El Apando
Enviado por cbp96 • 10 de Abril de 2014 • 980 Palabras (4 Páginas) • 337 Visitas
l apando Este libro lo encontré algo confuso, porque se refieren a las personas pero llamándolas como animales, en este caso como monos. Cuenta la historia de tres muchachos de nombres Polonio, Albino y el tercero de sobrenombre “el carajo”, estaban tras las rejas, a los cuales les llamaban los monos. “El carajo”, estaba tuerto, y una pierna le fallaba, todos ellos tenían un vocabulario demasiado vulgar, y coloquial. Se expresaban con malas palabras de las mujeres. Albino era casado, su esposa de nombre Meche la cual iba a la cárcel a visitarlo todos los días porque estaba muy preocupada ya que últimamente estaba muy mal, un día intentó cortarse las venas por no tener su droga, él había sido soldado, marinero y padrote, pero con Meche no hacia lo que quería porque era una mujer honrada y decente “según ella”, porque se acostaba con otros hombres y no lo hacia por dinero sino por placer, sin que Albino se diera cuenta de lo que sucedía. La madre de “el carajo” ya era una anciana, tenía más se sesenta años y todavía pensaba en hacer el amor, un día los pusieron en la misma celda a todos juntos y ahí se llevó a cabo el acto sexual pero de una manera muy vulgar y grotesca. Había una mujer que le llamaban “la chata”, también había ido al mismo lugar a lo mismo, sin embargo puso sus ojos en Albino, “la chata” envidaba completamente a Meche, “la chata” no pudo más y le dijo a Meche que sin perder su amistad le permitiera acostarse con Albino “La chata“y Meche caminaban hacia la celda de los apandos, Meche se lanzó a los brazos de Albino y él le respondió cubriéndola de besos y abrazos por todas partes. De pronto la mamá de “el carajo” dijo- Mijo, ¿On tá mijo?, gritando desesperadamente, no estaba segura de lo que ella misma estaba diciendo, todos estaban como locos ahí en la cárcel. La madre de “el carajo” permanecía inmóvil tomada de los barrotes de la celda asomándose para ver a su hijo, ya que no la dejaban entrar aún y estaba esperando, otros hombres empezaron a gritarle desde la celda –Venga el paquete vieja, venga la droga hija de la chingada. Ella se hacía la sorda pero de repente empezó a llorar porque nunca antes le habían hecho eso y conforme ella estaba llorando estaba recordando también la vida trágica de su hijo y en ese momento recordó el navajazo que le habían dado a su hijo, detalle a detalle desde el día que le dieron un puñetazo, y todas las demás cosas espantosas que había sufrido a su hijo mientras se le escurrían abundantes lágrimas. En el patio de la cárcel se encontraban todos los reclusos y sus esposas estaban en hileras esperando a sus familiares (al recluso que iban a visitar). Durante la visita de los familiares el patio de la cárcel se transformaba en campamento habían personas de todas las edades tanto como niños hasta ancianos, y era demasiada gente que había en ese lugar que ya ni se conocían en uno al otro, Meche y “chata”
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