EVOLUCIÓN Y REVOLUCIÓN, Ricardo Mella
Enviado por charlyknauf • 11 de Diciembre de 2012 • 3.116 Palabras (13 Páginas) • 432 Visitas
EVOLUCIÓN Y REVOLUCIÓN
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El tema de que voy á ocuparme es de innegable importancia, no sólo bajo el punto de vista
exclusivo de un partido ó escuela, sino también en un sentido general para todos los que
profesan ideas más o menos avanzadas.
Divídanse generalmente los partidos de ideas progresistas en evolucionistas y revolucionario, y
entiendo yo que tal visión es absurda de todo en todo porque si se conforma con los hechos ni
se justifica y explica por la lógica. Trataré, por tanto, de probar la completa identidad que entre
los términos evolución y revolución existe.
Es para mi el principio de la evolución completamente cierto; es para mi la revolución un, un
modo, un aspecto de la misma evolución, y evolución y revolución se contemplan y son
inseparables por consecuencia.
¿Qué es y qué significa la evolución? ¿Qué es y qué significa la revolución?
Evolución es el desenvolvimiento general de una idea, de un sistema de una serie de sucesos,
de un orden de cosas cualquiera hasta su complemento é integración; es un movimiento
constante en virtud del cual todo se modifica y cambia hasta alcanzar su total desarrollo.
Revolución es y significa en el sentido más lato de la palabra una transformación ó una serie de
transformaciones, un cambio ó serie de cambias en las ideas morales, en los sistemas políticos,
en las creencias religiosas, en la organización de las sociedades, ya afecte á sus costumbres,
ya á sus formas gubernamentales, jurídicas o económicas. “Del amor: Modo de acción y finalidad social” de Ricardo Mella
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Y si la revolución es un cambio ó modificación, ¿no es evidente un momento necesario de
desenvolvimiento evolutivo, no es sin duda un instante preciso de la evolución que se verifica?
Examinemos sino la evolución en la historia.
Tres modos principales del desenvolvimiento humano comprenda toda la evolución histórica: el
religioso, el político y el sociológico.
Las primitivas ideas religiosas, la concepción que la divinidad se formaron los primeros
hombres, fueron grotescas creaciones de la ignorancia ya inspiradas por el miedo á fenómenos
naturales inexplicados, ya por la necesidad de un ente superior que encarnara las ideas de
justicia y de fuerza, entonces sinónimas. Pero á medida que se fueron explicando aquellos
fenómenos y á medida también que el elemento humano fue venciendo á la animalidad
primitiva, las ideas religiosas se transformaron adquiriendo aspectos más naturales y más
estéticos. La evolución religiosa, pasando por el politeísmo, el panteísmo y el monoteísmo,
produjo al fin la encarnación de la idea divina en un ser con todos los atributos del hombre, y el
dios de las venganzas, el terrible Jehová, resultado del espíritu guerrero de sus tiempos,
presidió los humanos destinos hasta que el Cristo determinó con sus doctrinas una mayor
aproximación al hombre mismo. Pero también esta última idea levantó protestas y rebeliones.
La evolución religiosa debía llegar hasta la emancipación definitiva de la razón, y bien pronto se
inició un movimiento general que llevó el principio del libre examen. Desde entonces la filosofía
abrió novísimos horizontes al pensamiento; y, como último término del desarrollo evolutivo,
proclamó la moral sin sanción y la justicia humana sin las sombras en que se la envolvía como
atributo de la divinidad. Así, los que ya no creen en una existencia ultramundana y los que en
ella aparentan creer por conveniencia ó por hipocresía ó por miedo, rinden de hecho, allá en el
fondo de su conciencia, culto debido á la nueva idea, y practican, por su propia inspiración, el
bien y viven por los movimientos espontáneos de su naturaleza psíquica en las relaciones de la
moral universal subordinando todos sus actos á ese sentimiento innato en el hombre que le
arrastra irresistiblemente á defender la débil contra el fuerte aun á riesgo de su propia vida. La
idea de justicia se nos presenta hoy pues, emancipada de la teología y nos arrastra con potente
imperio hasta el punto de lo que hicimos un día por pueril temor á lo desconocido, lo realizamos
hoy por identificación con el bien, por el imperativo mandato de la conciencia, por los impulsos
de los más bellos y de los más bondadosos sentimientos, obteniendo aquí en la tierra la
glorificación que durante mucho tiempo hemos buscado en los supuestos cielos de ignotos
espacios.
¿Pero es que esta evolución de los siglos se ha realizado sin esos grandes sacudimientos que
llaman revoluciones?
Nadie de entre nosotros lo ignora: luchas terribles, cruentos sacrificios han sido necesarios para
conseguir la emancipación religiosa. Revolución promovió el Cristo, revolución promovió
Lucero, revolución promovió la filosofía: la evolución religiosa no llegó á interrogarse en la
fórmula final sino á cambio de tremendos sacudimientos revolucionarios, sin los cuales no
habríamos salido todavía de la primitiva esclavitud.
Si de igual modo examinamos la cuestión en su aspecto político, llegaremos á conclusiones
semejantes. En un principio rigen los destinos de los pueblos, ya constituidos en grandes
agrupaciones, reyes absolutos de derecho divino y nada significan ni nada valen los derechos
de todos los hombres. Uno sólo tiene el privilegio de gobernarnos, de disponer de nuestras
vidas y haciendas á su leal saber y entender. La tiranía despótica de los reyes halla más tarde
un límite en el constitucionalismo. Es entonces necesario que los reyes se asesoren de las
necesidades populares por medio de representante y así se origina el parlamentarismo. Más no
basta esto. Se da también en tierra con los poderes hereditarios y á la soberanía indiscutible de
los reyes se opone la soberanía de los pueblos. La forma republicana y democrática encarna en “Del amor: Modo de acción y finalidad social” de Ricardo Mella
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un nuevo aspecto de la evolución y llega á constituir un ideal novísimo del progreso humano. Y
como esté no se detiene jamás, como no se detendrá nunca el movimiento constante que da
vida al universo, los pueblos han llegado finalmente á una concepción amplísima del principio
de gobierno. Significado de hecho el absolutismo, el
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