemplo.

...