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Aristoteles Y Martin Lutero


Enviado por   •  24 de Febrero de 2013  •  1.057 Palabras (5 Páginas)  •  953 Visitas

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ARISTOTELES Y MARTIN LUTERO

Una de las mayores críticas recibidas por Lutero por parte de sus opositores ha versado sobre la libertad del cristiano y la supuesta carencia de una ética para la vida terrenal. El razonamiento de sus detractores era sencillo. Si únicamente la fe justificaba la salvación, las buenas obras carecían de valor, por lo que los cristianos podían interpretar que tenían vía libre respecto a las malas acciones que cometieran. Sin embargo, Lutero no defendía esta idea ni muchísimo menos. Febvre recuerda que ya en Comentario sobre la Epístola de los romanos, el profesor afirmaba que “no hacer el bien es no amar a Dios”. Cuando el hombre reconocía su propia miseria, se acogía en exclusiva a la fe en Cristo y a la gracia divina. En este momento, sentía un deseo de ser digno de ello y emprendía una transformación permanente basada en un ideal de fe. Dicha conversión sólo podía ser plena tras la muerte, cuando el fiel conseguía sustraerse de su naturaleza pecadora. Por tanto, la justificación por la fe no sólo confería al creyente la tranquilidad espiritual sino que también le impulsaba a cometer únicamente acciones positivas.

La cuestión de las buenas acciones está relacionada con la ética. La capacidad del ser humano de distinguir entre buenas y malas acciones conllevaba el reconocimiento de su responsabilidad respecto a su propia vida. Por tanto, si el creyente era responsable, necesariamente debía tener cierto grado de libertad a la hora de actuar. Esta era la postura presentada por los oponentes católicos. Dicha aseveración sería desmentida por Lutero en De la libertad del cristiano (1520). Atkinson afirma que la idea central de este escrito era paradójica: por un lado, el cristiano, en virtud de la fe, era dueño de todas las cosas y no estaba sujeto a nada; por otra parte, también era servidor y estaba sometido a todos en virtud del amor al prójimo. La fe expresaba su relación con Dios y el amor hacía lo mismo en cuanto a su relación con sus semejantes porque la fe en Cristo era el motor del amor del creyente respecto al resto de seres humanos. El gran error para Lutero era buscar una justificación humana a las buenas obras puesto que éstas sólo cobraban su verdadero sentido a partir de la fe. Por otro lado, respecto a la libertad, la justificación por la fe del cristiano le reportaba la mayor libertad de todas: servir al prójimo de forma voluntaria a cambio de nada. Esa era otra de las críticas que el reformador hacía a la doctrina romana oficial: enseñaba a los creyentes a buscar méritos y recompensas para obtener su salvación cuando las buenas acciones respecto al prójimo debían hacerse por sí mismas. La verdadera libertad de la que hablaba Lutero, según Oberman, era la que sentía el cristiano cuando eliminaba ese temor constante a su condenación que le tenía esclavizado durante toda su vida. La libertad cristiana se recibía a cambio de nada y se transmitía al prójimo de forma gratuita. Por ello el hombre cristiano, efectivamente libre, debía ser un siervo servicial respecto al resto de seres humanos.

Por tanto, la ética de Lutero era algo completamente ajeno a lo que la escolástica contemplaba como libertad humana. El hombre

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