El Estigma De La Piel Y La Superficie

"Todos matan lo que aman: el cobarde, con un beso; el valiente, con una espada." Oscar Wilde

La piel que habitamos, eso que denominamos superficie y que los moralismos y otras esferas ideológicas se han encargado de devaluar frente a las sensaciones y pensamientos pero, que a su vez, constituye la fuente básica de percepción táctil, de experiencia y por la cual constituimos nuestra imagen. Las mismas ideologías que se han encargado de demonizar la superficie de los cuerpos también se han encargado de corresponder a la piel como objeto por excelencia de belleza y como mecanismo de supremacía, objeto de control, estética y por el cual se segregan razas por rasgos y pieles que no habitamos u otras que habitamos genética. Pieles y superficies que son objeto de estigmatización y que ya, de entrada, vienen con preconcepciones, trasfondos y prejuicios sociales como parte de los imaginarios ideológicos construidos. Algunos habitan las pieles por que sí, otros se encargan de construir sus propios imaginarios; otros vienen “bendecidos” con pieles que son asociadas con imaginarios superiores, como los del hombre blanco sobre el hombre negro. Y otros nacen con la “condena” de pieles que son estigmatizadas, a priori, sin análisis alguno de sustancia intelectual, capacidades o desarrollos que no se aprecian superficialmente a simple vista.

Definitivamente sí hay sustancia en la superficie y es, para bien o para mal, seminal dentro del campo de las ideologías y políticas del y sobre el cuerpo humano. Se constituye muchas veces hasta como una herramienta de control, imagen, modelo, influencia y más. Es de la parte visible más vulnerable por definitiva a la influencia de las ideologías modélicas y cánones de las sociedades a través de quienes ejercen el poder. Inclusive, las pieles y superficies se han convertido en mecanismo de portación de marcas e ideologías y en marcas e ideologías en sí mismas.

No necesariamente se trata de una vuelta romanticista de la visión del interior y del pensamiento como únicos y exclusivos o superiores herramientas signo de sustancia y supremacía definitoria del sujeto, más bien se trata sobre una reflexión sobre las miradas e importancias que se depositan sobre la piel y la superficie frente a las ideas que suponen a la visión de la piel y de las superficies como algo inferior a la mente y a la intangibilidad que deviene por el interiorismo del conocimiento a través de su asociación principal con el cerebro. La piel es, en definitiva, un mecanismo de experimentación por que cual se construyen, no sólo relaciones, sino conocimiento. No hay pensamiento si no hay experiencias sensoriales a través de los sentidos, incluyendo las pieles y la superficie. Se trata de una visión dialéctica entre la idea de la introspección platónica y la extrospección aristotélica.

En este sentido no se puede demonizar

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