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¿Cómo Se Debe Enmarcar Desde El Derecho Los símbolos Religiosos En Las Sociedades Multiculturales?


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2014  •  1.711 Palabras (7 Páginas)  •  209 Visitas

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El derecho ante todo debe propender por proteger los derechos de la sociedad en general entre ellos a la libre profesión de fe como el libre desarrollo de la personalidad, Colombia es un estado laico donde convergen varias religiones y en ella inmersa los símbolos religiosos que la identifican y que son de gran relevancia para aquellos que profesan esta fe.

Los símbolos religiosos permiten un mayor grado de identificación con aquello que se cree, hacen más fuerte de alguna manera el vínculo con la religión, pues estos generan un vínculo muy fuerte con el creyente, y en los momentos de dificultan son la convicción de que a pesar de todo no se está sólo, reconocer una presencia superior que está allí en todo momento aun cuando no lo reconocemos de esta manera, es reconfortante para el alma y el cuerpo entender que en los momentos de dificultad es cuando más cerca esta DIOS de nosotros entendiendo nuestro dolor, no estamos solos y nunca lo hemos estado.

Ya en un contexto global la diversidad cultural y por ende religiosa esta permeada de innumerables símbolos religiosos que son apropiados por cada comunidad de acuerdo a sus creencias que en ocasiones choca o crea conflicto con la sociedad, e igualmente no hay que desconocer que en la sociedad mundial también se presenta la valoración de lo “no religioso” como elemento integrante de la realidad social y como esta es diversa, es decir no confluye de manera genérica en todas las comunidades.

Para quienes la creencia es de gran relevancia para su vida valoran los símbolos religiosos positivamente fomentan su presencia en todos los ámbitos, incluido el social común a todos los ciudadanos, y piden que el conjunto de la sociedad y el Estado posibiliten y faciliten el libre ejercicio del derecho de la libertad religiosa. Quienes lo valoran de manera negativa intentan relegarlo al ámbito privado de la conciencia de cada ciudadano o el ámbito familiar, negándole presencia y relevancia en el ámbito social común. Según estos últimos, el Estado debería tomar una postura asépticamente neutra manteniéndose al margen de cualquier manifestación externa religiosa.

En la sociedad actual se hace referencia a las dos dimensiones, la de profesar una determinada confesión religiosa o convicción ideológica y la de manifestarlo externamente. Su distinción y la protección de ambas se diferencian ya que sólo en su vertiente de manifestación es donde se puede inmiscuir el derecho. En efecto se aclara que el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión “incluye la libertad de tener una religión o cualquiera convicción de su elección, así como la libertad de tener una religión de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante culto, la observancia, la práctica o la enseñanza”.

La presente difusión del pluralismo cultural y religioso al parecer se ha se ha convertido en una prioridad teniendo en cuenta que por el fenómeno de la globalización, el libre mercado y la facilidad de interconexión mundial las sociedades cambian de manera constante debido a que se encuentran permeadas por un sinnúmero de factores que inciden de manera directa e indirecta en la percepción cultural y religiosa de los pueblos.

Existen en la actualidad tendencias comunes en la toma de decisiones de los gobiernos frente al tema de la diversidad cultural, como consecuencia de un contexto político e ideológico común, marcado, por una parte, por la difusión del discurso de los derechos humanos sin desconocer la conciencia de la crisis del multiculturalismo que va cobrando cada vez más fuerza.

Esta labor no es nada sencilla pues se debe observar detenidamente las diferencias relevantes entre unos países y otros, que vienen marcadas por los distintos estilos nacionales a la hora de gestionar la diferencia cultural procedente de la inmigración. Esas diferentes “filosofías de la integración” dependen, en gran medida, de dos aspectos. En primer lugar, de la manera en que cada país entiende la naturaleza del vínculo social y político que mantiene unida a la comunidad y, como consecuencia, cuál es la manera más adecuada para integrar en ella a los inmigrantes. Y el segundo factor diferenciador, es el espacio y el papel que cada país otorga a la religión.

El modelo de integración adoptado tradicionalmente es el de la asimilación voluntaria, matizada por la tolerancia y respecto a las prácticas privadas propia de cada comunidad. Hay sectores de la sociedad que no están de acuerdo con este postulado y proponen reafirmar la laicidad de las instituciones, como un aspecto concreto de la neutralidad del Estado, por considerar que ésta sería la forma más adecuada de lograr la convivencia dentro de la tolerancia y el respeto por la diversidad cultural y religiosa.

La laicidad surge en un contexto social y político que tiene poco que ver con la integración de las culturas.

Para la cultura occidental y oriental es difícil comprender como se desarrolla y aplica la creencia religiosa en estados con profesión de fe contrapuesta o muy diferente a la que profesan al interior de su comunidad, lo que conlleva a que juzguen de manera a priori o precipitada las manifestaciones religiosas de otros países. Frente a este aspecto es difícil un punto

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