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Filosofía como disciplina racional


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2018  •  Reseña  •  1.294 Palabras (6 Páginas)  •  188 Visitas

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Introducción

  1. ¿Qué es la filosofía?

a.1. Filosofía como disciplina racional

        En este curso, vamos a abordar una serie de problemas desde el punto de vista de la filosofía. Por esta razón, es conveniente definir, de manera más o menos precisa, qué es la filosofía. En efecto, la filosofía tiene una manera particular de abordar los temas de los que se ocupa, distinta a la de la física, la biología, la psicología experimental y tantas otras ciencias, aun cuando los temas puedan coincidir. Por ejemplo, no es lo mismo ocuparse del fenómeno de la mente humana desde las neurociencias que desde la filosofía, aun cuando estas dos disciplinas sean compatibles e, incluso, complementarias. Veamos, entonces, qué es la filosofía y en qué se diferencia de las demás disciplinas.

        Es útil comenzar con un pequeño texto de Deleuze y Guattari, dos filósofos franceses contemporáneos, en el que se intenta dar una idea de lo que es la filosofía:

Todo filósofo huye cuando escucha la frase: discutamos un poco. Las discusiones son buenas para las mesas redondas, pero es sobre otra mesa que la filosofía lanza sus dados. Lo menos que podemos decir es que las discusiones no harían avanzar el trabajo, porque los interlocutores no hablan nunca de lo mismo. Que alguien tenga tal opinión y piense esto y no esto otro, ¿en qué puede afectar a la filosofía mientras los problemas que están en juego no son indicados? Y cuando estos son indicados, el objetivo ya no es más discutir, sino que crear conceptos indiscutibles para el problema que uno se ha asignado. La comunicación siempre llega demasiado temprano o demasiado tarde, y la conversación es siempre excesiva en lo que respecta a la creación. Se tiene a veces de la filosofía la idea de una comunicación perpetua como ‘racionalidad comunicacional’ o como ‘conversación democrática universal’. Nada es menos exacto y, cuando un filósofo critica a otro a propósito de algo, lo hace a partir de problemas y sobre un plano que no eran los del otro y que hacen fundirse los antiguos conceptos como se puede fundir un cañón para sacar de ahí armas nuevas. Nunca estamos al mismo nivel. Criticar no es más que constatar que un concepto se desvanece, pierde sus componentes o adquiere otros que lo transforman cuando se sumerge en un nuevo medio. Pero aquellos que critican sin crear, aquellos que se contentan con defender lo que se ha desvanecido sin saber darle las fuerzas para volver a la vida, aquellos son la herida de la filosofía. Están animados por el resentimiento, todos esos discutidores, esos comunicadores. No hablan más que de ellos mismos enfrentando generalidades vacías. La filosofía se horroriza de las discusiones. Siempre tiene otra cosa mejor que hacer. El debate le parece insoportable, no porque esté demasiado segura de sí misma: al contrario, son sus incertidumbres las que se la llevan hacia otros caminos más solitarias” [Gilles Deleuze, Félix Guattari, Qu’est-ce que la philosophie, Minuit, Paris, 2005 (primera edición 1991),  pp. 33-34].

        El anterior texto presenta una idea de la filosofía según la cual estaría destinada a “crear” conceptos nuevos. De acuerdo a este modo de concebir la disciplina, el objetivo de la filosofía no sería el de “conocer” la realidad, sino que el de crear conceptos nuevos que permitan modificar el modo de enfrentarnos a dicha realidad. La filosofía, por lo tanto, no buscaría “descubrir” lo que las cosas son en sí mismas, sino que elaborar nuevos conceptos para modificar el mundo. El filósofo no sería aquella persona que, por un gran deseo de conocer la realidad, dedicaría su vida a la reflexión y al estudio. El filósofo sería únicamente aquel que inventa ideas nuevas. Su tarea principal sería el “pensamiento”, entendido como una actividad mental en la que prima lo subjetivo y lo creativo por sobre lo objetivo. De este modo, de todas las personas que se dedican de una u otra manera a la filosofía – por ejemplo, escribiendo sobre temas relacionados con esta o enseñándola –, solo merecerían el título de “filósofos” aquellos que desarrollan “ideas nuevas”, sea lo que sea que esto quiera decir. A causa de lo anterior, la filosofía no se prestaría ni para el debate ni para la argumentación racional.

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