La naturaleza y la verdad
Enviado por soysolecita • 6 de Agosto de 2019 • Resumen • 1.748 Palabras (7 Páginas) • 153 Visitas
´
La naturaleza y la verdad
La ética es el arte de vivir conforme a la naturaleza. La naturaleza humana es algo objetivo. Se puede conocer y distinguir de la animal. Luego en ella hay una verdad. Es más, es la gran verdad para el hombre que debe de conocer para identificarse y conformarse con ella, no con la del búfalo. No debemos olvidar que lo característico del hombre es el conocimiento y la voluntad. ”La verdad os hará libres”. En la naturaleza encontraremos la gran verdad del hombre.
¿Qué es la verdad?. La verdad es la adecuación del entendimiento a la realidad de las cosas. El origen de la verdad es la misma realidad. Cuanto mejor la conozcamos más estaremos en la verdad.
El hombre, con su naturaleza racional, descubre la verdad de las cosas, el ser propio de las cosas y el suyo.
La naturaleza es la esencia constitutiva de un ente y es el principio de sus operaciones específicas. En el caso de la naturaleza humana es norma de la actividad humana.
Las cosas funcionan por una ley, la de su propia naturaleza que hace que todo alcance su fin.
El hombre también tiene una naturaleza la humana, que le califica como persona humana.
El obrar sigue al ser. En el caso de las cosas o animales se consigue la realización por leyes o instintos ciegos. En el caso del hombre es la libertad la que hace posible su propia realización como persona humana que hace el bien y actúa conforme a su naturaleza racional.
La verdad sobre el hombre. La realización del hombre, ciertamente, debe apoyarse en convicciones verdaderas. El hombre está llamado a realizarse en la verdad. Fuera de la verdad, la existencia humana acaba oscureciéndose y casi insensiblemente, se entenebrece en el error y puede llegar á falsearse a si mismo y su vida prefiriendo el mal al bien. Sin la verdad, el hombre se mueve en el vacío, su existencia se convierte en una aventura desorientada y su emplazamiento en el mundo resulta inviable. En la situación cultural contemporánea, es necesario, ante todo, recordar y proclamar estas afirmaciones.
Hay que afirmar particularmente que el hombre, aun en medio de oscuridades, tiene capacidad para penetrar con auténtica certeza la racionalidad que la sabiduría divina ha marcado en el mismo hombre y en el entorno en que éste se mueve. Por su inteligencia, reflejo de la luz de la mente divina, puede descubrir en si mismo y en el "lenguaje de la creación" la voz y manifestación de Dios (GS n. 22 Cfr. ibidem 14 y 15), llegando a formarse juicios de valor universal sobre si mismo, sobre las normas de conducta y su última meta. Gracias a su participación en la verdad de Dios, adquiere el hombre certezas que reclaman de él su adhesión total. Negar que la verdad existe y se hace perceptible para el hombre equivale a sustraer a sus opciones libres toda orientación razonable.
Porque existe la verdad y porque el ser humano está hecho para encontrarla en libertad responsable es posible igualmente asentar la vida personal y colectiva en un conjunto de certezas sobre el ser y el sentido de la vida y actuar del hombre. El hombre, en su condición itinerante, no tiene un plano topográficamente exacto del terreno, pero cuenta con una brújula que orienta su itinerario y le ayuda a elegir en las encrucijadas.
Hay naturaleza humana. Hablamos, y nos entendemos, de comportamientos "humanos" y de comportamientos "inhumanos"; de "naturales" y "antinaturales" (que no es lo mismo que "artificiales"). Hay hombres "humanos" y "hombres inhumanos", hombres que destacan por optimizar sus propios talentos y otros "deshumanizados", que se han echado a perder inmersos en el mundo de la droga, de la prostitución o de cosas de semejante linaje. ¿Qué sentido podría tener nuestro léxico, si no hubiese naturaleza humana? Hay una distinción patente, aunque la frontera no aparezca siempre nítida a nuestra observación, entre lo humano y lo inhumano. Las fronteras no siempre aparecen bien definidas, pero es indudable que hay lindes. El límite de lo humano es lo inhumano: por ejemplo los campos nazis de concentración son inhumanos; los campos marxistas de Camboya o Cuba, la violencia sexual, la esclavitud..., son cosas inhumanas. "El obrar sigue al ser", es un axioma antiguo, que significa dos cosas: a) que todo ser es dinámico, operativo, tiende a la acción; b) que la operación específica de cada ser es proporcionada a la categoría del propio ser: no puede rebasarla y no debe reducirse voluntariamente a un nivel inferior. Para poder estar satisfechos (satis-fechos) y ser felices necesitamos comportarnos de manera adecuada a nuestro ser, a la altura de la dignidad que nos corresponde, empleando a fondo nuestra libertad, sirviéndonos de las leyes que rigen el perfeccionamiento personal. Por lo tanto, podemos sentar un principio ya evidente: la ley que impone la naturaleza no es tanto un límite como una potencia activa. Son las leyes del arte de vivir humanamente la libertad interior creciente.
La naturaleza humana no es ni la inclinación subjetiva ni la suma de voluntades.
La inclinación subjetiva. Si la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad, la verdad depende más de lo que son las cosas que del sujeto que las conoce. Ese sentido tienen los versos de A. Machado: ¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela.
Es el sujeto quien debe adaptarse a la realidad, reconociéndola como es, de forma parecida a como el guante se adapta a la mano. Pero no siempre sucede así. El subjetivismo surge precisamente cuando la inteligencia prefiere colorear la realidad según sus propios gustos: entonces la verdad ya no se descubre en las cosas, sino que se inventa a partir de ellas.
...