Andar, una filosofía

ANDAR UNA FILOSOFÍA

Uno de los libros que he disfrutado leer. Sobre los filósofos y poetas caminantes.

¿Por qué se anda, para qué caminamos, que seguimos, que buscamos? Un objetivo, una meta al andar. Se sigue una idea, una estrella brillante el destino o la libertad.

Para descubrir el entorno del mundo: calles, casas, edificios, campos, jardines. Hay un placer estético del entorno que produce cada lugar un sentimiento de pertenencia de agrado de paz y tranquilidad, un lugar de ensueño mágico cuyo instante se hace eterno…

Ya sea por ciudades con la multitud y los grandes edificios, con sus muchas avenidas por zonas rurales y la naturaleza por los campos con animales y aire fresco:

Nietzsche, solo y con su sombra, sigue senderos escarpados, sube, trepa busca la higiene del cuerpo, el caminar es un beneficio fisiológico que produce pensamientos nítidos y anda por caminos conocidos que le gusta repetir llegando al eterno retorno.

Rimbaud caminó toda su vida fue el hombre de las suelas de viento. Andaba hacia el sol, hacia las ciudades, hacia el fardo, al desierto, al hastío. Camina para crear poesía, para huir para adquirir la alegría de dejar tras de sí a uno mismo y al mundo.

Rousseau caminaba para pensar de verdad, componer, crear e inspirarse en la aurora en el medio día y el crepúsculo.

Camina para recobrar al primer hombre para redescubrir en sí mismo al hombre resurgido de las manos de la naturaleza.

Thoreau. Camina para sentirse natural, para sentir lo vegetal, lo mineral y lo animal. Al andar  se le llenaba la mente de una consistencia diferente.

Nerval. Camina para recordar sus sueños, por eso su marcha es melancólica cuando anda por los bosques, castillo y torres almenadas.

Kant. Sus paseos son sin brillo, sin unión mística con la naturaleza, sin placer. Solamente una obligación de higiene. La monotonía, la regularidad y lo ineluctable: una vez que partimos estamos obligados a llegar…

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