Democrito
Enviado por jesusbustos • 22 de Octubre de 2013 • 470 Palabras (2 Páginas) • 442 Visitas
Aquí estoy de nuevo, Sofía. Hoy conocerás al último gran filósofo
de la naturaleza. Se llamaba Demócrito (aprox. 460-370 a. de C.) y
venía de la ciudad costera de Abdera, al norte del mar Egeo. Si
has podido contestar a la pregunta sobre el lego, no te costará
mucho esfuerzo entender lo que el proyecto de este filósofo.
Demócrito estaba de acuerdo con sus predecesores en que los
cambios en la naturaleza no se debían a que las cosas realmente
«cambiaran». Suponía, por lo tanto, que todo tenía que estar
construido por unas piececitas pequeñas e invisibles, cada una
de ellas eterna e inalterable. A estas piezas más pequeñas
Demócrito las llamó átomos.
La palabra «átomo» significa «indivisible». Era importante para
Demócrito poder afirmar que eso de lo que todo está hecho no
podía dividirse en partes más pequeñas. Si hubiera sido así, no
habrían podido servir de ladrillos de construcción. Pues, si los
átomos hubieran podido ser limados y partidos en partes cada
vez más pequeñas, la naturaleza habría empezado a flotar en una
pasta cada vez más líquida
Además, los ladrillos de la naturaleza tenían que ser eternos,
pues nada puede surgir de la nada.
Además, los ladrillos de la naturaleza tenían que ser eternos,
pues nada puede surgir de la nada. En este punto, Demócrito
estaba de acuerdo con Parménides y los eleáticos. Pensaba,
además que los átomos tenían que ser fijos y macizos, pero no
podían ser idénticos entre sí. Si los átomos fueran idénticos, no
habríamos podido encontrar ninguna explicación satisfactoria de
cómo podían estar compuestos, pudiendo formar de todo, desde
amapolas y olivos, hasta piel de cabra y pelo humano.
Existe un sinfín de diferentes átomos en la naturaleza, decía
Demócrito. Algunos son redondos y lisos, otros son irregulares y
torcidos. Precisamente por tener formas diferentes, podían
usarse para componer diferentes cuerpos. Pero aunque sean
muchísimos y muy diferentes entre sí, son todos eternos,
inalterables e indivisibles.
Cuando un cuerpo –por ejemplo un árbol o un animal muere y se desintegra, los átomos se dispersan y pueden utilizarse de nuevo
en otro cuerpo. Pues los átomos se mueven en el espacio, pero
como tienen entrantes y salientes se acoplan para configurar las
cosas que vemos en nuestro entorno.
¿Ya has entendido lo que quise decir con las piezas del lego,
verdad? Tienen más o menos las mismas cualidades que
Demócrito atribuía a los átomos, y, precisamente por ello,
resultan tan buenas para construir. Ante todo son indivisibles.
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