ARMAS Y EDAD PENAL

ARMAS Y EDAD PENAL

     Ni duda cabe que en la zona metropolitana uno de los grandes miedos de sus habitantes es ser asaltados con armas de fuego. El temor es mayor si el delincuente es menor de edad, ya que además de ponerse más nervioso, en ocasiones es más cruel, amparado por el hecho de que si llega a ser detenido, al cumplir la mayoría de edad podrá obtener su libertad.

La discusión pasa por el hecho de que en gran parte de los hogares mexicanos existen armas de fuego, sean estas pistolas, escopetas, rifles o hasta armas de alto poder como ametralladoras, conocidas también como metralletas.

Mucho se ha dicho si estas armas disponen de los permisos de la Secretaría de la Defensa Nacional confiere en casos justificados. La realidad es que no, y aunque muchas de esas armas tienen carácter defensivo y disuasivo, y nunca se llegan a usar, también es cierto que a veces con ellas se asaltan casas habitación, a comercios o a simples transeúntes.

El control de armas de fuego necesario en nuestro país va amarrado con la discusión acerca de si, para ciertos delitos graves como homicidio, secuestro o violación, la edad penal debe reducirse. El tema se ha politizado y luego de años de discusiones sigue sonando a los oídos de muchos como una necedad, como una irresponsabilidad. Lo cierto es que de vez en cuando escuchamos en los medios de comunicación que un joven mató a otro por accidente, al manipular el arma del papá, o bien, en esta guerra controvertida del Estado en contra de la delincuencia organizada, cada vez escuchamos más que los asesinos o los muertos son menores de edad, disparándose armas de diferentes calibres, terminando con sus vidas en la cárcel o en el panteón.

Por supuesto que la discusión pasa por el tema de los valores, de la crisis económica y el tráfico de armas ilegal proveniente de los Estados Unidos. Pasa también por el hecho de que cada vez disminuye la edad a la que los jóvenes prueban drogas o se ven inmiscuidos en algún problema con la ley, aun cuando en muchas ocasiones se trate de infracciones menores a la misma.

¿Prohibir el uso de armas o no? ¿Disminuir o no la edad penal? ¿Legalizar las drogas? Estas son preguntas que nos seguimos haciendo y que no tienen todavía una respuesta definitoria.

Por otra parte, nos preguntamos qué papel juegan los medios de comunicación como divulgadores y promotores de la violencia. En especial nos referíamos a las caricaturas cada vez más violentas y ácidas, a los programas policiacos, a las películas donde cada tres minutos alguien muere, en medio de torrentes de sangre y dolor, o hasta los famosos videojuegos que hacen en ocasiones alarde del más puro sadismo sangriento.

En el fondo no olvidemos que los valores se generan y transmiten en casa. Que por mucho que queramos culpar a los medios, los principales responsables seguirán siendo los padres de familia, en especial aquellos que no tienen ningún control acerca de lo que sus hijos ven en la televisión o en internet, en particular aquellos que han implantado el régimen de la violencia intrafamiliar en casa. ¿O qué de todo tiene la culpa el Gobierno?

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