El Origen Del Ajedrez
Enviado por lOveziiick • 23 de Septiembre de 2012 • 1.574 Palabras (7 Páginas) • 443 Visitas
Leyenda sobre el origen del juego del ajedrez
Teresita del Niño Jesús Maldonado Salazar
María Concepción Ayón Caballero
Asesoras de la Unidad UPN 094
Difícil será descubrir, dada la incertidumbre de los documentos tan antiguos, la época precisa en que vivió y reinó en la India un rey llamado Iadava, señor de la provincia de Taligana ; este monarca es señalado por varios historiadores hindúes como uno de los soberanos más ricos y generosos de su tiempo. También será difícil comprobar la veracidad de la leyenda debido a su antigüedad.
La leyenda cuenta que después de una guerra cruenta el rey Iadava se amargó ya que la angustia y la tristeza se fueron agravando por la pérdida de un hijo que le fue arrebatado en ella. Un día el rey fue informado de que un joven brahmán -humilde y modesto- solicitaba una audiencia su nombre era Lahur Sessa cuando estuvo ante el rey le informó que había inventado un juego para distraerlo y abrir las puertas de nuevas alegrías.
Lo que Sessa traía al rey era un gran tablero cuadrado dividido en sesenta y cuatro cuadros (escaques), sobre éste se colocaban, dos series de piezas unas eran blancas y las otras negras y había reglas curiosas para moverlas de diversas formas.
Sessa explicó pacientemente al rey, a los visires y cortesanos en que consistía el juego y le explicó las reglas esenciales:
- Cada jugador dispone de ocho piezas pequeñas: los «peones»representan la infantería que se dispone a avanzar hacia el enemigo para desbaratarlo. Secundando la acción de los peones vienen los «elefantes de guerra» representados por piezas mayores y más poderosas. La «caballería», indispensable en el combate, aparece igualmente en el juego simbolizada por dos piezas que pueden saltar como dos corceles sobre las otras. Y para intensificar el ataque, se incluyen los dos «visires» del rey que son dos guerreros llenos de nobleza y prestigio. Otra pieza, dotada de amplios movimientos, más eficiente y poderosa que las demás, representará el espíritu de nacionalidad del pueblo y se llamará «reina». Y por último se completa la colección con una pieza que vale poco pero es muy fuerte cuando esta amparada por las otras, es el «rey». En poco tiempo el rey Iadava había aprendido con rapidez las reglas del juego y también observó con gran sorpresa, que la posición de las piezas, tras las combinaciones resultantes parecían reproducir la batalla donde perdió a su hijo. El rey quedó maravillado y dirigiéndose al joven brahmán, le dijo: -Quiero recompensarte dignamente por este maravilloso regalo que tanto me ha servido para el alivio de mis viejas angustias, y a fin de demostrarte mi agradecimiento quiero recompensarte, soy bastante rico como para poder cumplir tu deseo más elevado- entonces replicó el joven Sessa- ¡Poderoso señor!, no deseo más recompensa por el presente que os he traído, que la satisfacción de haber proporcionado un pasatiempo al señor de Taligana al fin de que con el alivie su infinita melancolía. Estoy pues sobradamente recompensado, y cualquier otro premio sería excesivo-.
El rey insistió – Me causa asombro tanto desdén y desamor a los bienes materiales. Exijo por tanto que escojas una recompensa ¿quieres una bolsa llena de oro? ¿Quieres un arca repleta de joyas? ¿Deseas un palacio? ¿Aceptarías la administración de una provincia?, Aguardo tu respuesta y queda la promesa ligada a mi palabra,
-Aceptaré pues la recompensa que ofrecéis por el juego que inventé, la recompensa habrá de corresponder a vuestra generosidad. No deseo sin embargo, ni oro, ni tierras, ni palacios. Deseo mi recompensa en granos de trigo,
- ¿Granos de trigo?, exclamó el rey sin ocultar su sorpresa ante tan insólita petición. ¿Cómo voy a pagarte con tan insignificante moneda?
Nada más sencillo, explicó Sessa. Me daréis un grano de trigo para la primer casilla del tablero; dos para la segunda; cuatro para la tercera; ocho para la cuarta; y así, sucesivamente hasta la sexagésima y última casilla del tablero.
-¡Insensato¡ exclamó el rey¡ ¿Dónde aprendiste tan necio desamor a la fortuna?. La recompensa que me pides es ridícula. Bien sabes que en un puñado de trigo hay un número incontable de granos. Con dos o tres medidas te voy a pagar sobradamente. Pero, en fin, mi palabra fue dada y voy a hacer que te hagan el pago inmediatamente de acuerdo con tu deseo.
Sessa sonrió, abandonó la sala y quedó esperando a la puerta del palacio.
Durante la comida, el rey se acordó del inventor del ajedrez y envió para que se enteraran de si habían entregado ya al irreflexivo Sessa su mezquina recompensa.
-Soberano tu orden se está cumpliendo. Los matemáticos de la corte calculan el número de granos que le corresponde.
El rey frunció el seno. No estaba acostumbrado a que tardaran tanto en cumplir sus órdenes.
Por la noche,
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