Constitución Al Dia Siguienbte
Enviado por arnaldoplatas • 4 de Febrero de 2012 • 829 Palabras (4 Páginas) • 563 Visitas
Constitución, un día después
Siempre los aniversarios son una especie de magnífica fiesta que giran dentro de los huecos que dejan las palabras. Son grandes frases de rescate del pasado, de reflexión sobre lo irresistiblemente hecho, y los deseos nunca cumplidos para el futuro. Sin embargo, al día siguiente queda la resaca de los olvidos y los efectos cotidianos que nos hemos inventado a fuerza de imponer nuestro ego, por encima del “nosotros”.
En el aniversario de la Constitución sucede algo parecido. A pesar de todos los actos por recordarla y hacer de ella una fiesta cívica en toda la extensión de la palabra, hay una especie de nostalgia sobre lo que no es la Constitución, lo que quisiéramos reinventar de nuestra Carta Magna, y de lo que debiera estar escrito en ella, para nuestra época. Un proyecto, no solamente de Nación, como claman muchos desde el siglo XIX, sino una realidad de Estado, muy acorde a nuestra circunstancia, que cada día avanza en contra de la voluntad de los ciudadanos, y a contracorriente de las manecillas del reloj, en el caso de quienes pensamos en los relojes mecánicos, o con horarios invertidos, para los que están en la era de los relojes digitales.
Creo que la historia de México tiene que ir acompañada de manera necesaria de la historia del Constitucionalismo mexicano, no puede entenderse la una sin la otra. Y en el caso de nuestra realidad lo que hemos hecho es una enorme zanja en medio nociones que las hemos separado a fuerza de ser esquizofrénicos.
A pesar de las críticas que ha recibido uno de los juristas más importantes del siglo XX, Hans Kelsen, tuvo razón en la idea de postular la norma fundamental como una norma que se prolonga históricamente a través del nacimiento del Estado. Durante muchos años hemos pensado siempre en la idea de que una norma fundamental, es decir, aquella norma, que postula el fundamento último del orden jurídico, como una norma vigente, sin pensar en la dinámica de la historia. En este caso la cuestión importante para el caso mexicano nuestra historia constitucional se puede dar a partir de los Tratados de Córdoba, o en su caso, para los que quieren conservar el purismo del Estado, en la Constitución de 1824. Y de allí colocar las diversas estaciones en que se mueven de forma constante todas las ideas y órdenes jurídicos para sentar las bases del orden político y jurídico nacional.
Los hechos históricos por muy valiosos que sean al final de cuentas únicamente tienen una lectura lógica en la dinámica con que se plasmaron en los pactos con la sociedad. No hay historia sin una lectura constitucional, como tampoco hay una Constitución sin lectura histórica.
Uno de los rasgos que llaman la atención es la idea de prolongar las fechas de expedición de dos cuerpos constitucionales que se complementan como proyecto liberal, la de 1857 y la de 1917. Ambas expedidas
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