El misterio de estar vivos

Título: El Misterio de Estar Vivos

La vida. Una palabra sencilla que, sin embargo, contiene en su interior todo lo que somos, lo que fuimos y lo que podríamos ser. Desde los antiguos filósofos griegos hasta los pensadores contemporáneos, nadie ha logrado definirla del todo. ¿Es un accidente biológico? ¿Un viaje con propósito? ¿Una simple chispa en medio del infinito? Tal vez lo más honesto sea aceptar que no lo sabemos, y que precisamente en esa ignorancia radica su belleza.

Vivir no es solo respirar ni solo existir. Vivir es preguntarse, tropezar, reír, dudar, volver a intentar. Es ese caos desordenado donde conviven la esperanza y la pérdida, el amor y el miedo, la certeza de la muerte y la voluntad de seguir caminando a pesar de ella. No hay manual, no hay guía. Lo más parecido que tenemos es la experiencia ajena, pero incluso esa es un espejo torcido. Lo que a uno lo eleva, a otro lo destruye. Lo que a unos les da sentido, a otros les resulta una prisión.

Quizá por eso los humanos inventamos historias, religiones, filosofías. No para encontrar la verdad definitiva, sino para sostenernos unos a otros mientras nos abruma el misterio. Vivimos rodeados de preguntas: ¿Por qué estamos aquí? ¿Hay algo después? ¿Vale la pena todo esto? Y aunque no tengamos respuestas, seguimos. Porque hay algo en nosotros que se resiste a rendirse. Llamémosle alma, instinto, curiosidad… da igual el nombre. Es esa chispa que, incluso en los momentos más oscuros, nos susurra que aún queda algo por descubrir.

La vida no se trata de entenderlo todo, sino de sentirlo. De mirar un amanecer y quedarse sin palabras. De llorar por una pérdida y aun así agradecer haber amado. De reír hasta doler el estómago sin razón aparente. Se trata, en el fondo, de estar presentes. De aceptar que somos un suspiro en medio del universo, pero un suspiro que, por breve que sea, puede ser profundamente hermoso.

No hay garantías. Solo caminos. Algunos serán rectos, otros torcidos. Habrá días de sol y días de tormenta. Y en medio de todo eso, está el arte de vivir: no como quien espera algo a cambio, sino como quien se lanza al abismo con los ojos abiertos, sabiendo que cada segundo es único e irrepetible.

Así es la vida. Un misterio sin respuesta. Pero también, quizás, el regalo más extraordinario que jamás recibiremos.

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