Actitud revolucionaria en una sociedad informacional

Actitud revolucionaria en una sociedad informacional

"Quien crea que puede dibujar un plano para la salvación ecológica de la especie humana no comprende la naturaleza de la evolución, y ni siquiera de la historia, que es la de una lucha permanente en forma siempre nueva, no la de un proceso físicoquímico predecible y controlable como cocinar un huevo o lanzar un cohete a la luna" [Georgescu-Roengen, 1989]

Todas las personas que hemos experimentado la sensación de incertidumbre sabemos que muchas veces es difícil discernir entre lo que dicta nuestra voluntad y lo que dicta nuestra conciencia. El problema no empieza ahí, tomando en cuenta a Roengen, la lucha permanente nos mantiene a todos aquí. El proceso histórico y evolutivo hace que hoy sea más fácil quedarse con lo inmediato, de armar estantes de zapatos con formas paramétricas (BIG), en tanto la apercepción que estaría al alcance todos con el silenciamiento de deseos superfluos, da lugar a ideas utópicas sin humanización.

El ensayo encara la necesidad de encontrar en necesidades radicales y auténticas, brechas para nuevas axiologías que nos formen como arquitectos interesados por nada. Una visión que pareciera pesimista pero su fuerza radica en el desinterés de dar y compartir sensibilidad. La contraparte de un sistema económico que pareciera no tener fin y que se extiende hasta consumar la autodestrucción de nuestra vida en sociedad y todos sus componentes.

La arquitectura móvil de Friedman tiene bases Lefrebvrianas que apuestan a democratizar el espacio, ligados a su visión de personalizar espacios en su configuración y diseño; son propuestas que apuestan a darle solución a una vida moderna de mitad del siglo XX, hoy las tendencias apuestan a una arquitectura humanista bioclimática, y esto no es coincidencia, somos conscientes de reconocer que nuestras capacidades y necesidades naturales son capaces de crecer hasta autodestruirnos.

El valor de Friedman radica en su pensamiento revolucionario que nos muestra cómo ir en contra de paradigmas que construyeron imperios de pensamientos e ideas arquitectónicas e las que no nos podemos liberar. Si bien se hace mención de las limitaciones por parte de las instituciones y nuestro gobierno, debemos crearnos una postura que nos mantenga en incertidumbre.

Como seres dotados con la capacidad creadora estamos en un compromiso con nosotros mismos de no serle fiel a ningún pensamiento sin autocrítica. Ser rebelde en arquitectura hoy significa prestar atención a lo que un día fue secundario, olvidado o ignorado. Hasta pareciera existir una contradicción constante en la sociedad que sabe todo, pero nadie sabe nada.

El punto clave entre saber ser en un contexto determinado y ser arquitecto del siglo XXI (saber hacer, entendiéndonos desde lo que hacemos y no lo que pensamos) es crear axiologías orientadas a no solo darle valor a lo ignorado, pero también de evidenciar que más allá de nuestra realidad individual existen otras historias, otras formas de pensar y que todas ellas en conjunto forman una belleza apreciable desde el espacio público, pensando como arquitecto; o su unimultidiversidad, vista de un sociólogo; incluso desde la visión tan inocente de un niño como lo sería el amor, que pasa no solo a ser el antagónico del odio sino una sublimación de este por alcanzar la armonía. No perpetua sino constante.

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