Aristotela
Enviado por arqalejandro44 • 11 de Noviembre de 2013 • 2.092 Palabras (9 Páginas) • 383 Visitas
LA TRADICIÓN ARISTOTÉLICA
La tradición aristotélica impregna todo el pensamiento político, jurídico y filosófico, ético y retórico –si bien este último pasado por el tamiz de Cicerón y Quintiliano– desde que sus textos comenzaron a ser conocidos en la Plena Edad Media hasta nuestros días. Es una de las corrientes de pensamiento más fuertes en el mundo occidental. Las obras de Aristóteles fueron objeto de ediciones, traducciones y comentarios durante mucho tiempo.
El proyecto Aristóteles y sus Comentaristas (Política, ética y Retórica) pretende reproducir digitalmente los comentarios más importantes sobre estas tres obras de Aristóteles. Se compondrá de una selección de textos, los más significativos e importantes de la Edad Media, aquellos que sirvieron para dar a conocer el pensamiento y las obras de Aristóteles, por ejemplo, de Alberto Magno, Tomás de Aquino, Juan de Buridán, etc., y concluirá en el final de la Ilustración o con el desarrollo de la Filosofía Práctica de Kant y sus discípulos.
La propuesta es centrarse en la llamada Filosofía Práctica y mostrar la larga tradición de la filosofía aristotélica en la civilización occidental. Tres aspectos de una realidad que se vuelve controvertida y para la que Aristóteles tiene respuestas, o muchos creyeron ver en sus textos la justificación a sus propias posturas.
La selección de tres aspectos, Política, Ética y Retórica, no es casual. Responde a una intencionalidad clara: ver cómo las Tesis de Aristóteles fueron utilizadas en la actividad política, social y jurídica para justificar aspectos tan dispares como la monarquía absoluta, la construcción social mediante el contrato, la naturalidad de la vida social, la democracia y hasta la tiranía.Todo ello es muestra clara de la riqueza que encierran unos textos que fueron decisivos para la Historia del Pensamiento Europeo y que configuraron en muchos casos la acción política, el estado y las naciones de Europa.
El aristotelismo ocupa una posición preeminente en la Historia de la Cultura Occidental, desde Boecio a Galileo, desde el final de la civilización clásica hasta la revolución científica del siglo XVII, e incluso en algunos círculos intelectuales duró más tiempo, las obras de Aristóteles fueron decisivas para configurar el pensamiento filosófico, jurídico, político, teológico, científico (es bien conocido su influjo en la organización de los estudios universitarios) de Occidente.
Es conocido el artistotelismo de la Edad Media, especialmente desde el siglo XIII cuando se recibe toda la obra del autor. En contraposición, los historiadores del pensamiento de la Edad Moderna generalmente dejan de lado el aristotelismo y concentran sus esfuerzos en explicar la reacción contra la filosofía escolástica, el descubrimiento y la influencia de nuevas escuelas filosóficas, el desarrollo científico, pocos estudian el auténtico renacimiento de las ideas de Aristóteles entre los intelectuales, los comentaristas y los profesores universitarios[1].
En la Edad Media la Filosofía Práctica de Aristóteles recibió muy poca atención si la comparamos con los escritos de Lógica, Filosofía Natural y Metafísica[2]. Es a partir de la segunda mitad del siglo XIV cuando la Ética a Nicómaco se convierte en un texto básico, un manual se diría hoy, para la enseñanza y el aprendizaje de las Facultades de Artes[3]. La primera traducción de la Ética a Nicómaco es del siglo XII, pero sólo de los libros segundo y tercero, fue la llamada ethica vetus; laethica nova, el primer libro y algunos fragmentos sueltos fueron traducidos un siglo más tarde[4].
La tradición de comentarios comenzó con Roberto de Grosseteste, que en 1246-47 dio la primera versión latina del texto[5],la que provocó los primeros comentarios anónimos de la obra. El primer comentario completo importante fue el de Alberto Magno. Posteriormente, su discípulo Tomás de Aquino escribió otro que sirvió de base para muchos autores. Ambos inauguran una tradición que se va a mantener hasta el siglo XVIII. Así, contamos con manuscritos con comentarios de Jaime Douai, Pedro de Auvergne, Giles de Orleans y Rodolfo de Brito, que trataron de mostrar los problemas originales a los que se enfrentó Aristóteles y buscaron soluciones en su obra a los problemas actuales. Es lo que los autores llaman la completa recepción de Aristóteles. En los siglos XIV y XV se incrementaron los comentarios de la Ética a Nicómaco puesto que se detecta un gran interés por los problemas morales. Así, por ejemplo, la obra fue puesta en 1335 como texto de obligado comentario y estudio por los dominicos de la Provenza[6]. La Facultad de Artes de París exige en 1366 que los candidatos a grado de Maestros en Artes deben acreditar la lectura de la Ética aristotélica. En 1392 se establece la posición de lector de Ética en la Universidad de París. Esto supuso que un buen número de teólogos volvieran su mirada hacia la Ética y la comentaran; así tenemos a Enrique de Friemar, Guy Terrena, Gerardo de Odo, Pedro de Coruheda, Conrado de Ascoli y Guy de Rímini. Nos encontramos también con otros autores que no pertenecen a las órdenes religiosas que hacen comentarios a la Ética, como Walter Burley, Alberto de Sajonia –muy influenciado por Ockham– y Juan de Buridán. En el siglo XIV también hay comentarios que siguen unas veces la línea de Buridán y otras la escolástica tomista, podemos citar las obras de Tomás Eberdorfer, Urbano de Melk, Tomás Wuldersdorf, Andrea de Schering, Juan Versor, Pablo de Venecia, Nicolás de Orbelles, Pedro Tartaretus y Pedro de Castrovol, que utilizó por primera vez la traducción de Arentino (Leonardo Bruni)[7].
El humanismo nos ofrece nuevas traducciones de la Ética y, por supuesto, nuevos comentaristas: Nicolás de Foligno, donato acciaiuoli, Ermelao Barbaro, Agostino Nifo y Faber Stapulensis.
La Política tuvo una suerte distinta[8]. Hubo interés por la obra y se comentó en muchas ocasiones[9], incluso en la filosofía árabe se pueden encontrar referencias[10]. Sin embargo, la tradición que interesa, en primer lugar, es la que arranca del tronco de dos grandes comentaristas: Alberto Magno y Tomás de Aquino, continuada por Pedro de Auverne, que introducen y explican las tesis de Aristóteles en el mundo occidental. En segundo lugar, los autores posteriores, que introdujeron importantes variantes, dieron a la Política otro sentido y ejercieron otra influencia en Occidente[11], fueron: Guy de Rímini, Walter Burley, Nicolás de Oresme[12], Juan de Buridán. Con esta división se quiere mostrar que los comentaristas medievales tienen una fuente común, pero difieren en sus interpretaciones de los textos porque tienen, en primer lugar, diferentes lecturas y, en segundo, porque siguen diferentes tendencias intelectuales y también,
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