Actos humanos y actos del hombre

Actos humanos y actos del hombre

Somos más de seis mil millones de hombres en el mundo. Cada uno de nosotros realiza miles de miles de acciones durante el transcurso de su vida, muchas veces distintas en su objeto, su intención o sus circunstancias. Luego, las hay muchas y diferentes entre ellas. Sin embargo, no todas las acciones realizadas por el hombre son objeto de clasificación moral. No podemos decir de todas que sean buenas o malas; es decir, hay algunas que quedan fuera de toda regulación moral. ¿Por qué se da esta diferencia? Corresponde acá hacer la distinción entre los llamados actos del hombre y los actos humanos.

El hombre es dueño de los actos humanos porque no es otro sino él mismo quien decide si los realiza o no, y también de qué modo lo hará. Son aquellos actos realizados por el hombre voluntariamente, con conocimiento y libertad, como lo es hablar, correr, estudiar, etc.; es decir, en los actos propiamente humanos el hombre se da cuenta de que los realiza, los hace de manera consciente.

Luego, el acto humano es aquel realizado con el uso de las potencias que son exclusivas al hombre, potencias que provienen de su racionalidad, como lo son su inteligencia y su facultad volitiva, su libre elección, su libertad.

Existen dos requisitos necesarios para que se dé el acto humano^[1]:

• Conocimiento: su presencia implica un fundamento para la deliberación. Gracias a su contenido podemos entender con anterioridad en qué nos estamos involucrando y sus alcances; nos permite contar con los elementos de juicio sobre qué es lo que se va a hacer en una determinada situación, sobre qué camino es el más conveniente a seguir entre las distintas posibilidades que se nos presentan. Luego, el conocimiento nos permite saber con antelación a qué nos enfrentaremos, permitiéndonos, de esta manera, decidir posteriormente su realización o no.

• Voluntad Libre: es requisito en cuanto facultad que nos permite elegir libremente la opción apetecida entre las distintas posibilidades de acción conocidas y deliberadas con anterioridad.

De esta manera, cuando hablamos de acto humano nos referimos a toda acción en la que el hombre está en pleno conocimiento de su realización, en la que es consciente de ser el autor, el agente y la causa eficiente de dicho acto –y, al mismo tiempo, de ser el único responsable de sus consecuencias-.

Y, por esta misma razón, los actos humanos son aquellos que, de alguna manera, modifican el ser de quien los realiza. Su resultado queda en él, como una segunda naturaleza (“el que actúa mal, se vuelve malvado”).

A diferencia de los llamados actos del hombre. Este tipo de actos no implica un uso pleno de la libertad humana. En ellos no hay dominio de la racionalidad ni de la voluntad libre –lo más propio de nuestra naturaleza-, sino que se realizan sin radicar en nosotros su control ni el consentimiento para que efectivamente lleguen a realizarse. Son actos nuestros, en cuanto que los poseemos y no podemos evitar que dejen de ocurrir, pero no en cuanto resultado de un obrar racional y libre^[2].

Lo anterior se puede dar fundamentalmente por dos razones:

1. por demencia: no es libre aquel acto realizado por un hombre demente que no tiene real conciencia de lo que hace; aquellos que tienen perturbada su razón no son hombres libres ni dueños de sus actos.

1. por independencia: ésta se da cuando el acto realizado no depende directamente de aquel que los realiza. Este es el caso de la digestión, de la circulación de la sangre, del pestañeo de los ojos, en fin, de todo aquel acto que no sea realizado libremente por el hombre, de todo aquel llevado a cabo de manera irreflexiva e involuntaria.

En los actos del hombre no hay participación de la voluntad humana ni de su libertad, sino que en ellos el hombre tiene consciencia de ser simplemente un sujeto sin dominio pleno de los cambios que en él ocurren (actos b), es decir, que no son actos que dependan directamente de él^[3]; o de que sólo es un agente-no-libre de ellos (actos a) por ser realizados bajo algún tipo de coacción externa o demencia.

        Y como la libertad humana es la razón por la que el hombre es sujeto de calificación moral, serán únicamente sus actos libres y voluntarios –los actos humanos- aquellos susceptibles de entrar en esta categorización, de ser evaluados en cuanto a su bondad o maldad.

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