El Pensamiento Educativo De John Dewey: La Escuela Y La Experiencia Vital Del Niño Mi Credo Pedagógico
Enviado por Blanca91 • 21 de Abril de 2013 • 3.869 Palabras (16 Páginas) • 796 Visitas
El pensamiento educativo de John Dewey: la escuela y la experiencia vital del niño Mi credo pedagógico John DeweyPsicología Educativa - Prof. Félix Temporetti - Carrera de Psicopedagogía. UNSAM. Rosario MI CREDO PEDAGÓGICO TEORÍA DE LA EDUCACIÓN Y SOCIEDAD JOHN DEWEY CENTRO EDITOR DE AMÉRICA LATINA. BUENOS AIRES, 1977 Trad. LORENZO LUZURIAGA [1]
Artículo 1º: Lo que es la educación
Creo que:
Toda educación procede por la participación del individuo en la conciencia social de la raza. Este proceso comienza inconscientemente casi desde el nacimiento, y está continuamente formando las capacidades del individuo, saturando su conciencia, formando sus hábitos, educando sus ideas y despertando sus sentimientos y emociones. Mediante esta educación inconsciente, el individuo llega gradualmente a participar en los recursos intelectuales y morales que la humanidad ha logrado acumular. Aquél se convierte así en un heredero del capital formado por la civilización. La educación más formal y técnica del mundo no puede alejarse con seguridad de este proceso natural.
Únicamente puede organizarlo o diferenciarlo en alguna dirección particular. La única educación verdadera se realiza estimulando la capacidad del niño por las exigencias de las situaciones sociales en que se halla. Mediante estas exigencias es estimulado a actuar como miembro de una unidad, a emerger de su estrechez originaria de acción y de sentimiento y a considerarse él mismo desde el punto de vista del bienestar del grupo a que pertenece. Mediante las reacciones de los demás a sus propias actividades llega a conocer lo que éstas significan en términos sociales. El valor que ellas tienen se refleja en él. Por ejemplo, mediante las reacciones a los balbuceos instintivos del niño, éste llega a conocer lo que esos balbuceos significan; éstos se transforman en lenguaje articulado, y así el niño es introducido en la riqueza acumulada de ideas y emociones que se hallan concentradas en el lenguaje.
Este proceso educativo tiene dos aspectos: uno psicológico y otro social, y ninguno de ellos puede subordinarse al otro o descuidarse sin producir malas consecuencias. De estos dos aspectos, el psicológico es el básico. Los instintos y capacidades del niño proporcionan el material y constituyen el punto de partida para toda educación. Excepto cuando los esfuerzos del educador se relacionan con alguna actividad que el niño realiza por propia iniciativa, independiente del educador, la educación queda reducida a una presión ejercida desde afuera. Ésta puede, ciertamente, dar algunos resultados externos, pero no puede llamarse verdaderamente educativa. Sin un conocimiento de la estructura psicológica y de las actividades del individuo, el proceso educativo será por tanto azaroso y arbitrario. Si acierta a coincidir con la actividad del niño puede llegar a un resultado; si no, se producirá una fricción, desintegración o detención de la naturaleza del niño. El conocimiento de las condiciones sociales, del estado actual de la civilización, es necesario para poder interpretar adecuadamente las capacidades del niño. El niño tiene sus propios instintos y tendencias; pero no sabe lo que significan hasta que podamos traducírselos en sus equivalentes sociales. Tenemos también que poderlos proyectar en el futuro para comprender su resultado y su finalidad. En el ejemplo antes usado, la capacidad para ver en los balbuceos del niño la promesa y la potencia de una futura interrelación y conversación es lo que permite tratar debidamente ese instinto.
Los aspectos psicológico y social están relacionados orgánicamente, y la educación no puede ser considerada como un compromiso entre ambos o como una superposición del uno sobre el otro. Se nos dice que la definición psicológica de la educación es estéril y formal; que nos da solamente la idea de un desarrollo de todas las capacidades mentales sin proporcionarnos ideas del uso a que han de destinarse esas capacidades. Por otra parte, se aduce que la definición social de la educación, considerándola como la adaptación a la civilización, hace de ella un proceso forzado y externo, que tiene por resultado la subordinación de la libertad del individuo a un estado social y político preconcebido.
Cada una de estas objeciones es verdadera cuando se presenta cada uno de los aspectos separados del otro. Para saber lo que realmente es una capacidad debemos conocer cuál es su finalidad, uso o función, y esto no podemos saberlo sino en el caso de concebir al individuo como ser activo en las relaciones sociales. Pero, por otra parte, la única adecuación posible que podemos dar al niño, en las condiciones existentes, es la que surja de ponerle en plena posesión de todas sus capacidades. Con el advenimiento de la democracia y de las condiciones industriales modernas es imposible predecir de un modo definitivo lo que será la civilización dentro de veinte años. Por tanto, es imposible preparar al niño para una serie precisa de condiciones. Prepararle para la vida ulterior significa prepararle de suerte que tenga el pleno y rápido uso de todas sus capacidades; que sus ojos, oídos y manos puedan ser instrumentos prontos al mandato, que su juicio pueda ser capaz de aprehender las condiciones en las que ha de trabajar, y que sus fuerzas de ejecución sean preparadas para actuar económica y eficientemente. Es imposible alcanzar esta especie de adecuación si no es teniendo constantemente en cuenta las capacidades, gustos e intereses propios del individuo, es decir, si no se traduce la educación continuamente en términos psicológicos. En suma, creo que el individuo que ha de ser educado es un individuo social y que la sociedad es una unión orgánica de individuos. Si eliminamos del niño el factor social nos quedamos sólo con una abstracción; si eliminamos de la sociedad el factor individual nos quedamos sólo con una masa inerte y muerta. La educación, por tanto, debe comenzar con un conocimiento psicológico de las capacidades, intereses y hábitos del niño. Ha de ser controlada en cada punto con referencia a las mismas consideraciones. Esos poderes, intereses y hábitos han de ser constantemente interpretados: debemos saber lo que significan. Han de ser traducidos a sus equivalentes sociales, a lo que son capaces en el sentido del servicio social.
Artículo 2º: Lo que es la escuela
Creo que:
La escuela es, primariamente, una institución social. Siendo la educación un proceso social, la escuela es simplemente aquella forma de vida en comunidad en la que se han concentrado todos los medios más eficaces para llevar al niño a participar en los recursos heredados de la raza y a utilizar sus propias capacidades para fines sociales. La educación es, pues, un proceso de vida y no una preparación para la vida ulterior.
La escuela debe
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