Crónicas De Una Muerte Anunciada
Enviado por alexandermontejo • 23 de Abril de 2015 • 1.510 Palabras (7 Páginas) • 419 Visitas
Universidad Rafael Landívar
Facultad: Ciencias Jurídicas y Sociales
Curso: Técnicas Básicas de Investigación
Lic. César A. Estrada O.
Crónicas de una muerte anunciada
Andrés Eduardo Montejo Pérez
Carnet: 23675-15
Huehuetenango febrero de 2,015
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
País, Colombia
Editorial Oveja Negra
12a. Edición colombiana: 30.000 ejemplares, febrero de 1,994
50 Páginas
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 1
Página 6
Párrafo 3
Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, ambas piezas sin almidón, iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda. Era un atuendo de ocasión.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 1
Página 7
Párrafo 2
La última imagen que su madre tenía de él era la de su paso fugaz por el dormitorio.
La había despertado cuando trataba de encontrar a tientas una aspirina en el botiquín del baño, y ella encendió la luz y lo vio aparecer en la puerta con el vaso de agua en la mano, como había de recordarlo para siempre.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 1
Página 9
Párrafo 4
Santiago Nasar atravesó a pasos largos la casa en penumbra, perseguido por los bramidos de júbilo del buque del obispo. Divina Flor se le adelantó para abrirle la puerta, tratando de no dejarse alcanzar por entre las jaulas de pájaros dormidos del comedor.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 1
Página 10
Párrafo 2
Habían dado las seis y aún seguían encendidas las luces públicas. En las ramas de los almendros, y en algunos balcones, estaban todavía las guirnaldas de colores de la boda, y hubiera podido pensarse que acababan de colgarlas en honor del obispo.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 1
Página 11
Párrafo 1
Por aquella época, los legendarios buques de rueda alimentados con leña estaban a punto de acabarse, y los pocos que quedaban en servicio ya no tenían pianola ni camarotes para la luna de miel, y apenas si lograban navegar contra la corriente.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 2
Página 15
Párrafo 1
Lo conocí poco después que ella, cuando vine a las vacaciones de Navidad, y no lo encontré tan raro como decían. Me pareció atractivo, en efecto, pero muy lejos de la visión idílica de Magdalena Oliver.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 2
Página 16
Párrafo 2
Ángela Vicario era la más bella de las cuatro, y mi madre decía que había nacido como las grandes reinas de la historia con el cordón umbilical enrollado en el cuello. Pero tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu que le auguraban un porvenir incierto.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 2
Página 19
Párrafo 3
La familia Vicario vivía en una casa modesta, con paredes de ladrillos y un, techo de palma rematado por dos buhardas donde se metían a empollar las golondrinas en enero. Tenía en el frente una terraza ocupada casi por completo con macetas de flores, y un patio grande con gallinas sueltas y árboles frutales.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 2
Página 20
Párrafo 2
Santiago Nasar era un hombre de fiestas, y su gozo mayor lo tuvo la víspera de su muerte, calculando los costos de la boda. En la iglesia estimó que habían puesto adornos florales por un valor igual al de catorce entierros de primera clase.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 2
Página 22
Párrafo 1
Los gemelos volvieron a la casa un poco antes de las tres, llamados de urgencia por su madre. Encontraron á Ángela Vicario tumbada bocabajo en un sofá del comedor y con la cara macerada a golpes, pero había terminado de llorar.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 3
Página 23
Párrafo 1
El abogado sustentó la tesis del homicidio en legítima defensa del honor, que fue admitida por el tribunal de conciencia, y los gemelos declararon al final del juicio que hubieran vuelto a hacerlo mil veces por los mismos motivos.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 3
Página 29
Párrafo 3
No sólo les cantamos por las ventanas, sino que tiramos cohetes y reventamos petardos en los jardines, pero no percibimos ni una señal de vida dentro de la quinta. No se nos ocurrió que no hubiera nadie, sobre todo porque el automóvil nuevo estaba en la puerta, todavía con la capota plegada y con las cintas de raso y los macizos de azahares de parafina que les habían colgado en la fiesta.
García Márquez, Gabriel
Crónica de una muerte anunciada
Capítulo 3
Página 30
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