ENSAYO SOBRE LA PENA DE MUERTE.

ENSAYO SOBRE LA PENA DE MUERTE

 "Who doesn't admire him?" she said again. "He was responsible for setting up the very first gas chamber in Chicago."

Kurt Vonnegut Jr., 2BR02B

Junto con los recientes hechos de violencia que la prensa ha dado en llamar, erróneamente a mi criterio, linchamientos, se reavivó el debate en los medios de comunicación sobre la pena de muerte. El argumento principal de quienes se encuentran a favor de esta postura radica en que ésta generaría mayor seguridad; otros dicen que sería un castigo merecido por quienes han cometido crímenes aberrantes, un modo de “pagar” por ello; otros que serviría para que los criminales se arrepintieran, sirviendo de ejemplo para que otros criminales “en potencia” pensaran dos veces antes de hacer lo mismo, y hay quienes llegan a decir que sirve para resarcir a los familiares de las víctimas. Explicaré en las líneas subsiguientes mi desacuerdo con la pena de muerte, y daré razones que prueban la debilidad de los planteos a favor.

Respecto del punto del logro de una mayor seguridad por la implementación de la pena capital, considero que éste no es muy válido. Si bien uno podría pensar que está más seguro porque ya no tiene que compartir esta vida con un asesino, es verdad también que no se puede casi nunca estar totalmente seguro de que el condenado a muerte sea precisamente el asesino. Todos sabemos que el sistema penal de nuestro país no siempre funciona como debería y, aunque así fuera, fueron muy famosos ciertos casos de pena capital aplicada a quienes, luego de muertos, se probó que habían sido inocentes, incluso en países donde se cree que el sistema funciona ejemplarmente (como el caso de Estados Unidos de América). Además, hay otros medios legales viables para que uno se sienta seguro (como por ejemplo la condena perpetua) sin necesidad de quitar la vida.

Por otra parte considero que no se puede defender un valor, como es el de la vida, atacándolo a la vez (es decir, quitando otra vida). Es verdad que familiares de víctimas muchas veces se sienten muy dolidos y esperan que a máximo delito (como por ejemplo un crimen) le corresponda máxima pena. Pero… ¿puede el Estado cometer el mismo delito que está castigando a la vez? Si bien esta pregunta puede parecer muy obvia, muchas personas encuentran dificultades para plantearla, olvidándose de un punto muy importante en este debate. ¿Es posible volver a la ley del talión en el siglo XXI? En lo personal, considero que el Estado, más que como agente “vengador” debe actuar como agente socializador.

Desde otro ángulo de la discusión, considerando el argumento que sostiene que los arrepentimientos de los criminales podrían servir como ejemplo a “criminales en potencia”; se ha comprobado que en la mayoría de los casos de condenados a muerte no hay arrepentimiento, y éste, si se hace presente,

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