Maquiavelismo: análisis del pensamiento político en el Príncipe.
Enviado por BohemianKid • 11 de Abril de 2016 • Ensayo • 2.431 Palabras (10 Páginas) • 397 Visitas
Maquiavelismo: análisis del pensamiento político de Maquiavelo en El Príncipe
Niccolo Machiavelli nació el tres de mayo de 1469 en la entonces República de Florencia. Hijo de una familia relativamente acomodada, recibió excelentes estudios durante su juventud y se reveló como un joven astuto y con una gran retórica y discurso, lo que lo llevó a entrar al servicio de la República a la corta edad de veintinueve años como Secretario de la Señoría, volviéndose un activo diplomático de ésta. Por catorce años ejerce el puesto, destacándose por ser un agente activo y eficiente. Maquiavelo, al igual que Sócrates, no podía vivir sino en su ciudad y para su ciudad. Llegó incluso a participar como estratega de la reconquista de Pisa y reclutando jóvenes florentinos para la infantería. Su época dorada como servidor público terminó con el derrocamiento de la República por parte de los Médicis y por lo cual Maquiavelo es destituido, torturado y exiliado. Es durante su exilio que Maquiavelo realiza sus grandes escritos, como Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio y el afamado Il Principe, así como muchos otros trabajos, obras y poemas. Muere ignorado y calumniado por la sociedad florentina por un supuesto apoyo a los Médicis posterior a su caída del gobierno florentino en 1527.
Il Principe sigue generando una gran controversia a su alrededor, la misma que levantaría en el siglo XVI al ser publicado. ¿Cuál es el motivo de tanto revuelo alrededor de el Príncipe? A mí juicio, podemos encontrar dos formas de entender a Il Principe, la crítica o la valorativa. La valorativa, ampliamente extendida desde la muerte de Maquiavelo, lo trata como un texto denigrante que alaba y otorga legitimidad a las crueldades y el despotismo de los gobernantes a favor de la continuidad del Estado. No ayudó a la reputación del trabajo del florentino la relación que sus detractores establecieron entre el diplomático y su principal objeto de estudio –y hasta de admiración- el oscuro Cesar Borgia. Fue tan injusta la crítica a Maquiavelo que demuestra que los detractores únicamente leían en el Príncipe lo necesario para llegar en cuanto se pudiera a una conclusión ya oficialista, sin ahondar verdaderamente en el rico análisis político de Maquiavelo. Tampoco ayudó que Mussolini se apoderara de la teoría política del Príncipe para convertirlo en teoría del Estado totalitario. Mussolini solía afirmar: “En la concepción de Maquiavelo, el Príncipe es el Estado…Al pueblo no le queda sino un monosílabo para afirmar y obedecer […]”[1] Es difícil distinguir hasta qué punto ese razonamiento es maquiaveliano o mussoliniano, pero Gramcsi, en sus Notas sobre Maquiavelo, concibe la dicotomía pueblo-soberano de una manera distinta, algo que explicaré más adelante. La cuestión de la amoralidad en la obra de Maquiavelo es verdadera, ¿cómo podría calificarse de moral sus consejos respecto al uso “positivo” de la crueldad o su valoración del miedo por encima del amor del pueblo? Tales postulados han causado que Maquiavelo sea visto como un hombre déspota, que prácticamente acuña la frase “el fin justifica los medios” y es tan difamado que el adjetivo “maquiavélico” pasó a designar a alguien “que actúa con astucia y doblez.”[2]. Tal entendimiento del pensamiento maquiaveliano es inexacto e incompleto y es algo que procederé a esclarecer. De manera crítica, es innegable afirmar que esta obra es, por excelencia, el inicio de la transformación de la política en una ciencia. ¿Por qué una ciencia y por qué Maquiavelo es el primero en hacer esa transición? Tanto el Príncipe como Los Discursos comparten una particularidad que los distingue a otros escritos políticos de la época: la observación y comparación. Maquiavelo, al ser un diplomático tan activo, fue testigo de los aciertos y errores políticos de grandes hombres como el rey Luis XII de Francia o su prospecto de Príncipe por excelencia, Cesar Borgia. Tales observaciones le permitieron crear un juicio y un criterio sumamente realista, en base a lo cual sostiene sus afirmaciones en el Príncipe; el primer escrito político en usar el método científico. Como tal, el Príncipe es una especie de manual de buen gobernante; a diferencia de escritos de la época renacentista italiana, Maquiavelo lo desarrolla de manera sencilla y concisa, nada de panneggiato, sino veritá effettual y lo estructura de esta manera porque el texto está dirigido a Lorenzo de Médicis, quien era el nuevo gobernante de Florencia. Maquiavelo pretendía demostrarle a Lorenzo los conocimientos que poseía y que podía poner a su servicio, era su anhelo regresar al servicio público, pero Lorenzo pareció no importarle en lo más mínimo el gesto de Maquiavelo, se cuenta incluso que el mismo día que el florentino fue a ofrecerle el Príncipe en persona, Lorenzo se alegró más al recibir unos perros de caza de parte de algún nombre italiano, lo que causó que ignorara por completo el texto de Maquiavelo.[3] Reitero en esto porque es muy importante para entender el pensamiento político de Maquiavelo, el Príncipe es un libro de ciencia; de ciencia política y debe ser analizado como tal, puesto que la amoralidad es una característica de la ciencia, en el Príncipe la ciencia política es desarrollada de la misma manera, respondiendo antes ante lo que es útil, necesario y verdadero que a lo moral. Pablo Badillo destacaba la observación científica de la política por parte de Maquiavelo afirmando que éste “afrontaba el estudio del fenómeno político utilizando métodos propios de las ciencias de la naturaleza, cuando se enfrenta a dichos hechos intenta contemplarlos y diseccionarlos exactamente igual que un naturalista observa y estudia a un determinado ser vivo”[4]. La autonomía de la política es la base del pensamiento maquiavélico, el poder no es más que la dominación de un hombre sobre otro y la política es el arte de conquistar este poder. De manera escolástica, Maquiavelo analiza el régimen político, los principados, y sus distintas formas de surgir, los trata como si fueran un fenómeno natural a fin de crear las leyes que rigen su nacimiento, evolución y posterior caída. Explicada la naturaleza científica de el Príncipe es necesario entender el contexto en el que Maquiavelo escribió su obra para entender así la configuración de su pensar político. La Italia renacentista no existía como tal sino que existía una dispersión política terrible, la península estaba dividida en principados, repúblicas, ciudades-estado y ducados, cada uno con costumbres e incluso un dominio distinto del italiano, un “saco de papas” como diría el doctor Javier Rosas de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Si algo compartían los principados italianos era un sentimiento de rivalidad y hasta de odio, como el de los florentinos hacia los venecianos. Los principales poderes italianos en la época de Maquiavelo eran el Reino de Nápoles, el Ducado de Milán, las Repúblicas de Florencia, Venecia y Génova y, por supuesto, los Estados Pontificios. Maquiavelo pasó su vida anhelando la unificación italiana en un Estado fuerte y soberano como España, Francia e Inglaterra y este imperioso deseo fue el que marcó su pensar político. Maquiavelo no era ningún hombre malvado y sin moral, Maquiavelo era un racionalista y un realista; observar de cerca los grandes errores de los poderíos italianos y su incapacidad de unificar la región provocó que el florentino prefiriera dejar de lado el idealismo para reflejar y explicar la realidad de manera cruda y hasta irónica. Esto es lo más destacable del pensamiento Maquiavélico; su abrupta honestidad. Pasemos a analizar los elementos de el Príncipe. El príncipe es lo que actualmente llamaríamos político, el príncipe maquiavélico es descrito por Friedrich Meinecke como “de corte genialista y puramente heroico”[5], algo que Gramsci ya había señalado como el mito-príncipe[6], que identifica la descripción de éste por Maquiavelo como un organismo, no como un individuo, lo que es una concepción del Estado Moderno. Es en el príncipe en el que recae toda la responsabilidad del Estado. Se podría llegar a la conclusión de que para Maquiavelo el príncipe es el Estado en sí, pero más adelante Maquiavelo reconoce el poder del pueblo y de ahí sus recomendaciones para mantenerlo feliz y controlado. ¿Cuáles son las funciones del príncipe? Más allá de las que se puedan inferir a partir de la lectura, Maquiavelo deja clara su más importante responsabilidad: la continuidad del Estado. Suena obvio pero es un punto básico del pensamiento maquiaveliano. El príncipe debe defender su Estado y asegurar su supervivencia a cualquier costo, de aquí extrapolan sus detractores la famosa frase “el fin justifica los medios” pero si analizamos lo que afirma Maquiavelo: “Procure, pues, el príncipe conservar su estado y los medios serán siempre tachados de honrosos y ensalzados por todos porque el populacho se deja seducir por las apariencias y el acierto final y en el mundo no hay sino populacho”[7] encontramos no una teoría o un nuevo principio, encontramos una observación empírica que es real; así, lo maquiavélico no es lo amoral y engañoso sino una conclusión que se fundamenta en un profundo conocimiento psicológico del ser humano y un gran sentido común. Entre las características del príncipe está el uso de la fortuna y la virtud, la virtud es más sencillo entenderla si se le considera como una evolución del concepto griego de areté en su naturaleza ambigua pero que ejemplifica lo “mejor”, un conjunto de cualidades cívicas, morales e intelectuales, como lo describe Carlos Schrader[8]. La fortuna, pese a la racionalidad de Maquiavelo, juega un papel vital en el juego político y probablemente es adecuado por Maquiavelo de la filosofía griega, el azar es impredecible y tanto puede ayudar al príncipe como puede llevarlo a la ruina, aquí Maquiavelo expresa otra de sus famosas ideas en forma de una metáfora, sin duda sexista, pero que no la hace perder su verdadero significado: “Considero es preferible ser impetuoso y no cauto porque la fortuna es mujer y se hace preciso, si se la quiere tener sumisa, golpearla y zaherirla”[9]. El buen príncipe no se contenta con ser cauto sino que debe ser audaz y fogoso al actuar y someter a la fortuna a sus deseos. Otra famosa metáfora sobre el comportamiento del príncipe es la conciliación en su persona de dos importantes virtudes: la fuerza y la astucia, puesto que el buen gobernante se vale de las dos y se encuentra en desventaja cuando sólo goza de una, el príncipe debe ser león y zorra al mismo tiempo. Para pasar a concluir las relaciones del príncipe con sus súbditos es necesario esclarecer el pensamiento que Maquiavelo tiene sobre la naturaleza humana. Maquiavelo, una vez más, presume de su racionalismo: ”Porque de la generalidad del hombre se puede decir esto: que son ingratos, volubles, simuladores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro…el amor es un vínculo de gratitud que los hombres, perversos por naturaleza, rompen cada vez que pueden beneficiarse […]”[10]. Sin duda, Maquiavelo desconfía del hombre e insta al príncipe no sólo a cuidarse de él, sino a controlarlo siendo virtuoso y cruel conforme sea necesario. El uso positivo de la crueldad ha sido utilizado también por sus detractores para desprestigiar a Maquiavelo bajo una concepción moralista. Maquiavelo aconseja el uso de la crueldad únicamente con el fin de mantener unidos y fieles a los súbditos y para evitar un desastre posterior, puede ser interpretado como un castigo del padre a los hijos, responde al bienestar de estos últimos. Y para destruir más este argumento, Maquiavelo recomienda no hacer cosas que lleven a que los súbditos odien a su príncipe, pues deberá temer a un pueblo enojado antes que otra cosa. También destaca que el príncipe debe respetar, hasta cierto punto, la libertad de los ciudadanos, pues su principal anhelo es no ser sometidos y del cumplimiento de este deseo vendrá la convicción a no odiarlo, además el príncipe debe asegurarse de ser un “amante de la virtud, honrar a los ciudadanos que se distingan en las artes, ofrecer seguridad a éstos para realizar sus labores, premiar a los que engrandezcan o intenten engrandecer al Estado y prestar atención a los gremios o corporaciones que existan en las ciudades, reunirse con ellos y dar muestras de sencillez y generosidad sin olvidar la dignidad que lo inviste”[11]. Estos consejos demuestran la versatilidad del pensamiento de Maquiavelo y destruyen las supuestas pruebas de que su forma de política es imponer la voluntad del príncipe y que el fin justifica todos los medios.
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