Principios de la Metafisica
Enviado por AlexFabila17 • 8 de Noviembre de 2020 • Ensayo • 3.853 Palabras (16 Páginas) • 178 Visitas
Acertijos de la Existencia
Fabila Cruz Omar Alejandro
Matricula: 2163050826
Metafísica y Ontología
Acertijos de la existencia un libro de Earl Connee y Theodore Sider hecho para un público que está entrando a la filosofía y sobre todo a la Metafísica, que es un tema no tan fácil de digerir para la gente en general. Lo que hacen los autores es hacerte todo más fácil de comprender mediante ejemplos y una fluidez increíble al leerlo. Para mí como estudiante se me hizo una experiencia maravillosa ya que entre página y pagina más te llega a interesar al ver como se tratan temas tan complejos como lo es la libertad o el mismo tiempo, pero sin duda mi tema favorito fue el primero: Identidad personal. Yo creo que es así por el tema de mi edad y las cosas que estoy viviendo día a día.
Dentro de todo esto me gustaría hacer una comparativa con un juego llamado Nier: Automata, lanzado el 23 de febrero de 2017 que a simple vista pareciera que es uno mas, pero en realidad junta varios temas metafísicos para darnos una buena experiencia, que al igual que el libro tiene el mismo objetivo de adentrarnos en temas filosóficos; ya sean la identidad personal, tiempo, dios, fatalismo, libertad, etc.
La relación de los videojuegos con la filosofía es un tema tan interesante como problemático. El carácter lúdico de lo primero parece tener poco en común con la gravedad que se le presupone a una actividad dedicada a intentar hacerse cargo de problemas tan inmensos como el de la justicia, la naturaleza del conocimiento o la ética. Y sin embargo, no son pocos los juegos que han intentado tener acercamientos a los temas filosóficos. Sobre el éxito de este tipo de intentos la verdad es que ha habido de todo, pero incluso en el mejor de los casos es difícil no notar un roce, una fricción extraña y difícil de explicar que parece existir en el centro de todos estos juegos. Para algunos tendrá que ver con la eterna problemática sobre si el ocio debe ser esclavo del divertimento o si, por el contrario, puede aspirar a algo más. Para otros puede tener que ver con el desajuste de introducir y expresar temas a través de un medio que necesariamente no puede hacerse cargo de ellos con el rigor y profundidad que dichos temas demandan. Para mí, sin embargo, lo que sucede es otra cosa muy diferente y tiene que ver con la forma que tenemos de percibir la filosofía. La filosofía está condenada a ser el elefante en la habitación. Quienes la estudian o la practican se convierten casi desde el principio en extraños, en figuras incómodas que parecen estar solo ahí para desagradar y arruinar el ambiente con sus observaciones impertinentes y su voluntad obstinada por querer hacer de todo un problema, algo que hay que resolver. Los ojos del filósofo son, en cierto sentido, los ojos de alguien que ha decidido despegarse de su realidad para mirarla desde una distancia diferente al resto de personas. Esa distancia, en la que reside la clave de esa cosa llamada perspectiva y que es lo que permite a cierta gente brillante darse cuenta de cosas que pasan desapercibidas para el resto, es también una renuncia a estar en las cosas, a formar parte de ellas. Por eso, cuando un juego decide introducir esa distancia, esa perspectiva, se produce esa clase de silencio incómodo típico del momento en el que alguien dice algo ridículo o inapropiado en mitad de una fiesta.
Sucede que parte de la culpa de esto la tiene precisamente la propia filosofía. Históricamente, para los filósofos esa distancia no ha sido la distancia propia del apartamiento, del rechazo, de la discriminación (aunque con el paso del tiempo haya podido terminar siendo así): ha sido la distancia propia de quien se percibe superior al resto. Las razones por las que esto ha podido suceder son numerosas y complejas. Su nacimiento, desarrollo histórico y su rol e inserción social aportan razones a por qué la figura del filósofo ha podido tropezarse con la propia antipatía que proyecta. Lo que pasa con esto es que, volviendo a los videojuegos, esta actitud es altamente contagiosa. La idea de una obra de arte filosófica ligera o divertida se parece mucho a un oxímoron, aunque no lo sea en absoluto; y a pesar de que en otros medios de expresión ya han sido capaces de darse cuenta de esto, en el caso de los videojuegos aún estamos en ese punto en el que el tratamiento de ideas y temas complejos resultan, de forma casi inevitable, en juegos secos, vacíos, en ocasiones incluso desagradables. Juegos que parecen tan desesperados por resultar profundos e interesantes, que están tan obsesionados por establecer esa distancia, por lograr su propia perspectiva, que al final terminan traicionando su propósito. Se convierten en cosas que no hacen suyo aquello de lo que quieren hablar, que no consiguen integrarlo en su propio tejido, necesariamente distinto al de un ensayo o texto crítico.
Pero en 2017 sucedió algo. Llegó a nuestras manos un juego que muchos esperábamos, pero que ninguno esperábamos por los motivos adecuados. Nier: Automata resultó no ser esa nueva cima de los juegos de acción hechos en Platinum Games que muchos estaban deseando, ese sucesor al trono por el que todavía guardábamos silencio. A los que habíamos jugado al primer juego, sin embargo, esta promesa no solo no nos ilusionaba sino que era algo por lo que sentíamos temor: el pilar del primer Nier era su valor narrativo y estético, su capacidad para afectar al jugador a nivel emocional, y a menudo el asunto jugable era más un peaje por el que había que pasar que un punto de interés real. Un énfasis en lo jugable podía significar también un abandono de lo que hacía especial al primer juego y eso era algo que ningún fan del Nier original deseaba. Lo que desde luego nadie se esperaba, ni los fans ni los críticos, es que Automata fuese a ser un juego tan cargado de ideas, de temas; tan estimulante a nivel creativo, narrativo y artístico. Nier: Automata no es un juego de filosofía o sobre la filosofía. Más bien es un juego preñado de filosofía y nutrido por ella. Un juego que incluye la filosofía como parte de su imaginario pero que, y aquí está el secreto, no lo hace depender de ella. Nier: Automata es, en realidad y ante todo, un juego sobre las dificultades que entraña el hecho de estar vivo, de formar parte de un mundo que escapa a nuestro control, poblado por criaturas distintas a nosotros, cuya perspectiva, cuya distancia con las cosas, es diferente a la nuestra. Es también un juego sobre máquinas y androides y las diferencias de perspectiva que eso puede entrañar. Pero ante todo es un juego natural, espontáneo, seguro de sí mismo y de lo que es capaz de ofrecer, con una capacidad inmensa para poner en movimiento la imaginación, para estimular al jugador con ideas, momentos y propuestas que son siempre, sin excepción, interesantes.
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