El Emporio Del Tomate

El emporio del tomate

Anónimo

Un hombre con poca preparación llevaba varios meses sin trabajo, por lo que se presentó a solicitar un puesto como empleado de limpieza en una empresa en el norte de Guayaquil. La persona que lo entrevistó, después de revisar sus documentos, le preguntó si sabía usar una computadora. El hombre respondió que no. El entrevistador le dijo que si no sabía computación, no podía trabajar ahí, porque no tendría suficientes oportunidades de desarrollo.

Al salir de la oficina, pensativo y hambriento, el hombre se dirigió a una pequeña frutería, donde con sus últimos 25 centavos, sólo pudo comprar un par de tomates y una pieza de pan. Con su escasa ración, el hombre se detuvo a las puertas de un almacén, pensando en qué podría hacer para salir de esa terrible situación. De pronto, una señora que iba entrando al almacén le preguntó que en cuanto vendía sus tomates. Sorprendido en sus pensamientos, el hombre le respondió que en 50 centavos. La señora tomó los tomates, sacó dos monedas, y se las dió al hombre. Sospechando una oportunidad nuestro personaje se sintió emocionado: ¡Había vendido los tomates al doble de precio!

Con sus dos monedas, volvió a la frutería y esta vez, compró el doble de tomates. Regreso al almacén, donde pudo venderlos al doble. Repitió los pasos una y otra vez a lo largo de varios meses, pudiendo hacer negocios cada vez mayores. Al cabo de unos cuantos años, el hombre poseía uno de los negocios de venta de tomates más grandes del país, por lo que su nombre aparecía cada vez más en las portadas de las revistas como uno de los más importantes hombres de negocios en su industria.

Un día, un reportero de una importante revista acudió a entrevistarlo en las oficinas de su emporio. Durante la entrevista, hablaron de sus difíciles inicios, y de cómo había logrado sortear los obstáculos que tenía. Satisfecho, el reportero dio por finalizada la entrevista. Sólo quería obtener un dato más, mismo que le solicitó al hombre. Este prometió enviárselo por fax. El reportero dudó: ¿No podría enviárselo mejor por correo? El hombre respondió que no sabia usar una computadora, por lo que le enviaría el documento con los datos por fax. El reportero le inquirió: ¿No sabe usar una computadora? ¿Y aún así ha logrado crear un negocio de esta magnitud? ¿Se imagina donde estaría usted si supiera usar una computadora?

Claro… ! Respondió el hombre… si supiera usar una computadora, estaría limpiando oficinas en el edificio de la Cámara de Industrías de Guayaquil!

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