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Antecedentes Del Humanismo


Enviado por   •  12 de Octubre de 2012  •  2.071 Palabras (9 Páginas)  •  2.492 Visitas

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Antecedentes Del Humanismo

Universidad Autónoma de Baja California

Facultad de Ciencias Humanas

Maestría en didáctica de las Matemáticas

Tello Méndez María Guadalupe

Matrícula: 01/18279

Humanismo

Antecedentes y características

Mexicali, B. C. a 04 de septiembre de 2010

Qué es el humanismo.

El humanismo es la doctrina, el movimiento cultural y la actitud de basar la formación humana en todo aquello que al hombre lo hace más “humano”, pretendiendo educarlo según un ideal de hombre que acerque a éste lo más posible al hombre ideal.

El humanismo, pues, pretende sintetizar todo aquello que constituye “lo esencial humano”, haciendo que configure al hombre en su entendimiento, en su voluntad, en sus sentimientos, en sus gustos, en sus tendencias y en sus preferencias.

Principios de la pedagogía Humanista.

El humanismo entiende que la acción del hombre por su carácter intelectual y racional, es superior a la acción de la naturaleza por lo que ésta debe, en algunos casos someterse y mejorar. Considera que la naturaleza humana tiene fallas internas por lo que su buen desarrollo se consigue mediante una ayuda externa estimulativa, orientadora y correctiva la cual es proporcionada por la educación. La pedagogía humanista abre al hombre la perspectiva de una ética superior y de ideales humanos elevados.

Antecedentes del Humanismo.

El humanismo surgió en Grecia con Sócrates, cuando éste orientó la Filosofía a ocuparse en los temas del hombre (el conocimiento racional de la verdad y la Ética). Originó la paideía como teoría y práctica de la educación de los griegos según un modelo humanista (que implicaba también una educación cívica y una educación estética). Isócrates (s. IV a.C.) propagó esta paideía por toda Grecia, y luego este ideal educativo pasó a Roma: Cicerón tradujo este término por humanitas, y de aquí viene “humanismo” y “humanidades”.

Este humanismo clásico grecorromano fue reavivado en Europa en los ss. XIV-XVI por el humanismo renacentista. A través de éste, el humanismo se convirtió en la base de la cultura occidental que tradicionalmente ha inspirado la educación europea. En el s. XVIII, esta base se completó con el humanismo de la Ilustración y, luego, con el humanismo del neoclasicismo alemán, expresado en su teoría de la Bildung (o formación). Esta última, cifra el ideal de la formación humana en los siguientes rasgos: conocimientos extensos, profundización en los temas, conciencia de lo fundamental, comprensión del mundo y de sí mismo, buen nivel de aptitud, armonía entre la vida intelectual y la vida práctica, presupuestos éticos y gusto estético.

En la Grecia del s. V a.C., el panorama cultural estaba dominado por los sofistas, que eran relativistas y escépticos en temas concernientes al conocimiento, a la verdad y a las normas morales y jurídicas. Contra ellos se levantó Sócrates afirmando la absolutez y universalidad de estos ámbitos de la actividad racional humana. Pues bien, en nuestros días, el pensamiento llamado postmoderno ha sembrado en nuestra sociedad los mismos principios que profesaban aquellos sofistas, por lo cual es preciso hacer oír de nuevo la voz y la doctrina de Sócrates para superar, esta vez también, toda esa anemia ideológica de que adolece el mundo actual.

Y como esto ha de ser obra de la educación, podría ser y habrá de ser la obra de una Pedagogía Humanista, es decir, una Pedagogía que eleve al ser humano a las mejores de sus posibilidades, a la encarnación de los valores que más y mejor dignifican la especie humana. Estos valores son los siguientes:

a) los valores del humanismo clásico: cultura, estudio, formación, belleza, crítica, nobleza de alma, equilibrio, personalismo, esfuerzo;

b) los valores que hacen a los hombres más “humanos”: la justicia, la virtud, la libertad, la adaptación, la creatividad, la bondad, el amor, la autosuperación, la apertura, el diálogo, la actividad, la comprensión, la energía, la esperanza, la tolerancia y la colaboración.

Hay distintas clases de humanismo, emergidas de las correspondientes distintas concepciones de hombre: el humanismo cristiano, el humanismo marxista, el humanismo personalista, el humanismo anarquista, etc. Cada una de ellas puede hacer alguna aportación interesante para un humanismo integral, que es el que cada uno de nosotros podríamos y deberíamos adoptar.

A comienzos de los años de 1970, Edgar Faure propuso el humanismo científico, que al humanismo tradicional le añadía elementos adaptados a las características y necesidades de la sociedad post-industrial. Este tipo de humanismo es muy válido también para la nueva “sociedad del conocimiento”, y es el que nosotros recomendamos.

La crisis del humanismo en la modernidad.

El humanismo tradicional ha visto “lo esencial humano” en la vida racional del hombre expresada en todas las dimensiones de la misma (intelectual, valorativa, moral, emocional, estética, social y política). Lo esencial del hombre (lo que lo especifica y lo distingue de los animales) es la razón, el lógos.

Pero he aquí que, en la modernidad, la razón ha entrado en crisis (y, con ella, el humanismo). Esta crisis de la razón comenzó en el s, XVII, con un empirismo radical que la negaba en sus productos más típicos (ideas universales, principios morales absolutos, conocimiento y existencia de las nociones metafísicas –esencia, substancia, causa, fin último, etc.-). En el s. XVIII, la filosofía de Kant vino a reforzar esta postura, que se consumó en el s. XIX con el positivismo y el materialismo. Todo ello ha llevado al neopositivismo del s. XX, que ha propiciado el actual postmodernismo, con su pensamiento “flojo”, poco amigo del razonamiento riguroso.

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