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Comúnmente pensamos que saber algo y tener una opinión o hacer una conjetura acerca de algo son cosas claramente distintas


Enviado por   •  29 de Octubre de 2015  •  Ensayo  •  1.742 Palabras (7 Páginas)  •  109 Visitas

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Comúnmente pensamos que saber algo y tener una opinión o hacer una conjetura acerca de algo son cosas claramente distintas. Pero también pensamos comúnmente que estas cosas distintas están relacionadas. Dicho de otro modo aún: en un caso de ésos, lo mismo que conjeturamos y creemos llega a ser lo que finalmente sabemos. Esta posibilidad de relación entre el saber y la opinión el que puedan tratar sobre lo mismo. La república  uno  de los abundantísimos  pasajes fascinantes de su obra Platón argumenta, por boca de Sócrates, que lo que sabemos es necesariamente de naturaleza distinta a aquello sobre lo que mantenemos una opinión. De ser ello así de tener razón Platón la conclusión a la que habíamos llegado al hilo de nuestro ejemplo no sería más que expresión de una de tantas creencias desentido  común que los filósofos de todas las épocas nos han urgido

arevisar y finalmente a abandonar, por hallarse según talesfilósofos faltas de apoyo razonable una vez que se las inspeccionaatentamente. Como nos importa indagar en los diversos aspectos dela relación de la opinión como el saber, nos compete examinar lasrazones de "Sócrates":[Sócrates] Comenzaré situando las capacidades en una clase propia:son poderes que hay en nosotros y en todas las demás cosas, pormedio de los que hacemos lo que hacemos. Son capacidadesnuestras, por ejemplo, el ver y el oír. ¿He explicado claramente a quéclase me refiero?[Glaucón] Sí, lo entiendo muy bien.Deja entonces que te diga lo que pienso sobre ellas. No son algoque veamos, y, por lo tanto, las distinciones de figura, color y otrasparecidas, que me capacitan para discernir las diferencias de algunascosas, no se aplican a ellas. Al hablar de una capacidad, piensosolamente en su dominio de aplicación y en su resultado; y a la quese aplica al mismo dominio y tiene el mismo resultado la considerola misma capacidad, pero la que tiene otro dominio de aplicación yotro resultado la considero una distinta. ¿Qué dirías tú a esto?Lo mismo.¿Serás entonces tan amable de responderme una pregunta más?¿Dirías que el saber es una capacidad o cómo lo clasificarías?Ciertamente el saber es una capacidad, la más poderosa de todaslas capacidades.¿Y la opinión? ¿Es también una capacidad?Ciertamente, pues la opinión no es sino aquello en virtud de lo

 

cual nos podemos formar opiniones.Pero ¿no admitiste hace un rato que el saber no es lo mismo que elopinar?Claro, ¿cómo podría nadie en sus cabales identificar lo que esinfalible con lo que es falible?Excelente respuesta, que muestra que tenemos clara una distinciónentre ambas cosas.Sí.Por lo tanto, al ser el saber y la opinión capacidades distintas,¿tienen diferentes dominios, es decir, tratan de cosas diferentes?Cierto.¿Presumiblemente es la realidad el dominio o aquello de lo quetrata el saber, es decir, que saber es conocer la realidad tal como es?Sí.¿Y la opinión consiste en tener opiniones?Sí.¿Y se sabe lo mismo que se opina? Es decir, ¿el objeto de laopinión es lo mismo que el objeto del saber?En absoluto, ya hemos refutado eso; si la diferencia decapacidades implica diferencia de dominios diferencia en aquellode lo que tratan y si, como estamos diciendo, la opinón y el saberson capacidades distintas, entonces el dominio del saber y el de laopinión no pueden ser lo mismo. (Platón, La república, 477b-478b.)Como podemos ver, si reflexionamos sobre el argumento que aquí presenta "Sócrates", la primera premisa del mismo es que diferentescapacidades conciernen a esferas o dominios de objetos tambiéndiferentes; la segunda, que la opinión y el saber son capacidadesdiferentes; y la conclusión, que la opinión y el saber conciernen aesferas o dominios de objetos diferentes, es decir, aquello sobre loque uno puede opinar pertenece a una esfera o dominio distinto delabarcado por lo que uno sabe. Se sigue de ello que no puede sernunca que aquello sobre lo que uno meramente opina en un momentodado el "objeto" de la opinión, como dice Platón sea, alaumentar la información, lo mismo que uno sabe con posterioridadel "objeto" del saber.La buena filosofía nos enseña que debemos abandonar cualquiercreencia u opinión que tengamos, por más arraigada que esté, cuandoexistan buenas razones para hacerlo. Pero también nos enseña a serprecavidos y mirar con cierta sospecha inicial las tesis filosóficas quese oponen a creencias mantenidas general y firmemente. Y lacreencia contraria a la conclusión del razonamiento anterior sin dudalo es, pues están totalmente a mano los ejemplos que entrandirectamente en conflicto con la tesis de que nunca puede ser que loque uno meramente opina en un momento dado sea lo mismo queuno sabe con posterioridad. Ya hemos visto uno; considérese ahoraeste otro. Un juez puede formarse, ante los primeros indicios claros,la opinión provisional de que un cierto sujeto es el jefe de una bandade narcotraficantes, pongamos por caso. Según los resultadosposteriores de la investigación, puede que ese juez llegue aabandonar tal creencia; pero también puede suceder que las pruebasy testimonios se acumulen de forma abrumadora, de manera queperfectamente podamos decir que el juez ya sabe que la persona encuestión es el jefe de tal banda. Lo que antes opinabaprovisionalmente es lo mismo que posteriormente sabe.Cuando una de las tesis filosóficas contrarias a nuestras creenciasfirmes y generales es el resultado de un argumento (como debemínimamente ser para aspirar a merecer nuestra atención), y elargumento es impecable desde un punto de vista lógico (como sinduda lo es el argumento anterior), la actitud crítica mencionada alcomienzo del párrafo anterior nos ha de llevar a examinar laspremisas de que se sirve ese argumento para apoyar esa conclusiónque nos sorprende porque, como mínimo aparentemente, es contrariaa lo que nos sentimos naturalmente inclinados a aceptar comoverdadero. En el caso del mencionado argumento de Platón en Larepública, ya la primera premisa resulta sospechosa. Podemos pensaren casos comunes casos generalmente conocidos de capacidadespara ver si encontramos apoyo para sostener esa premisa, y, si nosponemos a ello, pronto encontraremos justamente lo contrario. Porejemplo, el vino es el objeto común del vinicultor que se dedica a suelaboración o su comercialización, del enólogo que se dedica aestudiar la forma de mejorarlo, del catador que se dedica a describirsus propiedades en la degustación y del consumidor aficionado quese dedica a comprarlos, clasificarlos y compararlos. Esas personasexhiben, sin duda, capacidades diferentes al tratar con el mismo

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