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ENTRE EL DESTINO Y LA TRAICIÓN


Enviado por   •  29 de Agosto de 2014  •  1.771 Palabras (8 Páginas)  •  158 Visitas

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Borges: entre el destino y la traición

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

Jorge Luis Borges

Introducción

En el ensayo que aquí comienza pretendemos indagar en la personalidad y en la obra

de unos de los escritores fundamentales de nuestro país: Jorge Luis Borges. Sin dudas se trata

del narrador más reverenciado por el aparato cultural oficial, no sólo por la exquisitez de su

estilo sino también por sus opiniones políticas. A nadie puede escapar esto último: escritores

de similar o superior talento han sido denigrados o silenciados por el compromiso que

asumieron con su pueblo. David Viñas suele señalar que “Rodolfo Walsh es más que

Borges”; figuras olvidadas como Roberto Arlt o desmerecidas como Leopoldo Marechal

también podrían ponerse a la altura del talento borgeano.

La polémica está abierta: ¿el prestigio de Borges es una creación de la superestructura

cultural oligárquica o es un reconocimiento puramente literario, basado íntegramente en

juicios estéticos? Arturo Jauretche no dudaría en describir el proceso de fabricación de las

famas, en el cual no interesa si el favorecido cuenta o no con talento personal. Creemos que

en el caso de Borges se trata de un gran escritor pero sobredimensionado por cuestiones

“extraliterarias”. Para decirlo de una vez: si hubiera sido peronista, no habría gozado de los

elogios de la Revista Sur, de la crítica, de la academia, de las profesoras de los colegios, etc.

Las alabanzas recibidas desbordan también su condición de escritor, pretendiéndose erigir a

Borges en un erudito filósofo y gran orador… cuando él mismo reconocía su tartamudez. El

aparato del coloniaje cultural sabe perfectamente a quién dispensar premios y elogios.

Estas opiniones se ven ratificadas por la trayectoria personal del propio Borges. Su

vida es el camino de lo que pudo ser y no fue: pudo ser el gran escritor nacional y popular y

terminó siendo el prestigioso narrador elitista que conocemos.

En estas páginas proponemos al lector sumergirnos juntos en las aguas borgeanas,

recorrer sus laberintos, mirar sus espejos, soñar sus sueños, buceando en algunos de sus textos

y guiando el recorrido con una pregunta de difícil respuesta, que tal vez no la tenga de forma

definitiva: ¿Borges encontró su destino al convertirse en el gran escritor liberal del siglo XX,

o, por el contrario, al hacerlo traicionó sus convicciones personales y su destino como artista?

En la primera esquina de este laberinto señalaremos brevemente la trayectoria de

Borges, desde su juventud hasta su madurez, remarcando la ruptura que se opera a mediados

del treinta. Nos interesará fundamentalmente detenernos en algo así como una oscura esquina

del arrabal, olvidada por los panegiristas borgeanos, un aspecto que, creemos, resulta

importante para la literatura y la identidad nacional: su lectura de la gauchesca y su valoración

de la ética del coraje. Luego viajaremos al centro del laberinto, allí donde los hombres saben

de una vez y para siempre quiénes son, allí donde el misterio se resuelve, para desentrañar su

concepción del destino, de la predestinación y del libre albedrío, relacionando sus teorías

materializadas en sus cuentos y poemas con las acciones de su vida, donde el autor es un

personaje de sí mismo y el personaje es el autor.

Del joven llamado Jorge al hombre llamado George

Muy pocos argentinos conocen a Borges cuando se llamaba Jorge y no George, nacido

en la calle Serrano, cuando Palermo Viejo era el barrio de los compadritos, de los patios y las

casas bajas, cuando la luna hacía brillar lo mismo un cuchillo que las cuerdas de una guitarra,

antes de que los comedores de rúcula la invadieran con su snobismo e intentaran luego

palermizar toda la ciudad. Su temprana partida a Suiza no podrá ocultar esos primeros

recuerdos, como dirá en “Arrabal”, de Fervor de Buenos Aires: “Los años que he vivido en

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BORGES: ENTRE EL DESTINO Y LA TRAICIÓN – Javier Scheines

Europa son ilusorios / Siempre he estado (y estaré) en Buenos Aires1. Pero lo que no pudo el

mar podrá hacerlo su voluntad: la vida de Borges está marcada por la pretensión de silenciar u

ocultar su etapa juvenil, “bárbara”, nacional y popular, momento que queda plasmado en

libros de los cuales luego abjurará con culpa como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de

enfrente (1925), Cuaderno de San Martín (1929), Inquisiciones (1925), El tamaño de mi

esperanza (1926), El idioma de los argentinos (1928).

En Fervor de Buenos Aires se adentra en la vida humilde del barrio y sus misterios,

entona versos románticos, se rebela contra la historia oficial al hacer apología del “tirano”

Rosas. Ya desde el título nos presagia poemas pasionales y cálidos que buscarán pintar su

aldea; esa misma idea aparece cuando pretende cantarle a la luna de enfrente, la que está acá,

la que aparece por encima de las casas cuando se abre la puerta o se da vuelta la esquina, la

que ilumina la complicidad del beso robado en las sombras de la noche. En El tamaño de mi

esperanza critica a Lugones –el poeta más importante de la época– de un modo casi

irreverente: “Muy casi nadie, muy frangollón, muy ripioso”, “miseria espiritual”, “El

pecado de este libro está en el no ser”, “Nada hay en él que no sea reedición de las

equivocaciones inmemoriales de la poesía”, dirá de forma implacable. Y hace lo propio con

Sarmiento: “norteamericanizado indio bravo, odiador y desentendedor de lo criollo”, al

tiempo que elogia a Rosas y a Yrigoyen. En El idioma de los argentinos se plasma la tensión

entre lo universal y lo nacional y se aleja del tecnicismo de ciertos poetas como Luis de

Góngora para resaltar a Francisco de Quevedo.

Es la etapa de su vida donde “tramaba una humilde mitología de tapias y cuchillos”,

según recordará luego en “Mil

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