Amor.

Desde mi perspectiva, es inútil tratar de concederle definiciones, reglas, o argumentos totales, porque la impresión del amor es indudablemente personal y subjetiva.

Menciona David Solá en una de sus autorías: “Los poetas tienden a vestirlo de fantasía, los apasionados necesitan justificar sus impulsos reconociéndose a expensas de energías anímicas que superan su control, los científicos sólo ven procesos biológicos que son activados o desactivados en el organismo, los escépticos tratan de explicarlo por medio de los recursos que la naturaleza dispone para la continuidad de la especie humana, los idealistas apelan a la parte más esencial del ser, la cual, muestra su mejor cara alguna vez en la vida de cada persona, los moralistas lo asumen como la transmisión de los buenos valores de una a otra generación, los religiosos a la influencia de Dios en el ser humano, y los más misteriosos buscan razones en las fuerzas ocultas del universo”.

Entonces ¿qué es el amor? El amor no es una reacción química del cerebro; tampoco es una religión que regule la conducta espiritual del ser; no es un instinto, a pesar de la naturaleza que tiene el hombre como animal, de protegerse a sí mismo y a los suyos; no es una cuestión de valor o educación, y, si dependiera de ello, cabrían muchas ambigüedades, por las distintas percepciones y vivencias que alberga un individuo desde su infancia; el amor no es un sentimiento. Aunque se puede experimentar como tal, su esencia es distinta. Los sentimientos de afecto, en sí, son la respuesta de una persona a un determinado estímulo.

Aun así, el amor podría entenderse vagamente como un sentimiento, y es que, cuando uno realmente ama, siente, y la experiencia del amor se evidencía a través de los sentimientos.

Sin más preámbulos, todo esto no responde a la cuestión que ha desafiado durante mucho tiempo a la capacidad humana ¿qué es el amor? y ¿cuál es su importancia?

El amor se entiende como la entidad que no se puede ver ni se puede tocar, sólo se siente, se vive. Es aquello que impulsa al hombre a trascender sobre sus simples necesidades biológicas, y lo hace capaz de realizar acciones que no resultan en absoluto explicables desde el punto de vista de su propia conservación vital. Le permite desarrollarse en su más amplia exposición. Es un ente inmerso en la naturaleza de la especie humana que involucra el interés por otros seres vivos, materiales e inmateriales, es la esencia que imbuye al hombre a preocuparse por lo que le rodea. Por esto es que la persona humana trasciende y dignifica su existencialidad.

En palabras de Tierno, “el amor es algo que tiende a crecer indefinidamente y nunca queda del todo saciado”.

Su importancia radica en darle al hombre seguridad y confianza a lo largo de su vida, generar el deseo de alcanzar un objetivo que, en base a su voluntad,

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