El placer desde el punto de vista inmoral

El placer desde el punto de vista inmoral

Reynaldo Maradiaga Osorio

Me estoy viendo en la obligación de explicar las consecuencias del placer desmesurado y la vida ética del ser humano, que algunas religiones tergiversan en todos los lugares donde imperan, y así poder brindar un enfoque verdadero. El placer debería ser la sensación natural experimentada por el individuo, pero éste exagera sus sentimientos para satisfacer sus sentidos; contrario a la moral, que consiste en tener un comportamiento adecuado en la vida para saber diferenciar lo malo de lo bueno.

Muchas personas, creen que el principio del deleite del ser humano está determinado en su primera pareja que han perdido y buscan la manera de sustituirla por otra media naranja, y al no experimentar el mismo sentimiento, es ahí cuando comienza la búsqueda interminable por la primera fuente del disfrute, esa acción negativa condena a la neurosis, arrastrando un fantasma perdido para siempre; dando inicio el desenfreno carnal, perdiendo el principio básico de este gran goce. Por eso afirmo, que muchas veces se disfruta del placer de un estímulo sensual producto del sadismo; pero este desestabiliza la parte emocional y psíquica del ser humano.

Dios, el ser supremo por excelencia, aprobó el disfrute sexual del hombre y la mujer, permitiéndole la procreación de la especie. Es por ello, que no es de asombrarnos que las Sagradas Escrituras nos hable del amor auténtico entre una pareja, para punto de referencia, cuelga en la Biblia aquel proverbio que expresa literalmente: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”. (Pr. 5:18-19). Como se puede apreciar,  el texto enfatiza el goce desde un solo punto de vista del placer; haciendo un llamado a disfrutar plenamente con su esposa, dejando de un lado la poligamia, acto inmoral desde el punto de vista Cristiano.

El placer no es malo, sino en cómo se busca y hasta donde se llega, cuando hay un extremo, este goce se desvirtúa y se pierde la esencia pura del amor. El exceso se convierte en un vicio incontrolable, es buscar un disfrute que a la larga traerá daños y no se podrá evitar el dolor. Lo que se sale de lo normal, puede llevar al desenfreno, y esto puede causar secuelas, tanto en el varón como en la mujer. Estas consecuencias sádicas, pueden emocionalmente transformarse en odio, en venganza e incluso en conllevar hasta la muerte.

Por tanto, se debe procurar cumplir con la finalidad hedonística, que se define como la doctrina ética según la cual el único bien es el placer y el único mal el dolor. Ubicando al placer como el típico y supremo bien del goce de la felicidad humana; admitiendo la existencia de los placeres del espíritu, dados por naturaleza de la misma necesidad. (Pinto de Oliviere y Barrio Gutiérrez. sf. H. párr.1-2)

Lo que importa aquí, es que existe o se puede experimentar el goce del placer, pero que se procure no causar dolor, peor cometer actos de  inmoralidad; que son el resultado de las emociones negativas. “Las emociones negativas son aquellas que implican sentimientos desagradables, valoración de la situación como dañina y la movilización de muchos recursos para su afrontamiento. Las más básicas son: miedo, ansiedad, ira, hostilidad, tristeza y asco. Es la advertencia a un daño físico o psíquico” (Silva,J. sf. EM. Párr.1)

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