Ontología de la disciplina-indisciplina en el Sistema Educativo

Ontología de la disciplina-indisciplina en el Sistema Educativo

Profr. Héctor Arturo Maestro Albañil

«En cuanto al poder disciplinario, se ejerce

haciéndose invisible; en cambio impone a aquellos a

quienes somete un principio de visibilidad obligatorio».

Michel Foucault, “Vigilar y castigar” IV, pp. 87.

No es una mentira que un estudiante de secundaria se percata de que se encuentra envuelto en un sistema que le impide explotar sus mejores cualidades y que se le impone, maneja, manipula, usa y explota en contra de su voluntad. No se equivoca, pues forma parte de todo un juego de relaciones de poder que coartan su día a día y que inciden en él de manera directa esté consciente o no. Diremos que eso que llamamos “problemas de indisciplina” o de “mala conducta” encajan perfectamente en el discurso de una buena formación en valores, mismo que por circunstancias socio-económicas-culturales ha cobrado auge en nuestra época, a diferencia de aquellos ayeres en los que en apariencia, todo funcionaba mejor.

Por lo general, partimos del hecho de que la escuela entiende como indisciplina a aquello que se aleja de lo que quiere, como una forma de no “poner atención”, una mala conducta, unas palabras altisonantes, una forma de poner desorden, de no cooperar con las actividades, como un problema de actitud, cuando no nos ponemos a pensar: ¿es cuestión del alumno, es culpa de nuestro sistema, nuestras actividades o de lo que pretendemos enseñarle, o acaso hasta de nosotros? Regularmente creemos que él es culpable de su problema, simplemente se les condena y se les reprueba, se les castiga y se les sanciona. Solemos inclinarnos por la primera aseveración: decimos que nuestro sistema no tiene la culpa y que el que reprueba ha sido aquel pobre. En cambio, a aquel que se somete y mejor se adapta al código de valores, reglas e imposiciones intelectuales de la escuela es al que premiamos dándole prestigio y dádivas sociales. Se difunde así el respeto al status quo y la veneración a la escuela. De algún modo esa es nuestra visión sobre la perspectiva de la institución ante la indisciplina. Es no estar adaptado del todo al sistema escolar, o no querer adaptarse, dependiendo del caso. Por favor, ¡no hay que caer en esa visión ciega, generalista, totalizadora, administrativa y torpe del sistema! Otra de las aseveraciones que completan nuestra visión acerca del problema es que según el Psicoanálisis, los seres humanos poseemos cierta especie de energía psíquica, denominada líbido (que es energía sexual) misma que se manifiesta en sentir afecto hacia algo o alguien o tener predilección por determinada especie de actividades; en el caso de los adolescentes se manifiesta en el hecho de querer descargarla en múltiples actividades como: correr, gritar, hablar, moverse, simplemente, sublimarla.

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