Darwin Y La Sociologia

DARWIN Y LA SOCIOLOGÍA

“Las creencias no son poderosas porque son verdaderas, son verdaderas porque son poderosas” Foucault

Las teorías de Darwin están orientadas a explicar la evolución de los seres vivos: animales y plantas. Al hombre, ser vivo y animal, son aplicables por tanto los impresionantes descubrimientos del científico inglés, y no solo en su comportamiento animal, sino también en el social.

Vamos a tratar la cuestión con dos ejemplos.

La reciente y cada vez más poderosa corriente de pensamiento conocida como creacionismo, con un auge cada vez mayor en los Estados Unidos, viene a defender que “el verbo se hizo carne”, es decir que la decisión divina creó de la nada el hombre. Las teorías evolucionistas de Darwin mantienen el argumento contrario, fue “la carne la que se hizo verbo”, de forma que la evolución animal ha culminado en un ser inteligente, que entre otras cosas, debe su desarrollo a su capacidad de comunicarse por el habla.

Aunque es por todos conocido que aún existen algunas sombras en la explicación de determinados saltos evolutivos, resulta inadmisible que en el siglo XXI puedan cuestionarse seriamente las teorías de Darwin, absolutamente confirmadas por toda la comunidad científica. La ciencia depende de la posibilidad de confirmar o refutar teorías de una forma empírica. La simple ausencia de una explicación científica, no permite argumentar que exista una intervención divina o sobrenatural.

Este movimiento, también llamado del “diseño inteligente”, ha sido defendido por el propio presidente Bush afirmando: “Me ha parecido que ambos lados deben ser debidamente enseñados”.

Tratar de defender creencias religiosas, forzando la realidad, y transmitiendo falacias a nuestros hijos, manipulando su educación, además de ser muy peligroso es, desde el punto de vista ético, absolutamente reprobable.

Otro ejemplo que ilustra la importancia que pueden tener las teorías evolutivas en la sociedad actual lo tenemos en las recientes investigaciones de Phillip Longman, que han hallado una correlación entre determinadas posiciones conservadoras y el número de hijos de las familias. Sus conclusiones demuestran que las personas con un pensamiento político de derechas suelen tener un elevado número de hijos, debido a sus ideas religiosas, sobre la familia, el patriarcado, etc.; mientras que los de pensamiento progresista reducen en gran medida su descendencia. Sirva de ejemplo, que entre los Estados que votaron a Bush en 2004, las tasas de natalidad son un 12% más elevadas que entre los que votaron a Ferry.

Esto significa que en los próximos años en el mundo occidental habrá más conservadores que progresistas, y quizás más creacionistas que evolucionistas.

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