Aristoteles
Enviado por yiander_12 • 27 de Abril de 2014 • 2.779 Palabras (12 Páginas) • 237 Visitas
SESIÓN 2: LA REFLEXIÓN SOBRE EL HOMBRE EN LOS PRIMEROS FILÓSOFOS:
40. De Melis., Xenoph., Gorg. V- VI, 979 a 12
Dice que nada existe, que si algo existiera, sería incognoscible; que si algo existiera y fuera cognoscible, sería incomunicable a los demás.
Combinando las teorías de los otros en cuanto que en sus opiniones mantienen tesis contradictorias sobre el ser –algunos que es uno y no múltiple, otros que es múltiple y no uno; algunos que es ingenerado, otros que es generado-, razona contra unos y otros que nada existe.
En efecto, dice Gorgias, necesariamente, si algo existiera, no podría ser ni uno ni múltiple, ni ingenerado ni generado, luego nada puede existir, ya que, de existir algo, tendría que tener alguna de estas cualidades.
48. PLAT., Gorg., 450 B (habla Gorgias).
Todo el saber de las demás artes versa, por así decirlo, sobre el trabajo manual y actividades análogas; pero la retórica no tiene nada que ver con el trabajo manual, sino que toda su actividad y su eficacia se basan en las palabras.
Por eso yo estimo que la retórica es el arte de los discursos, y creo que esta definición es correcta.
50. PLAT., Gorg., 455 A (habla Sócrates)
Entonces la retórica, según parece, es productora de una persuasión crédula, pero no ilustra sobre lo justo y lo injusto.
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Protágoras y Gorgias. Fragmentos y testimonios. Ediciones Orbis, Buenos Aires 1980, p. 144-150.
El Homo Mensura
18. PLAT., Cratil., 385 E.
...Como decía Protágoras afirmando que el hombre es medida de todas las cosas; así, por tanto, como a mí me parece que son las cosas, tales son para mí; y como a ti te parecen, tales son para ti.
19. SEXT., Hipot, pirron., I, 216 y sigs.
También Protágoras sostiene que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son, entendiendo por medida la norma y por cosas lo real; de forma que él podría decir que el hombre es la norma de todo lo real, de lo que es en cuanto que es, y de lo que no es en cuanto que no es. Y por esta causa él sólo admite lo fenoménico-subjetivo, introduciendo, en consecuencia, el relativismo. De esta tesis parece deducirse su afinidad con los pirrónicos, pero se diferencia de ellos. Y esta diferencia nos hará patente cuando hayamos analizado adecuadamente el pensamiento de Protágoras.
Dice Protágoras que la materia es fluyente, pero, a medida que, fluye, las adiciones compensan las pérdidas, y que las sensaciones se transforman y cambian en relación con la edad y con las demás disposiciones del cuerpo. Dice también que el fundamento de todo fenómeno subyace en la materia, de manera que ésta se manifiesta a todos y a cada uno de los hombres como es en sí misma, mas éstos perciben una u otra representación según sus diferencias individuales. Así, un hombre que está en condiciones normales percibe, entre las manifestaciones fenoménicas inherentes a la materia, las que están predispuestas a aparecer a los individuos normales; y, por el contrario, un individuo anormal percibirá las correspondientes a los anormales. E igual razonamiento puede hacerse con respecto a la edad, y según si se está dormido o despierto y, en fin, según toda especie de disposición.
Según él, por tanto, acontece que el hombre es la norma de lo real. En efecto, todo lo que se manifiesta a los hombres, también es, y lo que no se manifiesta a ningún hombre, no es. Vemos, pues, que establece que la materia es fluyente y que en ella reside el fundamento de todos los fenómenos, los cuales son oscuros e inaprehensibles para nosotros.
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Protágoras y Gorgias. Fragmentos y testimonios. Ediciones Orbis, Buenos Aires 1980, p. 51-52.
DOCTRINA SOBRE LOS DIOSES
64. PLAT., Teetet., 162 D. (habla Sócrates).
Protágoras, u otro cualquiera en su lugar, diría sobre estas cuestiones lo siguiente: «¡Oh, valerosos jóvenes y viejos!, estáis reunidos discutiendo en público y trayendo a colación a los dioses, sobre los cuales yo, tanto en mis conversaciones como en mis escritos, paso por alto toda afirmación sobre si existen o si no existen.
65. CIC., Sobre la nat. de los dioses, I, 24, 63.
Protágoras de Abdera... el más ilustre sofista en aquellos tiempos, fue expulsado, por mandato de los atenienses, de su ciudad y de todo su territorio, y sus obras fueron quemadas en pública reunión por haber escrito en el principio de uno de sus libros que «sobre los dioses no puedo decir ni que existen ni que no existen».
66. CIC., Sobre la nat. de los dioses, I, 12, 29.
Y Protágoras, el cual decía que en modo alguno podía saber sobre los dioses si existían o no existían, o de qué naturaleza fueran, no parece que tuviera ninguna teoría sobre la naturaleza de los dioses.
67. FILOD., Sobre la piedad, 22, 89.
...o a los que afirman que no se puede saber si existen los dioses o cuál sea su naturaleza.
68. DIÓG. de OENOAND., frag. 12, 2, 1.
Protágoras de Abdera tuvo la misma opinión que Diágoras", pero la expresó con diferentes palabras, para evitar la enorme audacia de la misma. Dijo que no sabía si los dioses existen, lo que equivale a decir que sabía que no existen".
69. EUSEB., Preparac. Evang., XIV, 3, 7.
Protágoras, que fue compañero de Demócrito, adquirió fama de ateo. En efecto, se dice que comenzó su libro «Sobre los dioses» con esta introducción: «Con respecto a los dioses no sé ni si existen ni si no existen, ni cuál sea su naturaleza».
70. DIÓG., IX, 51.
Con respecto a los dioses no puedo conocer ni si existen ni si no existen, ni cuál sea su naturaleza, porque se oponen a este conocimiento muchas cosas: la oscuridad del problema y la brevedad de la vida humana.
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Protágoras y Gorgias. Fragmentos y testimonios. Ediciones Orbis, Buenos Aires 1980, p. 72-73.
Platón: Apología de Sócrates (o “Defensa de Sócrates”)
Estad persuadidos, atenienses, de lo que os dije en un principio; de que me he atraído muchos odios, que esta es la verdad, y que lo que me perderá, si sucumbo, no será ni Melito ni Anito, será este odio, esta envidia del pueblo que hace víctimas a tantos hombres de bien, y que harán perecer en lo sucesivo a muchos más; porque no hay que esperar que se satisfagan con el sacrificio sólo de mi persona.
Quizá me dirá alguno: ¿No tienes remordimiento, Sócrates, en haberte consagrado a un estudio que te pone en este momento en peligro de muerte? A este hombre
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