Aguilar
Enviado por hildebrandt • 28 de Junio de 2014 • Informe • 1.395 Palabras (6 Páginas) • 157 Visitas
Es muy frecuente que -desafortunadamente- muchos directivos laborales, empresariales,
gubernamentales y no gubernamentales -e incluso profesores y consultores de gerencia y
gobierno- no tengan siempre presente y suficientemente claro el elusivo concepto de
gobernabilidad ni el conjunto de factores de que ella depende. Pero, por supuesto, todo el
mundo discute éste asunto con pasión y opina -como si supiera- pues todo directivo o
ejecutivo -todo gobernante o gerente- tiene claro que no debería no dominar el tema:
desdichadamente lo más usual -en tales circunstancias- es compartir ignorancia… y actuar
en consecuencia. Mi intención es contribuir -en lo posible- a cambiar en algo ésta situación -
con una aproximación científica y no política- si es que ello es posible.
Sea la que sea la filosofía, concepto, idea, sistema, técnica, instrumento, herramienta, etc.
que se use -para una mejor práctica de la gerencia o gobierno de la organización a cargo- la
misión fundamental de sus directivos o ejecutivos es lograr su gobernabilidad.
Lograr la gobernabilidad de la organización en cuanto a lograr que -actuando en
consonancia con los valores convenidos- ella logre avanzar hacia la visión o propósito
estratégico formulado, alcanzando progresivamente los objetivos y metas que reflejan ésta
aspiración… pese -o gracias- a la acción de aliados, oponentes e indiferentes, externos e
internos…en un clima de relativa armonía.
Cuando un gobierno culpa a la oposición de no lograr lo que se había propuesto, ese
gobierno -aunque diga lo contrario- reconoce que perdió gobernabilidad y que el manejo de
la situación se le escapó de las manos. Si la oposición quería y logró descolocar al gobierno
y hacerlo incumplir sus propósitos ganó gobernabilidad: por lo menos mientras lo logró. Lo
mismo es válido a la inversa.
Si una empresa X gana en forma sostenida a un competidor Y -en participación de mercado-
éste está perdiendo gobernabilidad en lo competitivo, pero si al final X quiebra, pues sus
precios eran competitivos más no eran rentables, es X la que perdió gobernabilidad… y es
probable que Y recupere la suya.
Ahora bien -desgraciadamente- los objetivos
de un
gobierno no se corresponderán
-necesariamente- con los objetivos
del
Estado, objetivos que siempre deberían estar por
encima de los objetivos e intereses tanto del gobierno como de la oposición. Algo análogo
sucede con los objetivos de la alta gerencia y los objetivos de la
Organización, los que -
de un modo u otro- deberían intentar satisfacer con excelencia a todos los interesados en
que ella sea exitosa: clientes, trabajadores, proveedores, comunidad y accionistas públicos
y/o privados, con o sin fines de lucro.
Las dificultades y distorsiones asociadas a no satisfacer -plenamente- todos estos
requerimientos, configuran los que se denominan
problemas
de
agencia: la resolución de
estos implica lograr que los agentes (mandatarios) se comporten de tal modo que velen -
efectivamente- por el bienestar colectivo de los mandantes y no por satisfacer sus intereses
personales en desmedro de los demás.
Está de moda en nuestro medio el uso de la palabra “mediática” -que no figura en el
diccionario de la Real Academia Española de la Lengua- en el sentido de usar los “medios”
de comunicación, para mediatizar la acción del gobierno, por intereses supuestamente
mezquinos, para entorpecerla. Un gobierno sólido y capaz debería ser -o estratégicamente
hacerse- relativamente inmune a la acción de sus oponentes… y no quejarse del mayor
poder de sus oponentes para llevarlo a perder gobernabilidad. Lo mismo es válido a la
inversa.
La misión de los oponentes es ser oponentes… y deberían cumplirla; los gobernantes
deberían cumplir la suya: gobernar -gobernablemente- en beneficio de todos… respetando
estrictamente la institucionalidad y los valores democráticos… aunque otros actores no los
hayan respetado y aunque exista la posibilidad de que la oposición no los vaya a respetar…
y aunque por ello o por incompetencia -y/o pérdida de popularidad y/o poder- pudiera perder
tanto la gobernabilidad como el gobierno; esas son -o deberían ser- las reglas del juego
democrático.
Esto es también aplicable a los sectores empresariales y laborales, políticos y no
gubernamentales -independientes o de oposición- pues no es aceptable que ellos actúen
pasivamente y solo se quejen y culpen en forma sostenida de lo mucho que la gestión
gubernamental -y la baja gobernabilidad del Estado- los perjudica, incluso en cuanto a la
gobernabilidad de las organizaciones a cargo: es necesario que -al mismo tiempo- hagan
algo de suficiente impacto, para intentar remediar y corregir -drástica, pero también
democráticamente- la situación que los afecta… en vías a alcanzar el grado de
gobernabilidad requerido.
El desafío a lograr una elevada gobernabilidad del Estado
-frente a todas éstas
...