CHANEQUES
Enviado por jjshsgs • 13 de Febrero de 2022 • Ensayo • 4.126 Palabras (17 Páginas) • 201 Visitas
CHANEQUES
Nuestro país tan lleno de esa herencia ancestral que ha dejado profunda huella en la visión de la cosmología de los pueblos prehispánicos.
Es hoy tan lleno de mitos y leyendas herencia de esa cultura que poco a poco va desapareciendo, queda en nuestra memoria sobre todo en la gente de provincia el recuerdo de aquellas tardes noches en que un grupo de adolescentes y niños pequeños a lado de algunos adultos y ancianos, narraban viejas historia escuchadas también de labios de sus tíos, padres, hermanos.
Una de ellas tiene vivo el recuerdo de esas narrativas, en las cuales uno imaginaba cada una de las circunstancias y vivía con emoción y un tanto de miedo por no decir terror cada palabra que el narrador soltaba como balde de agua helada a su concurrencia.
En la década de los 60 la parte norte de Orizaba, aún estaba formada por grandes extensiones de solares, los cuales eran verdaderos vergeles para toda la pandilla de cada barrio, limas, naranjas, nísperos, poma rosa, jinicuiles, mandarinas, y los casi extintos chinenes, existían un sinnúmero de arroyos de aguas cristalinas llenos de peces a los cuales el dicho popular conocía como colas de gallo por los hermosos colores de sus largas colas.
En sus múltiples callejones el dosel de los arboles era tan frondoso que formaban verdaderos túneles de vegetación.
Llenando de magia y misterio esos lugares.
Y es en la parte norte donde existía un rancho llamado La Palmira, el cual conservaba en ruinas los restos de la antigua hacienda del mismo nombre, viejos paredones que contaban historias de esplendor y gloria que el olvido avían dejado a un lado del inexorable tiempo.
En un mar de verdor que se arrullaba con el viento, afanosos los cortadores avanzan surco por surco cortando la dulce caña, entre ellos don Juan señor como de 70 años que aun machete en mano era cortador de caña.
De vez en cuando al final de la zafra cuando el tractor removía la fértil tierra preparándola para el próximo ciclo agrícola, salían entre los terrones de tierra, pedazos de extrañas figuras echas de barro. Las cuales nunca estaban completas. cabezas, troncos, todo era padecería de restos que en tiempos pasados estuvieron completos y no sé qué o a quien representaban.
resulta que por asares del destino, me encontraba en esos campos. Cuidando y vendiendo el zacate producto del corte de la caña. Recolectaba y coleccionaba todos esos restos que alguna vez fueron figuras de barro de dioses o juguetes de los pueblos prehispánicos que habitaron esos lugares.
Debo contarles que fui coleccionista de un sinnúmero de objetos raros desde plumas de dragones hasta escamas de la cola de una que otra sirena, bueno eso me decían los amigos que me las cambiaban por otros objetos también raros que yo poseía, en fin, era un adolecente que aun creía que existía cuevas con grandes tesoros en algún cerro del este valle sagrado,
Y bueno un día en que el sol declinaba tras las montañas y se juntan al final de la jornada los cortadores a fumar un cigarrillo y uno que otro trago de alcohol puro de caña. Platicando con algunos preguntaba si alguna vez se avían encontrado una figura completa al arar la tierra, siempre callaban dándome a entender que nunca y era normal después de tanto tiempo y tanto arar la tierra que figura podría resistir el paso del tractor.
Al despedirme MI amigo Antonio que vivía en el poblado pegado a la serranía que baja desde el volcán. Me comento, que avía una persona que en su casa tenía varias figuras completas
Que conservaba desde siempre, lleno de emoción pregunte quien era tan afortunado personaje y me señalo al viejo don Juan.
Don juan caminado despacio machete en mano y en el hombro su morral con los restos de su itacate tomaba ya la brecha que lo conduciría a su jacal, rápidamente le di alcance y con la mejor de mis sonrisas le dijo ya de regreso a casa don Juanito, voltea el viejo juan y un tanto sorprendido por mi sonrisa me responde así es muchacho y tú vas para el pueblo, sin perder mi sonrisa le dije que no que solo quería saludarle, y como más sabe el diablo por viejo que por diablo, me lanza la pregunta que quieres muchacho, un tanto cohibido ante la manera en que me pilla le comento
Oiga don Juan es verdad que usted tiene varias figuras de barro parecidas a los restos que de vez en cuando encontramos en este lugar. Detiene su marcha, me mira fijamente y responde tal vez
Pero solo son viejas figuras que mis padres me dejaron que a su vez recibieron de mis abuelos, y continuo su marcha dejándome parado en la brecha perdiéndose entre los cañales.
Al día siguiente llegando al verde campo aun cubierto por el roció de la madrugada y con toda la intención de realizar algún tipo de trueque, compra o lo que fuere espere que el sol avanzara entre los grandes árboles de chinene ese exquisito fruto que abundaba en las orillas de todo camino.
Espere la media mañana que es la hora en que formando un circulo en algún lugar bajo la sombra de algún frondoso árbol los cortadores se reúnen a compartir de su tentempié.
Y sentado en un viejo tronco estaba el viejo juan. Espere que terminara su itacate y me acerque a él, saludándole cordialmente y le pregunte por sus figuras de barro y le dije que, si podría venderme o regalarme alguna, don Juan me miró fijamente y me dijo que no podía hacerlo.
Y bueno ese fue la primera de muchas veces de solicitar al menos me mostrara las famosas figuras.
Termino la zafra y los campos quedaron vacíos, esperando el nuevo ciclo agrícola y solo parvadas de aves buscaban entre la hojarasca su alimento.
Y un buen día me encontré en el pueblo al personaje de las figuras de barro, don Juan el viejo campesino se encontraba en una casucha tomando alcohol puro de caña, me acercó a saludarle y al verme me saluda, y la pregunta obligada don Juan, debo aclarar que el viejo ya estaba con más de 4 copas entre pecho y espalda y al hablar se le notaba el efecto del aguardiente, que posibilidad hay de que, si, ya se me dijo quieres ver las figuras, está bien, vamos a mi jacal y empezó a caminar trastrabillando por el efecto de la bebida y yo sin poder aun creer tras de él, caminamos un buen tramo, el sin pronunciar palabras y yo sin cuestionarlo (que tal y se arrepentía) entre veredas de cafetos y grandes árboles de jinucuiles y un agradable aroma a la flor de los cafetales teniendo como fondo el canto de las aves, primaveras, jilgueros y las palomas que abundaban en aquellos tiempos, llegamos al jacal de don juan, sin invitarme a pasar empujo la puerta y se perdió en la penumbra de su morada, yo un tanto nervioso sin saber qué hacer, sentarme en un viejo tronco que servía de silla o adentrarme en su jacal o regresarme, pensando que probablemente se avía quedado dormido por las copas que traía, esos pensamiento se cruzaban por mi mente cuando de pronto emerge don Juan con algo entre las manos y me dice. Bueno pues estos son, me muestra tres figuras antropomorfas de barro cocido uno sentado otro pie y el ultimo hincado con las manos sobre las piernas, maravillado me acerco y las observo las levanta un poco para que las vea mejor
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