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“Autoliberación Interior” - El impacto negativo del apego a los amigos


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2019  •  Informe  •  1.334 Palabras (6 Páginas)  •  192 Visitas

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Introducción

“No dependas de nadie en este mundo, porque hasta tu sombra te abandona cuando estás en la oscuridad”, cita un adagio conocido. Esta simple frase encierra una gran verdad en cuanto a la sumisión o a la dependencia a ciertas personas. Si bien es cierto que a lo largo de toda nuestra vida necesitamos amigos o alguien que nos apoye, nunca debemos pensar que siempre estarán allí para nosotros.

Anthony de Mello, en Autoliberación Interior, manifiesta que uno de los pilares sólidos del sufrimiento es el apego-deseo, el cual no nos deja vivir intensamente y plenamente. Él también menciona que muchas veces pasaremos por decepciones si esperamos demasiado de las demás personas. Si ponemos todas nuestras ansias de felicidad en un amigo, nos exponemos gravemente a no conseguirla.

En este trabajo abordaré el tema del apego a los amigos. Está dirigido a los adolescentes quienes más de una vez se han sentido decepcionados al ser rechazados por un amigo a quienes estimaban demasiado, y al que quizá, estaban apegados. A lo largo de este documento, estaré afirmando el impacto negativo que genera el apego en la psicología de la persona que tiene una dependencia hacía otros.

Desarrollo

Según la Real Academia Española (2014), el apego se define como la afición o inclinación hacia alguien o algo.

Los apegos se crean a partir del miedo, que es la cara opuesta al deseo. Por lo general, detrás del apego a nuestros amigos está el miedo a perderlos. Los complaces en todo con tal de obtener su aprobación y afecto que entregas tu amor propio y autorrespeto irracionalmente, lo que causa un gran impacto en la autoestima.

Muchas veces se ve a las personas como un objeto que nos pueden arrebatar. Algo que no se comparte porque te pertenece completamente a ti. Es algo así como: “yo te quiero demasiado, por eso no puedes hacer esto ni lo otro”. Simplemente donde hay celos, no hay amor.

“No hay […] amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre”, afirmó De Mello (2013).

Cuando se le ofrece todo a la persona a la que se está apegado, deja de ser un amor desinteresado. Todo se empieza a convertir en una adicción.

¿Cómo es que alguien que se dice llamar tu amigo hace que le obedezcas en todo? Recordemos, es tu “amigo” no tu amo y tampoco eres su sumiso.

Los apegos también producen daños psicológicos así como el sufrimiento, la ansiedad y la falta de libertad. Walter Riso en ¿Amar o depender? (2008) menciona que el apego desgasta y enferma pues el sujeto apegado hace un despliegue impresionante de recursos para retener su fuente de gratificación.

Existen dos tipos de personas apegadas. Se encuentran los activo-dependientes quienes pueden volverse celosos e hipervigilantes, tener ataques de ira, desarrollar patrones obsesivos de comportamiento, agredir físicamente o llamar la atención de  manera inadecuada, incluso mediante atentados contra la propia vida. Los pasivo-dependientes tienden a ser sumisos, dóciles y extremadamente obedientes para intentar ser agradables y evitar el abandono.

Lamentablemente hoy se cree que si no hablas con alguien las veinticuatro horas del día, los siete días a la semana, es porque no te quiere. ¡Es completamente irracional! ¿Dónde está el espacio personal? La amistad o el amor no deben de estar infectados de adicción. No importa con que color de cristal se le mire, el apego y la dependencia nunca es buena.

La definición de lo que es el amor está completamente tergiversada. Dejamos aparte nuestro bienestar para que la otra persona se sienta bien, aunque nosotros estemos completamente destrozados.

La persona apegada nunca está preparada para la pérdida. Su dependencia y libertad deja de existir, no concibe la vida sin la otra persona, por eso cuando esto ocurre experimenta una ansiedad excesiva con respecto a la separación. Esta persona concentra toda su capacidad en complacer a la otra y esta exclusividad que le brinda se convierte en fanatismo, y todo el gozo de tu vida se reduce al de la otra persona.

El apego enferma, castra, incapacita, elimina criterios, degrada y somete, deprime, genera estrés, asusta, cansa, desgasta y, finalmente, acaba con todo residuo de humanidad disponible.

Los seres humanos somos imperfectos y en toda nuestra vida siempre deseamos. Desde pequeños quizá deseábamos una bicicleta, y cuando la conseguimos empezamos a desear un móvil. Nunca estamos conformes y siempre estamos anhelando más y más, y he allí la raíz del sufrimiento.

Igualmente sucede con los amigos. Puede ser que esperemos que nuestros amigos se comporten de cierta manera y tengan ciertas actitudes, pero cuando no se comportan como deseamos, sufrimos y nos sentimos heridos.

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