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Cruses Sobre El Agua


Enviado por   •  27 de Febrero de 2013  •  446 Palabras (2 Páginas)  •  303 Visitas

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LAS CRUCE S SOBRE EL AGUA

En el 1900 el puerto marítimo de Guayaquil concentraba la mayor riqueza del país gracias al auge cacaotero mundial, uno de cuyos principales protagonistas como exportador en el Ecuador.

A Guayaquil se le llamaba la "Perla del Pacifico" y reunía una diversidad insólita de inmigrantes nacionales y extranjeros, que llegaron al puerto atraídos por el fascinante aroma del cacao el extraordinario progreso que, se decía, estaba trayendo la venta del producto en los grandes países capitalistas.

Los terratenientes cacaoteros y sus familias vivían en París. A la sombra de sus posesiones floreció en Guayaquil una burguesía comercial y financiera, que se entretenía en esperar anhelante al inmigrante español o italiano, vestir de seda y plumas, comprar pianos y ser espectadores de las modas artísticas importadas de Europa. Entre tanto, los inmigrantes ecuatorianos, aquellos montubios e indios de costa y sierra, que llegaron a Guayaquil persiguiendo el mismo olor del cacao y se convirtieron en cargadores, estibadores, escogedores y secadores del grano, levantaron sus casuchas junto a las de los obreros de las primeras fábricas y las de los artesanos. Las diferencias sociales que se establecieron de principio abrieron una brecha enorme entre quienes lo tenían todo y quienes todo lo soñaban.

De pronto, las plagas diezmaron las grandes plantaciones de cacao. En el mercado internacional cayó bruscamente

el precio del producto. El gobierno defendió a los exportadores y a los banqueros, mediante sucesivas devaluaciones del sucre que afectaron gravemente a la clase media y, en especial, a los más pobres. Salario y trabajo se volvieron inciertos e insuficientes; los pocos que trabajaban cada día se sentían mal pagados o robados; las epidemias se cebaron en quienes carecían de los más elementales servicios y recursos.

Para 1921 la crisis se desbordaba. El cacao se acabó. La gente que antes se salvó de la peste moría ahora de hambre en las calles.

Apenas veinte años después de la revolución liberal de 1895 (Eloy Alfaro, Plaza Gutiérrez, Lizardo García), el pueblo sintió que aquel liberalismo triunfante lo había traicionado. Los nuevos gobiernos conservadores no comprendieron, ni calcularon ni canalizaron el descontento popular. En 1922 el incipiente movimiento de los trabajadores se lanzó a una huelga –políticamente débil pero históricamente aleccionadora– cuyo desenlace ocurrió ese 15 de noviembre. El gobierno y los sectores poderosos reprimieron la protesta con extrema

Dureza. Centenares de huelguistas fueron muertos a balazos y sus cadáveres arrojados a la ría del Guayas. El pueblo dolido, con sus maneras tristes y dulces de expresarse, echó sobre esa tumba de agua, casi oceánica, cientos de coronas de flores y cruces de palo que durante días quedaron flotando. Los muertos no se vieron; las cruces sí.

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