Del uso razonado del Anacronismo

Ensayo 1: “Del uso razonado del Anacronismo”
Carranza Morales Ian Manuel

Este texto aborda la cuestión del anacronismo en la historiografía desde diversas perspectivas y enfoques a lo largo de la historia, la importancia del debate y la crítica en la historiografía, y cómo a lo largo de la historia, se han producido cambios en la forma en que se aborda el anacronismo, desde desafiar la autoridad basada en la antigüedad hasta adoptar enfoques más científicos y contextualizados.

Lucien Febvre en la búsqueda del “utillaje mental” concepto que define como: "el conjunto de las categorías de percepción –los sentidos–, de conceptualización –las ideas–, de expresión–las palabras–, y de acción –los gestos– que estructuran tanto la experiencia individual como la colectiva", prohibía toda forma del anacronismo, incluso llegándolo a catalogar como el mayor de los pecados para un aprendiz historiador en su Rabelais. En esta obra se acusa a Lefranc de cometer anacronismo al haber analizado textos del sigo XVI con la mentalidad del siglo XX, argumentando que fue realizado al adrede ya que niega la incredulidad de la época.

El anacronismo es considerado un error para el historiador ya que distorsiona la comprensión del pasado, dificultando su análisis y perdida de la precisión al estudiar eventos pasados, evitar el anacronismo busca preservar el contexto de la obra que se esta analizando.

Nicole Loraux siendo una investigadora perteneciente a la corriente de la antropología histórica de la antigua Grecia, justifica el uso del anacronismo, invitando al historiador a comprender el tiempo pasado y cómo este puede ser comparado con los tiempos actuales, bajo el argumento de que este análisis se debe realizar respetando reglas fundamentales y no solo simplemente proyectar mecánicamente nuestras categorías actuales en el pasado.

Aboga por un uso preconizado, para realizar una transposición, es decir no buscar elementos modernos en el pasado ni buscar antecedentes. Si no que analizar el presente y buscar los vestigios de la antigüedad en la era actual. Ella resalta lo importante que es explorar problemas del pasado en el corazón del presente.

En vez de un enfoque como el de Febvre que trata de respetar la visión del pasado tal y como era sin someterlo a un análisis con un enfoque actual, propone un enfoque reflexivo y analítico de forma cuidadosa hacia la historia y entender su relevancia en el mundo actual.

Ella a su vez critica la tendencia de los historiadores de la antigüedad con formación en las humanidades clásicas y de extracción literaria de desconectarse de sus raíces en el pasado con el objetivo de presentarse como figuras serias. Denuncia este enfoque, con el objetivo de mostrar como este dogma sobrevalora la búsqueda de pruebas e ignora la existencia de ambigüedades en las fuentes y asume una transparencia del pasado.

Loraux argumenta que los lectores e historiadores deben evitar dos extremos: una lectura demasiado cercana que pierda la perspectiva histórica y una lectura demasiado distante que desvincule el texto de su contexto cultural y género. Sin embargo, Loraux denuncia a Tucídides como un cercano con argumentos que cuestionan la metodología y la transparencia de Tucídides como historiador, así como su intencionalidad en la construcción de su obra y su impacto en la investigación contemporánea, contradiciendo su argumento de evitar la perspectiva histórica.

La crítica a Tucídides por parte de Loraux parece estar fundamentada en una comprensión anacrónica de las prácticas historiográficas, ya que se le juzga según estándares posteriores a su tiempo.

La perspectiva de Jacques Rancière sobre el anacronismo invita a repensar la relación entre el pasado y el presente en la escritura histórica. Su argumento es que las anacronías pueden ser herramientas, de carácter poético usadas de forma positiva en la historiografía, creando un debate interesante sobre cómo abordamos y comprendemos el pasado.

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