MITOS DE DEMÉTER Y PERSÉFONE
Enviado por Oswaldo Carlos Guzman Pantoja • 16 de Septiembre de 2015 • Ensayo • 15.648 Palabras (63 Páginas) • 382 Visitas
MITOS DE DEMÉTER Y PERSÉFONE
“Deméter, antiquísima diosa griega de la naturaleza y la fecundidad. Hija de Crono y Rea, pertenece a la segunda generación divina. Su nombre la designa como Madre de la Tierra…
“A diferencia de Gea, que representa a la Tierra en sentido cosmogónico, Deméter es la diosa de la tierra cultivada, la que alimenta a los hombres. Al concederle el don de los cereales, en particular del trigo, Deméter les pidió pasar del estado salvaje a la cultura ya a la civilización… Deméter tuvo de su hermano Zeus una hija a la que adoraba, Core. Hades, dios de los Infiernos, se enamoró de ella. Un día que la joven recogía flores en una pradera de Sicilia, cerca del Edna, la tierra se abrió a sus pies y de sus profundidades surgió un carro tirado por cuatro caballos negros que raptó a la joven, arrastrándola al reino de las sombras.
“Alertada por los gritos de socorro de su hija, Deméter recorrió el mundo con una antorcha en cada mano, en una búsqueda angustiada que duró nueve días y nueve noches. El empeño fue en vano. Helio, que todo lo ve, le reveló, al fin, la verdad. Deméter se negó, entonces, a regresar al Olimpo y cumplir con sus funciones divinas. La desaparición de Deméter había sumido a la tierra en la desolación: el suelo estaba yermo y los hombres y los animales corrían el peligro de extinguirse. Ante la catástrofe que se avecinaba, Zeus ordenó a su hermano que devolviera a la joven, que en los Infiernos había recibido en nombre de Perséfone. Fingiendo acatar las órdenes de Zeus, el astuto Hades hizo que Perséfone, que hasta entonces se abstenido de todo alimento, comiera un grano de granada, símbolo del matrimonio. Así selló el destino de Perséfone, pues ningún ser viviente que hubiera comido en el reino de los muertos podía volver a salir de ellos.
“Como Deméter se negaba. Pese a todo, a aceptar la pérdida definitiva de su hija, Zeus encontró una fórmula conciliadora: Perséfone permanecería junto a Hades, su esposo, la tercera parte del año (en algunas versiones sería medio año), pero volvería a subir a las moradas olímpicas, junto a su madre el tiempo restante. De este modo, primavera sube la sabia a las plantas y Deméter, feliz, cubre la tierra con su manto de vegetación durante el verano hasta que las semillas caen al suelo y se hunden en la tierra, que vuelve a conocer, entonces, la desolación del invierno”.
Diccionario de Mitología Clásica, dirigido por René Martín, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1998, p. 38).
HECHICERÍA Y RECURSOS CON FINES AMATORIOS
CÁRDENAS SANTANA, Alejandra (1999), en Hechicería, saber y transgresión. Afromestizas en Acapulco: 1621, México, Imprenta Candy, pp.25 – 27.
El Procurador General del Santo Oficio de la Inquisición, Antonio Gutiérrez, de la orden de los dominicos, llegó a principios de diciembre de 1621 al puerto de Acapulco en calidad de comisario del Santo Oficio.
El Acapulco que Fray Antonio Gutiérrez pudo observar era una zona privilegiada por la naturaleza, con tierras fértiles, maderas preciosas y una población pluriétnica –en su mayoría afromestizos 1, indígenas, mestizos, filipinos 2, y unas cuantas familias españolas- que organizaba sus vidas en torno al comercio marítimo, especialmente al galeón de las Filipinas que llegaba al puerto por la Navidad y se regresaba usualmente en el mes de marzo 3.
Entre los casos que le tocó resolver 4 se encontraba el de tres mujeres: Cathalina González, Isabel de Urrego y Juana María. Durante un año Fray Antonio Gutiérrez escuchó las denuncias de nueve mujeres y un hombre que afirmaban que estas afromestizas llevaban una vida “infame” y realizaban una serie de prácticas que el comisario calificó de hechicería, por lo que decidió detenerlas y enviarlas a la ciudad de México para ser juzgadas. El expediente 5 no contiene el juicio, ni pudo encontrarse la sentencia en las actas de la inquisición.
Los denunciantes afirmaron que Cathalina González y sus compañeras traían a los hombres embaucados, dándoles chocolate mezclado con sangre menstrual, tostada en un comal, esperma de perro y nuez moscada, ésta última masticada, tragada y regurgitada. De esa manera, dijeron los denunciantes, encantó a un peruano de nombre Juan Fernández cuya casa fue regada por Cathalina González con el agua resultante del ritual.
“Isabel de Urrego se sacón tres gotas del dedo del corazón y las mezcló con ciertas raíces para darlas de beber a un hombre”, afirmaron los denunciantes. Dijeron también que Isabel de Urrego encargó a Ana Balmaceda, vecina de Ayutla, que llevase un recado al peruano Pedro Juárez, amante de Isabel. Ana escarbó la tierra del umbral de la puerta y enterró un paño con un contenido desconocido. En otra ocasión, según las actas inquisitoriales, Isabel le quitó a Pedro Juárez tres pelos del bigote y, envueltos en hojas de una planta, los enterró en la puerta de su casa con el fin de que nunca la dejase.
En el expediente consta que Isabel de Urrego realizaba otras prácticas: “trajo unas hojas grandes de la laguna, las cuales regaba y trataba con palabras dulces como a su galán, diciéndoles palabras tiernas y requiebros”7 y después se encerró con Ana Vargas en un aposento.
Una de las acusaciones más graves contra Isabel de Urrego consiste en que fue vista con Juana María, alias “la sierva”, sentada entre sus faldas y dándole de cada bocado que comía un poquito, “diciéndole como si fuera su amor: ¡Come mi vida! ¡Come mi alma” 8.
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