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TRABAJO PRÁCTICO Nro 2 FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN


Enviado por   •  21 de Julio de 2022  •  Trabajo  •  3.064 Palabras (13 Páginas)  •  121 Visitas

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TRABAJO PRÁCTICO Nro 2

FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

GRUPO C

Integrantes:  

ALVAREZ HERNANDEZ, Paloma    D.N.I.: 40.297.620

DELSAVIO, Vanina Soledad               D.N.I.: 29.018.848

PAVÓN, Lucila

ROBERTS GILES, Adolfo                  D.N.I.: 94.538.646

TRICOTTI, Leonardo                          D.N.I.: 22.875.086

VILLALBA, Yamile                            D.N.I.:

Tercer Período, Comisión C

Ciclo Lectivo 2019

INTRODUCCIÓN

Desde la cátedra Filosofía de la Educación, en el marco de la Licenciatura en Educación de la Universidad Nacional de Quilmes en su modalidad virtual, elaboraremos un artículo filosófico integrando las visiones de progreso y las perspectivas sobre el papel de la sociedad civil en la educación integrando las visiones de algunos autores abordados en la segunda parte de la asignatura. 

DESARROLLO

Comenzaremos basándonos en un breve texto de Casali, Geneyro y Puig (2012). Para los autores, en este periodo ocurren algunas cuestiones que marcarán tanto el ideario de progreso como el de educación. Entre otros, podemos destacar el "afianzamiento del individuo, así como de su libertad, de sus deseos e intereses". La modernidad marcó un despertar a un nuevo mundo en el que todo parecía posible gracias al avance de la técnica. Así, es que se fueron llenando las vidas de "intereses mundanos", que nutrieron categorías tales como felicidad, seguridad y prosperidad”. Al mismo tiempo, surge una nueva estimación de la naturaleza y también una nueva manera de pensar el conocimiento que junto con la razón formarán parte de la trama sobre la cual se constituirán gran parte de las propuestas filosóficas y políticas de la época. Estas, retoman el ideario de la ilustración concibiendo a la naturaleza como fuente de bienestar y progreso.  En definitiva, el conocimiento serviría como “vía a la emancipación del individuo” y la “racionalidad científico técnica” aportaría a su prosperidad.  Esta nueva forma de sentir y obrar, por un lado, sentó las bases de un nuevo sistema de criterios, que, desde sus orígenes, le da un nuevo sentido a la Modernidad, favoreciendo la construcción de una nueva idea, la de progreso, que llevó a concebir a la educación como la herramienta capaz de generar individualidades dotadas de libertad y autonomía, con una fuerte orientación a la formación de un sujeto competitivo y con capacidad emprendedora. Pero por el otro, la consolidación del Estado moderno condujo a la necesaria formación de un ciudadano acorde con los “requerimientos de un nuevo orden social, político y jurídico”[1]. Desde esta perspectiva se le dará a la educación la tarea de llevar adelante el proceso que las nuevas generaciones necesitaban para adaptarse de conformidad a un “conjunto de legados culturales y normativos”. Más aún, su adhesión indubitable a lo que Comte llama “un fondo común de verdades”, es decir lo “sacro laico” que sustenta una identidad nacional y conduce necesariamente a una determinada homogeneidad cívica” (Casali, Geneyro y Puig, 2012; 73).  

En este punto nos encontramos ante una disyuntiva que nos acompaña hasta nuestros días y esperamos que, al finalizar el presente trabajo, hayamos logrado llegar a un acuerdo sobre ella. Por si al lector le queda alguna duda estamos hablando de las tensiones que se generan entre los ideales que provienen de la “Ilustración y de la Revolución Francesa”, y las realidades concretas que un mundo capitalista ofrece en términos de disminuir las “desigualdades entre individuos” que pertenecen a diferentes clases sociales.  Es decir, nuestro interés central consistirá en analizar de qué manera la educación se transformó en una herramienta de adaptación y conformidad al servicio de los Estados y de sus clases dominantes, al ocultar detrás de una pretendida búsqueda de igualdad y bienestar para todos los habitantes, la imposibilidad de concreción de tales ideales con el desarrollo de un sistema capitalista que tiende a la concentración y la desigualdad (Casali, Geneyro y Puig, 2012; 73). Para sustentar nuestra tesis llevaremos adelante un análisis detallado de las diferentes visiones de progreso que, a nuestro entender, afectaron y condicionaron, de manera evidente, el papel de la sociedad civil en la educación.


Estado y educación


A finales del siglo XIX la idea de Progreso tomo el peso de un dogma, de una fe, caracterizado por una fuerte impronta ética, considerando que son las generaciones futuras las que van a disfrutar de la felicidad y los beneficios de esta doctrina. 

A continuación, se presentarán algunos autores que reflexionan sobre los hechos educativos y realizan aportes para comprender la noción de progreso.

Condorcet desarrolla la idea de progreso que está presente en el movimiento de la Ilustración durante el siglo XVIII en su texto “Bosquejo de un cuadro histórico del espíritu humano” de 1793. Tal como lo expresa en el mismo, hay que ofrecerle a todos los ciudadanos bienestar, satisfacción a sus necesidades, derechos, justicia, darles la posibilidad de que puedan prosperar en su ámbito laboral y personal, establecer entre los ciudadanos una igualdad subyacente, asignándole esta función primero y principalmente a la instrucción. Brega por una educación universal, extensa a todos, completa, a su vez, le desea asignar una debida independencia política a los establecimientos que se encarguen de otorgarla. La idea de esta educación es la de brindar a toda la posibilidad de potenciar sus capacidades, lo que tendría como resultado una satisfacción de sus necesidades y de esta manera poder llegar a un bienestar universal. Atribuye además una gran importancia a la educación moral, sea cual fuere el nivel educativo, que tendrá como objetivo la formación de ciudadanos responsables.

De esta manera diferencia, tal como sostienen Casali, Geynero y Puig (2012)[2], una educación básica y gratuita disponible para todos de otra superior, los que deben encargarse de controlar los contenidos y el funcionamiento de la educación son los sabios, es decir, los científicos que han alcanzado la ciencia en su amplitud y profundidad o que han hechos descubrimientos. Sienta lineamientos sobre cómo deben ser las escuelas, los docentes y los distintos niveles educativos.

Además de incluir a los sectores desfavorecidos en su propuesta, les deja un espacio para que puedan insertarse en la educación superior.

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