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El Mal o El drama de la Libertad


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2022  •  Ensayo  •  1.719 Palabras (7 Páginas)  •  58 Visitas

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GIMNASIO INGLES CAMPESTRE

Valentina Valbuena Muñoz

  Resumen  Capitulo 12

El Mal o El drama de la Libertad

Rüdiger  Safranski

Profundización

GRADO 10

2018

EL MAL  O EL DRAMA DE LA LIBERTAD

RESUMEN  CAPITULO  12

El espíritu del tiempo seguía otros caminos. Se pretendía conducir a la sociedad hacia tiempos felices, el hombre tenía que alcanzar la posesión plena de las fuerzas positivas de su esencia. Era difícil, pues los pensadores sabían que el hombre estaba hundido todavía en el lodo de un mal pasado que se resistía a desaparecer, a pesar de la Poesía y Filosofía. Algunos poetas que se consideraban la vanguardia tales como Gautier, Flaubert o Baudelaire tenían un poco de esa liberación.

Gautier escribió: “He perdido por completo la conciencia del bien y del mal; podría contemplar a sangre fría las escenas más crueles en el sufrimiento e infortunio de la humanidad hay algo que no me desagrada”.

Flaubert se imagina un Oriente bárbaramente salvaje:

“Sudán, ¡vaya, sigamos adelante!,  Quisiera ver el salvaje malabar y sus danzas, en las que los hombres se matan; sus vinos traen la muerte como un veneno, sus venenos son dulces como el vino. El mar, el mar azul, lleno de corales y perlas, de nuevo se hace eco de las sagradas orgías, que se celebran en cuevas del monte, el cielo sin nubes se refleja en el océano al acecho, los tiburones siguen los barcos y devoran a los muertos”.

Éstos son los sueños del joven Flaubert. Mientras estuvo agarrado al mal en una “lucha cuerpo a cuerpo” y le dio una forma artística, “He investigado a fondo la locura y el placer, y me he ocupado de ellos tan deliberadamente, que espero no caer en la demencia y ser otro marqués de Sade.”

Pero el arte sólo protege contra el mal, si uno se entrega a él sin reservas. Flaubert no sabe exactamente si quiere esta paz. Pero Flaubert no es ningún crítico social, sino un poeta con mirada maligna. Despoja lo cotidiano del gozo de lo usual. Su aislamiento de la realidad alcanza a  satisfacer su odio y su hostilidad. Su pasión es una malvada incapacidad de reconciliación. “Si tenemos una imagen clara ante los ojos, siempre escribimos bien. Pero dónde habría de verse más claramente lo verdadero que en la fría exhibición de la miseria humana.”

 

Baudelaire, no indiferente al mundo burgués, en el poema inicial de Las flores del mal busca una musa fea. Su elección un horror del vacío, la atracción del agujero negro en el interior. “El aburrimiento come, fatigados los ojos de lágrimas sin voluntad, piensa en cadalsos, fumando con placer su narguile; tú conoces, lector, este mórbido espantajo, tú, hipócrita lector, mi semejante, mi hermano.”

 A finales de siglo aparece “El corazón de las tinieblas”, la narración de Joseph Conrad. Tenía que hacer la ruta del Congo. Es un relato de Marlon un Marinero experto. Este se había dejado guiar por una fantasía de su niñez. El Congo, aquel “río enorme” que en el mapa parecía una “inmensa serpiente desplegada”, cuya cabeza está en el mar y cuyo cuerpo se enrosca a través de espacios inmensos, terminando su cola en el interior profundo del país. Hacia allí está ahora en camino.

El territorio salvaje, misterios del que no quiere hablar y quizá tampoco oír se habla siempre del misterioso agente Kurtz, que ha llegado al  interior del país. No ha vuelto, pero envía grandes cantidades de marfil a través del río. Hay rumores de que Kurtz, perteneciente en tiempos a una “sociedad internacional para la eliminación de costumbres salvajes” y autor de muchos discursos filantrópicos, pero dice que se ha ahora en un monstruo. Saquea su distrito con absoluta carencia de escrúpulos; asesina, roba y ha sometido a su voluntad a una tribu entera. Es venerado como brujo y escenifica rituales con desórdenes orgiásticos. Ha logrado conquistar un “puesto elevado entre los demonios del país”. Marlow nota poco a poco que, en definitiva, su interés por el viaje se cifra tan sólo en el encuentro con Kurtz.

Lo encuentra en su puesto avanzado, enfermo, esquelético, pero con una voz poderosa todavía; hay que escucharlo, no es posible desprenderse de él. La choza está rodeada de cabezas humanas, empaladas y ya secas. Un día, mientras se deslizan por la orilla, la vida de Kurtz llega a su fin. En su rostro se muestra una expresión mezclada de orgullo, poder cruel, espanto y desesperación sin límites. Marlow cree que está ante un instante de perfecto conocimiento. Kurtz dice en voz queda, antes de morir: “¡El horror, el horror!”.

Joseph Conrad hizo lo suyo para llevar al lector tras huellas falsas, e innumerables interpretaciones de esta enigmática narración las han seguido con tacto. Apocalypse Now, la adaptación para el cine que hizo Francis Ford Coppola. Parece la interpretación de que el territorio salvaje ha penetrado en Kurtz y ha despertado en él el propio salvajismo bárbaro, haciendo estallar los límites de la civilización.

La tierra salvaje se desenmascara como algo que rechaza por completo cualquier sentido; pierde su significado, que la orientación por la que el hombre busca una significación se ha perdido irrevocablemente, y se encuentra solitario.  Algún tiempo después de la muerte de Kurtz, también enferma Marlow. También él lucha ahora con la muerte. Según sus palabras:

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