El Hmbre En La Filosofia Moderna
Enviado por eveliynro • 26 de Mayo de 2013 • 1.559 Palabras (7 Páginas) • 239 Visitas
Introducción
La filosofía moderna corresponde a ese período que llamamos edad moderna en la historia universal y que comienza en el renacimiento y la reforma protestante.
es verdaderamente una época nueva con un espíritu nuevo, tan distinto del espíritu escolástico, que se le puede considerar como una revolución anti escolástica.
En efecto, la Filosofía Medieval había conjugado en gran síntesis el pensamiento pagano platónico - aristotélico con el pensamiento cristiano, armonizando la razón y la fe, nuevas corrientes filosóficas proclamarían la absoluta independencia de la razón o aún la pondrían en rebelión abierta contra lo sobrenatural.
La nueva filosofía exaltaba el método matemático científico en detrimento del espíritu metafísico que había dominado, no sólo a la Edad Media, sino también entre los pensadores paganos. Naturalmente estas nuevas doctrinas o corrientes de pensamiento correspondían a nuevas situaciones políticas, culturales, sociales y religiosas; el Renacimiento, la seudorreforma protestante, el humanismo, el nacimiento de los estados modernos, el auge de las ciencias.
De ahí que también encontramos en la época moderna una tremenda dispersión doctrinal que contrasta con la notable unidad del pensamiento cristiano de la Edad Media; así como las naciones se diferencian, como los pueblos se separan unos de otros, también se producen profundas escisiones en el espíritu occidental y en su concepción unitaria del mundo, como consecuencia o secuela del enfrentamiento entre la razón teorética y la razón práctica, entre la ciencia y la fe, entre lo físico y lo metafísico, entre la política y la moral, entre lo subjetivo y lo objetivo, aparecen en tal abundancia los problemas, los métodos, las soluciones que el espíritu vuelve a caer en el escepticismo y llega hasta proclamar la superioridad del inconsciente sobre la conciencia
El hombre en la filosofía moderna
Las operaciones o facultades principales del hombre son el conocimiento, la voluntad y el amor. en el hombre moderno, especialmente en los últimos tres siglos, se ha venido produciendo una parálisis en las dimensiones cognitivas y volitivas al mismo tiempo que la dimensión afectiva ha ocupado un papel sobredimensionado al invadir aspectos propios de las otras dos facultades. no es un error ni una exageración, aunque la generalización siempre lleva algo de error y de exageración, decir que la afectividad es la operación que rige la conducta del hombre presente.
Es muy seguro que muchos no consideren que el conocimiento humano se haya atrofiado. Ciertamente en el último siglo se han producido avances científicos de tal magnitud que ensombrecen las centurias pasadas. sin embargo, más allá del conocimiento práctico el pensamiento humano si se ha anquilosado respecto a tiempos anteriores. ¿Desde cuándo se viene produciendo? no es un traspié intelectual situar esta crisis en un momento histórico concreto: el idealismo alemán y, en concreto, en torno a la figura de Hegel. Desde luego el idealismo es el último gran momento del pensamiento, desde entonces no ha habido una apetito intelectual capaz de superar la impronta de Fichte, de Schilling y, sobre todo, de Hegel.
Analicemos, pues, todas las componentes que nos llevan a la actual crisis del pensamiento. Hegel es el último de los filósofos que intenta pensar sin reduccionismos el absoluto y lo hace para intentar una construcción especulativa que no desatienda nada y, en la misma medida, para resolver la situación histórica del momento (romanticismo), en la que todo parece totalmente contradictorio. No hay que obviar tampoco que el hombre romántico es un sujeto que interiormente está sacudido, escindido, en continua lucha consigo mismo, entre la sensibilidad y la razón. Ante todo este maremágnum Hegel busca generar una filosofía total, a la manera del estagirita y del aquinate, que permita la unificación de las continuas oposiciones. para ello considera oportuno emplear el método dialéctico, ya empleado por platón y Aristóteles, del siguiente modo: en lugar de tomar las contraposiciones como dadas a la vez, se las considera distribuidas en un proceso que es real a través de ellas. Ahora bien, si las contraposiciones son momentos distintos resulta que en vez de estrellarse en ellas se las puede pensar y conectar. Así, consideradas en proceso las oposiciones adquieren una nueva significación, que es el paso de una a otra: el paso de un momento a su contradictorio es una renovación, el logro de algo nuevo.
Este planteamiento de Hegel es un enfoque optimista frente a la paralización que la contrariedad viene produciendo en el hombre romántico. Así, en lugar de ver dos “cosas” opuestas las consideramos insertadas en un proceso en el que no existe tal oposición, sino que son dos momentos que fluyen en un proceso en el que lo segundo es algo nuevo. No obstante, Hegel no se detiene aquí y considera que aún se puede ir más allá: unificar los dos momentos para pensarlo conjuntamente. Esta
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