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El puñetero ojo


Enviado por   •  12 de Enero de 2016  •  Apuntes  •  654 Palabras (3 Páginas)  •  91 Visitas

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El puñetero ojo de la cerradura no me deja dormir desde las 3 de la mañana, ahora son las 5 y yo sigo aterrorizada bajo las sábanas. De vez en cuando saco un poco la cabeza para saber si sigue ahí. Tengo que salir a encender la luz, pero cada vez que me asomo, el miedo que me produce aquel azul intenso de ese ojo, me hace rebobinar hasta taparme. Cuando me asomo de nuevo, el ojo ya no está, no me está observando, instantáneamente me siento más tranquila… hasta que oigo la respiración de alguien al otro lado de la cama.

Vuelven a ser invisibles todos los planes de mi vida junto a ti, vuelven a ser invisibles tus besos, tus dulces caricias, tus abrazos y besos en la frente, aquellos “te quiero” sin motivo alguno.  Ahora, paso el brazo por el otro lado de la cama y está frio, y por las noches ya no puedo escuchar los latidos de tu corazón, aquella sinfonía en la que solía quedarme dormida. Lo peor, es que sé con exactitud que, aunque otra persona ocupe ese lugar, no me dará el mismo calor que tú,  sé que aunque esa persona se esfuerce, no podré amarla como te amé y te amo a ti. Has sido tan importante para mi y tan bonito quererte, que hasta mis lágrimas parecen saber bien al recordarte, pero se vuelven amargas al pensar que ahora tendré miedo a amar de nuevo

Un señor con levita que se parece a Pushkin me observa todos los días a la misma hora, desde aquella ventana situada justo en frente de la mía, pero, no podía ser, esa casa está abandonada desde que lo recuerdo. ¿Por  qué está ahí? ¿me observa a mi? Tenía que averiguar el por qué su fría mirada apuntaba a mi ventana todos los días, a la misma hora. Investigué hasta dar con la respuesta. Annabelle, su amante, se asomaba a mi ventana cada día a  la misma hora,  para encontrar su mirada con la de Pushkin, el que debía ocultar el eterno amor por esta chica a su esposa, el mismo que acudía, aun después de la muerde de Annabelle, al encuentro con su mirada.

Cogidos de la mano, fingiendo que todo va bien. Pero sé que no es así, los dos lo sabemos. Ahora nos miramos y no veo en ti la misma luz que me conquistó, no es la misma mirada en la que, hace tiempo me perdía. Tus abrazos ya no son sinceros, aunque con la misma fuerza, ya no me dan el mismo calor. ¿Recuerdas esas risas entre besos y besos entre risas? Los extraño, extraño aquel tiempo en el que todo era sinceridad, desde una sonrisa, a un beso o un secreto. Pero cada vez me doy más cuenta de que ya no es igual, ya no somos un nosotros somos un yo y un tú.

Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos tras haberlos  observado mientras dormían, como siempre, pues poco más podían hacer con ellos desde aquel accidente.

Vuelven a dejarlos debajo de sus camas. Aquel accidente dejó mella en esa familia, pero sobre todo en sus hijos, los que van a todas partes con unos retratos de sus padres, lo único que pudieron salvar del incendio, los gemelos no podían dormir sin esos retratos a su lado. Al día siguiente en el instituto ocurrió algo terrible, intenté intervenir  pero ahora tengo el ojo morado por eso, el matón del instituto, sin tener razón alguna, rompió los retratos de los gemelos. Hoy ya es lunes y llevo una semana sin verlos… sorpresa es la que me llevo al llegar a  casa, y veo en las noticias que dos gemelos han muerto en un incendio, no me lo podía creer, hasta que miré por la ventana y a lo lejos su casa había desaparecido, como por arte de magia.

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